La exgobernadora Sila Calderón ha sido muy reservada desde que salió de La Fortaleza hace 18 años. Ha hablado en contadas ocasiones de sus gestiones o de quienes vinieron luego a ocupar la posición. Mucho menos ha hablado nunca, hasta ahora, de su vida privada, los golpes personales recibidos, los fracasos, decepciones o grandes alegrías.
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Anoche eso cambió y presento el libro Memorias, su autobiografía. El libro lo recoge “casi todo”, como me confesó la propia Sila Calderón. Desde su propio nacimiento, hasta el tiempo actual en el que dirige su fundación, el Centro para Puerto Rico, que promueve la autogestión en personas de escasos recursos, sobre todo mujeres. Ello, como parte de una continuidad a su ofensiva gubernamental para combatir la pobreza ayudando a los sectores pobres en el programa de “comunidades especiales”. Hay que reconocer que es único exgobernante puertorriqueño que mantiene una gestión significativa y visible a favor de la gente.
Tuve el privilegio de moderar el evento de anoche y por ello, tengo el libro en mis manos desde hace algunas semanas.
El libro es una montaña rusa de emociones. Así fue la vida de Sila. Aún desde la opulencia, el acceso y el poder de su familia con la élite política y económica de la época, que no esconde en el escrito, esta mujer tuvo que batallar para abrirse paso en el servicio público dominado por hombres. Pero se desprende de su narración que la pasión por el servicio público que le inculcó su padre, la empujó para derrotar cualquier obstáculo.
Pero más allá de todo lo anterior, Sila Calderón nos da varios golpes duros al revelarnos intimidades que, aún desde las gradas y así ocupe usted el asiento más lejos de desafección, estremecen.
Sila habla por primera vez del suicidio de su papá, don César Calderón. Narra que ese día también “perdí mi vida”. Don Cesar, un hombre fuerte y estricto, lo era todo en su vida. Él tenía 54 y ella 27. Su papá le enseñó como encaminarse en la vida, pero al mismo tiempo protegiéndola excesivamente del mundo por el característico machismo que imperaba en la sociedad de la época. Por ejemplo, le prohibió ir a una de las mejores universidades de EEUU como su hermano “para que no le pasara nada”.
Sila habla de cómo ese machismo le acompañó durante toda su vida en el servicio público y hasta cuando comenzó a ascender en Gobierno. Cuenta que su entonces esposo le increpaba por sus llegadas tardes a la casa. Ya había acabado hace mucho tiempo el matrimonio que le dio sus tres hijos. Del otro casamiento, el más famoso por haber tenido de epicentro La Fortaleza, dice con pena que acabó rápido y cuenta como ese hombre la hizo sufrir “inmerecidamente”.
Sila nos cuenta en este libro, de otros capítulos de su vida, desconocidos para la amplia mayoría, como por ejemplo de los dos diagnósticos de cáncer de seno y las reconstrucciones estéticas que tuvo que hacerse poco después de dejar la gobernación.
En el ámbito gubernamental, señala como una agenda inconclusa la del status.
El resto lo dejo para aquellos que quieran leer sus memorias.
En este libro, cuyo prólogo escribe la catedrática Dra. Luce López Baralt, está la explicación exacta de, por qué fue como fue, la persona que hizo historia al convertirse en la primera mujer gobernadora de Puerto Rico.
En demasiadas ocasiones, los periodistas nos cohibimos de hacer expresiones cualitativas por el miedo a la crítica -que muchos harán como quiera-, pero tras leer su vida, sus luchas, sus retos, y aspectos que hasta ahora no conocía, puedo afirmar que Sila Calderón es una de las mujeres más luchadoras y valientes que ha tenido y tiene Puerto Rico.