La pasada semana terminó con una noticia que ha revivido viejas discusiones. El Gobierno contempla la posibilidad de expandir las rutas de Tren Urbano.
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Se trata de una idea probablemente bien intencionada pero que, por serlo, no evita que recordemos el tracto de infortunios detrás de ese proyecto que hoy muy pocas personas utilizan. Quizá por ahí habría que comenzar. ¿Ha sido el Tren Urbano un proyecto exitoso? Es muy probable que usted coincida. Y no lo ha sido porque la idea de viajar en tren no sea atractiva. Probablemente la subutilización del Tren Urbano tiene su razón en el hecho de que el tren, duele decirlo, llega a muy pocas partes. En otro claro ejemplo de la falta de planificación urbana, el tren no llega a zonas de amplia densidad poblacional en San Juan, ni a los más importantes centros comerciales. Para el puertorriqueño promedio, su utilización se limita a una “trillita” ocasional para el turisteo o como parte de la estrategia ocasional para disfrutar de conciertos en el Coliseo de Puerto Rico y evitar el problema del tapón. Ya lo decía el lunes en entrevista el arquitecto Pedro Cardona Roig: un tren de fin de semana y conciertos.
Desde el saque, se planteó que el éxito del Tren Urbano dependería en gran medida de la capacidad del Gobierno para crear integrar de manera eficiente las diversas opciones de transportación colectiva. De ahí que se diera forma a ATI o Autoridad para el Transporte Integrado. Pero la integración entre el Tren, las guaguas de la AMA (cada vez menos y con menos rutas), las guaguas “pisa y corre”(ya extintas) y el Aquaexpreso (o lo que queda de él) nunca se consiguió. En consecuencia, la mala planificación nos heredó un tren caro que pocos usan y depende excesivamente de la subvención del Estado.
A principios de la década del 2000 se habló de ampliaciones. En 2005 el entonces alcalde José Aponte había anunciado que se había conseguido dinero federal para financiar una extensión del TU desde San Juan hasta Carolina a un costo de $900 millones. Incluso se dijo que la firma británica Innovative Transport evaluaría opciones para el desarrollo. Pero la idea se hizo sal y agua.
También la propuesta de expandir el tren desde Santurce hasta Minillas que entonces se dijo que costaría $500 millones. La administración de Sila Calderón desistió de la idea convencida de su falta de viabilidad. Más tarde se propuso un tranvía hasta el Viejo San Juan. El tranvía aún no existe. Tampoco la extensión del TU hasta Caguas, idea para que se firmó un convenio entre el fenecido alcalde William Miranda Marín y Sila Calderón. Una tras otra, cada idea ha sido descartada en gran medida por falta de fondos. Así que, cabe preguntarse si la actual propuesta es en efecto ejecutable o ira a parar a donde se encuentra el resto.
En cualquier caso, si existieran los recursos para dar forma a una extensión los planificadores locales advirtieron entonces y ya comienzan a reiterar que si se quiere aumentar la cantidad de usuarios del TU no puede caerse en la tentación de llevarlo solo hasta un lugar como el Distrito de Convenciones. En su lugar, el Tren debería extenderse con paradas que le permitan inyectar usuarios de áreas densamente pobladas como Miramar y Santurce. Un tren para la gente y no solo para visitantes o inversionistas. A ver si ahora sí la pegamos.