El miércoles, la vicepresidenta Kamala Harris y su compañero de papeleta, el gobernador de Minnesota, Tim Walz, estarán en el área de Detroit para un mitín de campaña conjunto con el sindicato United Auto Workers. En muchos sentidos, este evento resume por qué Walz fue seleccionado por Harris.
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Harris necesita el apoyo de los sindicatos para ganar y los sindicatos quieren a alguien que también los apoye desde la Casa Blanca.
El otoño pasado, el presidente Biden se convirtió en el primer presidente en funciones en unirse a una línea de piquete, en solidaridad con los trabajadores de la UAW. Esa huelga fue uno de los 33 paros laborales importantes en toda la nación el año pasado. Después de que la pandemia trajera ganancias récord a Wall Street, los empleados salieron a las calles para exigir lo que entendían le correspondía como compensación en ese contexto.
El año pasado también se produjeron huelgas de actores y escritores, que sacudieron la industria del entretenimiento, y la mayor huelga de empleados de salud de la historia de la nación. Decir que los sindicatos han dado forma a la administración Biden sería quedarse corto. No habría una administración de Biden si los sindicatos no se hubieran unido en torno a su candidatura.
Y hace menos de una semana, el presidente de la UAW, Shawn Fain, expresó su preocupación por dos nombres que circulaban como posibles compañeros de papeleta de Harris: el senador Mark Kelly de Arizona, por su tibio apoyo a la Ley de Protección del Derecho a Organizarse, y el gobernador Josh Shapiro, de Pensilvania, porque respaldó los vales escolares.
En circunstancias normales, tal vez habría tiempo para que los potenciales compañeros de papeleta de Harris debatieran los méritos de sus posiciones y lo que cada uno podría aportar a su candidatura: ambos provienen de estados disputados, y la inclusión de cualquiera de ellos podría haber influido en los republicanos que no quieren votar por el expresidente Trump. Pero, para Harris, las preocupaciones de los sindicatos superaron esos factores. Esto demuestra que no está poniendo todas sus esperanzas en convencer a los pseudo-republicanos; sino que está utilizando este momento crucial para consolidar el apoyo de la base demócrata.
Fain dijo que el UAW respaldaría a quien Harris seleccionara. Sin embargo, estaba claro que prefería a alguien que pudiera asumir que se uniría a la línea de piquete con ellos tal como lo hizo Biden en su momento.
Walz, exprofesor de Estudios Sociales de escuela secundaria y entrenador de fútbol americano, encaja en esa dupleta a la perfección. Su apoyo a los sindicatos no es solo palabrería; está respaldado por las políticas progresistas que ha promulgado como gobernador para apoyar a la clase media.
Cuando Trump se enteró de la selección, les dijo a sus partidarios, por correo electrónico, que Walz “desatará el infierno en la tierra”. Trump, un delincuente convicto, también advirtió que Walz, un veterano militar de 20 años, “abriría nuestras fronteras a los peores criminales imaginables”.
Para que conste, el “infierno” que Walz desató en Minnesota incluye créditos fiscales para familias con niños, desayunos y almuerzos escolares gratuitos para todos los estudiantes, independientemente de sus ingresos, un programa de licencia familiar y médica pagada y alternativas que facilitan la posibilidad de votar en eventos electorales. En 2018, después de ser elegido gobernador, Walz analizó los méritos de legalizar la marihuana recreativa como fuente de ingresos. Hoy en día, no solo es legal en Minnesota, sino que también va acompañado de un programa de equidad social similar al que promulgó California.
La realidad es que, a pesar de toda la atención puesta en la necesidad de Harris de ganar Pensilvania o tal vez eliminar a Arizona de la lista de objetivos del Partido Republicano, finalmente optó por el competente ejecutivo de un estado azul con un largo y exitoso historial. Walz ha logrado tanto como cualquier gobernador de la nación. Y al elegirlo, Harris nos mostró mucho sobre cómo abordará los meses restantes de la campaña.
En lugar de simplemente ir tras el apoyo de los republicanos moderados que, en última instancia, aún pueden votar por Trump, su elección indica que está redoblando sus esfuerzos para solidificar el apoyo de la base progresista. Tal vez, las matemáticas del colegio electoral enfatizan la necesidad de una participación demócrata en el Midwest. También, es probable que los recientes resultados electorales en estados donde los derechos reproductivos estaban en la boleta electoral sugieran que ese tema en particular, y no su elección para la vicepresidencia, es la mejor manera de atraer a los moderados en noviembre.
El llamado “K-Hive” de sus nuevos y antiguos fanáticos, que pusieron en marcha su campaña con un botín récord de $310 millones de dólares en solo unos días de julio, también le dio mucho impulso a Harris. Por muy calificados que estén Shapiro y Kelly, sería difícil mantener ese impulso si ella hubiera elegido a un compañero de fórmula que la base del partido simplemente tolera y no necesariamente uno que la consolida por su pasión sobre aquellos asuntos que más le importan.
Si alguien tiene duda de esto, solo tiene que ver lo que JD Vance le hizo a la candidatura de Trump.