La salida de Enrique Meléndez de la contienda primarista en el PNP por la candidatura a Washington supone un nuevo juego para los precandidatos a la gobernación. Ahora la lucha es de dos dupletas, Pierluisi/Villafañe y González/Román.
Este nuevo panorama hará que ambas campañas redefinan sus estrategias y, en ese proceso, se hagan varias preguntas: ¿debe mi candidato o candidata a la gobernación agarrar de la mano al aspirante a Washington en la campaña? ¿debemos dejarlo por la libre y que se resuelva? ¿Fortalece alguno de ellos al candidato o candidata a la gobernación?
PUBLICIDAD
Creo que ninguno de los dos precandidatos a Washington en el PNP fortalece o debilita a su aspirante predilecto a la gobernación. Es decir, son inconsecuentes en la carrera primarista por la silla en La Fortaleza. Villafañe tiene más reconocimiento en la calle que Elmer Román y eso le pone al frente, por definición, en una elección interna donde participa el llamado corazón del rollo del partido. Por lo tanto, Pierluisi se podría dar el lujo de pasearse con Villafañe sin miedo a perder votos. Creo que el reto está en el lado de Jenniffer González y sus estrategas. Lamentablemente para Elmer Román, a quien fueron a sacar de una oficina en el Pentágono para incursionar en este mundo electoral boricua, no sería extraño ver a González haciendo campaña de manera más independiente a su compañero preferido para Washington e insinuando que “puedo trabajar también con Villafañe” quien a fin de cuentas es republicano como ella. Eso dice el “librito” de estrategias que no necesariamente es el más cortés para los políticos en desventaja. Y es que Jenniffer en algún momento tendrá que invitar a los penepés, al ver potencialmente a Villafañe al frente en la carrera, cruzar líneas en la papeleta y votar por ella al mismo tiempo.
Y esto no es nuevo en nuestra política. Repasemos un poco de la historia reciente.
Para las elecciones del 1992, Pedro Rosselló parecía haber escogido a Carlos Romero Barceló para Washington y luego cambio de opinión. Aprovechando una ausencia de Romero en la isla, presentó a Zaida “Cucusa” Hernández (a quien luego premió con la presidencia de la Cámara de Representantes) como su compañera de papeleta porque era la que más le fortalecía en su carrera a la gobernación. Romero se impuso y fue el candidato, pero la fortaleza electoral de Rosselló no fue herida por ese capítulo en su carrera.
Para las elecciones del 2000, Sila Calderón respaldó a Aníbal Acevedo Vila como compañero para Washington por encima del hijo de su otrora jefe Rafael Hernández Colón, José Alfredo Hernández Mayoral, hoy padre del candidato a Comisionado Residente del PPD. Calderón llegó a advertirle a los populares, asumiendo un riesgo altísimo, que si no ganaba Acevedo reconsideraría su aspiración a La Fortaleza. Acevedo se impuso en la primaria y la historia habla por si sola.
En el 2004, Acevedo Vilá se postuló para La Fortaleza y presentó como aspirante a Washington al fenecido y entonces banquero Alfredo Salazar. Salazar era un candidato con poco ímpetu político y perdió ante Luis Fortuño quien en el 2008 se convirtió en Gobernador. Fortuño tuvo como compañero de papeleta a Pedro Pierluisi, hoy gobernador.
PUBLICIDAD
Para las elecciones del 2012, Alejandro García Padilla tuvo como compañero de papeleta al profesor universitario y abogado Rafael Cox Alomar, luego de eventos personales que empañaron la carrera del fenecido exlegislador Héctor Ferrer quien fue el primer escogido para esa candidatura. García Padilla, ante un candidato que no tenía un factor reconocimiento inmenso y su discurso lucía elevado contrario al suyo, exhibió una campaña enfocada en su persona.
Es decir, la historia está llena de ejemplos de cómo candidatos ayudan, desayudan o son inconsecuentes a lo que es la candidatura principal en unas elecciones, que es la de la gobernación.
En el PNP estamos ante un panorama que se pudiera comparar con alguno de los anteriores. ¿Cómo se comportarán los aspirantes y electorado? Ya veremos.