Este juego es distinto. Al menos así se percibe.
Durante décadas al menos dos de los partidos históricos han jugado hábilmente el juego de “Seguir la corriente”. O al menos así le llamo yo. Esta tendencia a jugar al centro en múltiples temas, de suerte que no se pisaran muchos cayos. Complacer a muchos, asustar a pocos y- con ello- ganar o retener votantes. Sin embargo, me parece que el panorama electoral ha ido moviéndose a la polarización y, con ello, a un escenario en el que se agradece que asuman posturas y se repudian los paños tibios en diversos asuntos como políticas sociales y económicas derechos reproductivos y género. Esa polarización ha hecho que “compañeros de cama” históricos hayan perdido el pegamento que les unía. Y eso ha dado gasolina al surgimiento de nuevos proyectos políticos que a quien único afectan es, precisamente, a los partidos históricos. Cuánto le afectarán a partidos como el Popular Democrático o el Nuevo Progresista y cuánto de ese efecto beneficiará a partidos de nueva creación es algo que aún está por verse. Pero solo hay que ir mirando las señales.
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Tome usted el caso del PNP. Esa franquicia política ha tenido como “pegamento histórico” la estadidad. Pero para un sector (ya se verá si lo suficientemente relevante como para afectar su base electoral) creer en la estadidad no es suficiente para ganar el voto, sobre todo porque ese “pegamento” ha servido de muy poco para traer la anexión después de décadas de ese proyecto político. Ahora parecen ir primando en la agenda otros asuntos como las políticas económicas, posturas en torno a derechos reproductivos, el aborto, los derechos de la mujer, la deseabilidad de un gobierno con bases, entre otros asuntos altamente polarizantes. Por ello no es sorpresa que estadistas conservadores han visto en Proyecto Dignidad una opción electoral atractiva. ¿La estadidad? Es un asunto que para muchos de ellos puede esperar. Como lo ha hecho desde el comienzo de la relación política con Estados Unidos. Ahí tiene usted el ejemplo de figuras como el alcalde de San Sebastián, Javier Jiménez o la veteranísima ex senadora Myriam Ramírez de Ferrer. Y en el Partido Popular el escenario no es muy distinto
Allá el “pegamento” de la teoría de la Unión Permanente parece ir perdiendo tracción, sobre todo entre votantes jóvenes. Elementos como los antes mencionados, así como políticas de protección de recursos naturales, cambio climático y políticas económicas. Los más conservadores se han quedado en “la casa grande”, pero otros –incluyendo las llamadas ' plumitas liberales’ que muchos subestimaban y que les ayudaban a ganar elecciones enfrentando la base electoral más amplia del PNP-han ido simpatizando con propuestas electorales como el Movimiento Victoria Ciudadana. El propio Partido Independentista parece haber reconocido que para crecer y tener alternativas de triunfo tiene que estar dispuesto a aliarse y ceder; a negociar desde un escenario en el que no es el absoluto protagonista y en el que no impone sus normas. Una negociación de esas que en el pasado le costó tener con movimientos independentistas ajenos a su movimiento político.
En definitiva, que estamos ante una realineación absoluta del escenario electoral en el que por primera vez en mucho tiempo resulta poco claro cuál será el resultado. Un escenario en el que se replantean lealtades y aliados; en el que está por verse la vigencia de las normas históricas con las que hemos jugado a la política. Donde las medias tintas parecen ceder espacio a las posturas claras y el rechazo a la ambivalencia.. Hoy, como pocas veces antes, todo apunta a que estamos ante un juego nuevo con reglas cambiantes en el que todo puede pasar.
Ante un tablero de juego nuevo que definirá el rumbo del comportamiento electoral, el tiempo de vida de los partidos históricos y la viabilidad de los nuevos partidos como movimientos permanentes o pasajeros. A ver qué nos trae el barco.