Opinión

¿Ilegítimo el nuevo líder de la pava?

Lea la columna del periodista Rafael Lenín López

Metro Puerto Rico
Rafael Lenín López Metro Puerto Rico

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La legitimidad en el mundo político es una de las cosas más importantes de las que tiene que gozar un líder. No importa si ganó en las urnas. Un político no solo tiene que ganar con votos sino tiene que ser legitimado por la mayoría del pueblo para el cargo que ejercerá. Y de eso nuestra historia reciente está llena de ejemplos. Vamos a ver algunos.

En la noche de las elecciones del 2004 todos nos acostamos sin saber si había un gobernador electo. La disputa electoral entre Aníbal Acevedo Vilá y Pedro Rosselló fue tan cerrada que el proceso llegó a un escrutinio general de votos y allí surgió el caso legal que luego se conoció como los “pivazos”. Acevedo Vilá resultó gobernador electo, según decidió el Tribunal Supremo de Puerto Rico, pero su cuatrienio estuvo lleno de cuestionamientos sobre su legitimidad.

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En las pasadas elecciones la contienda por la alcaldía de San Juan igualmente fue cerrada entre Miguel Romero y Manuel Natal. Hubo dudas sobre los votos adelantados de los enfermos encamados. Finalmente, los tribunales le dieron la razón a Romero pero su legitimidad siempre ha estado cuestionada.

Si nos vamos un chin más para atrás, conozcamos la historia de las elecciones del 1980 cuando se peleaban la gobernación Carlos Romero Barceló y Rafael Hernández Colón. Un apagón en el Edificio Valencia de la Comisión Estatal de Elecciones provocó dudas de si hubo manipulación en el conteo de votos ante lo que fue una elección bien cerrada. Eso hizo que la legitimidad de Romero como gobernador electo durante el cuatrienio fuera continuamente cuestionada.

Sobre la elección del pasado domingo, no estamos ante una Elección General ni mucho menos. Tan siquiera se trataba de un proceso organizado y manejado por la Comisión Estatal de Elecciones. Se trató de una elección abierta para la selección del presidente de un partido político, cosa que típicamente se atiende en asambleas generales, cuartos oscuros en el caso de algunas organizaciones, o como ocurrió en el 1994 en el mismo PPD cuando en un proceso especial similar se amarró el escogido del presidente a la eventual candidatura a la gobernación para hacerlo más atractivo a los electores y costo efectivo a la colectividad.

Sin embargo, tratándose de un partido que hace 7 años no gana La Fortaleza, era importante que el nuevo presidente fuese escogido en un proceso ausente de controversias (por eso vimos una campaña tan sosa) y sin asomo de fraude.

Creo que quien resulte presidente electo del PPD, luego de todas las certificaciones y que se diluciden los casos legales que puedan surgir después del recuento de votos que empezó ayer, carecerá de legitimidad. Por más que se abracen Luis Javier Hernández y Jesús Manuel Ortiz, si la mitad del corazón del rollo del partido no legitima como su líder al nuevo dirigente, están fritos de cara a un proceso de reorganización para las elecciones del 2024.

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Así que, creo que el ganador de este proceso es Juan Zaragoza y todo aquel que esté pensando aun correr para la gobernación bajo la insignia de la pava. En este análisis, descarto a José Luis Dalmau ya que se le puede adjudicar parte del problemático proceso del domingo.

Habrá un presidente débil ante un proceso de radicación de candidaturas que está a la vuelta de la esquina, pues comienza el 1ero de diciembre próximo. Y si hay más de un aspirante a una misma candidatura en o antes del 31 de diciembre de este mismo año, y todos cumplen con los requisitos que establece la ley, hay primarias en junio del 2024. Zaragoza y quienes pueda surgir tienen el terreno fértil para comenzar a posicionarse como líderes de la colectividad tan temprano como en enero del 2024.

Claro, ese es el escenario mirando solo al interior del PPD. Todo este lío aleja cada vez más a los populares de retomar La Fortaleza en enero del 2025. ¿Qué usted cree?

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