Opinión

El poder del voto en el camino a la equidad

Lee aquí la columna de la senadora del Partido Independentista Puertorriqueño.

María de Lourdes + columnista
María de Lourdes + columnista

La conmemoración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora es ocasión para honrar las luchas de las mujeres valientes y visionarias que nos precedieron, y para pasar revista a lo que nos falta por hacer para honrar ese legado. En lo político, es punto de partida obligado para esa reflexión el sacrificio de las sufragistas que, en Puerto Rico y en todo el orbe, lucharon para que las mujeres tuviéramos el derecho a participar del proceso electoral. Brillan en la historia los nombres de Ana Roqué y sus compañeras de la Liga Femenina y otras organizaciones. Hoy, 92 años después de que las puertorriqueñas ejercieran por primera vez el derecho al voto (aunque limitado a personas alfabetizadas) persiste el reclamo de equidad en la participación política. Por un lado, continuamos subrepresentadas en los puestos electivos. Las razones para esa ausencia están vinculadas a diversas instancias de desigualdad que van desde disparidades en responsabilidades familiares hasta la visibilidad y el trato hacia mujeres candidatas. Pero no basta la cuestión numérica, como ha quedado demostrado este cuatrienio en un Senado que por primera vez tuvo mayoría de integrantes mujeres. Falta aún la disposición de reclamar los espacios públicos para promover la perspectiva de género, la sabiduría para incorporar medidas contra la violencia más allá de la visión criminalista, y la amplitud para abrazar las interseccionalidades que inciden sobre el tema de género, como la racialidad, la pobreza y el colonialismo.

Desde lo legislativo, hemos trabajado diversas iniciativas, como nuestra propuesta para documentar el valor del trabajo no remunerado sobre el que se levanta la vida comunitaria y económica (y que recae de forma desproporcional sobre las mujeres); y la atención a temas que aunque no están etiquetados como asuntos de género, agobian de manera particular a las mujeres: la educación pública, el acceso a servicios médicos y la disponibilidad de vivienda. De cara a noviembre, nos toca a todos y todas —no solo a las mujeres— asegurar la presencia de mujeres capaces y solidarias en los espacios de toma de decisiones. Sabemos quiénes son y dónde están. En el poder del voto, que tanto costó, está la posibilidad de iniciar esa transformación.

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