La noticia se divulgó el lunes desde un esfuerzo de medios cooridnado por el Gobierno.
“Cerrarán permanentemente el Zoológico de Mayaguez” era el enfoque y ese fue el titular escogido por editores y productores en distintos medios del país. Sin embargo, tras la racha de entrevistas y de aclaraciones la realidad es que eso de “cerrar” queda aun en medio de enormes signos de interrogación. Se trata de una noticia que indudablemente sería muy bien recibida.
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Sin embargo, aunque no dudo de la intención de la nueva secretaria de Recursos Naturales (mucho más proactiva que sus antecesores) y que lo dicho tiene el efecto de calmar en parte las críticas de la opinión pública, la realidad es que de una mirada detenida al anuncio, la afirmación de fondo tiene más preguntas que respuestas. Lo que sabemos por voz de los portavoces del Estado no es mucho. En primer lugar, la secretaria Anaís Rodríguez me confirmaba en Radio isla 1320 que el domingo personal veterinario procedente de los Estados Unidos evaluaba tanto las instalaciones como los animales que permanecen allí. También sabemos que todavía no existe un concepto final porque, según la secretaria el diseño está en sus etapas finales” y luego de finalizado “comienza el proceso de subasta y construcción”.
Aunque sabemos que se han identificado $9 millones para el reconcepto, lo que se construirá y diseñará no está del todo claro.También sabemos que aunque se habló en los titulares de un “cierre permanente” eso no parece ser del todo cierto. Primero porque tanto Rodríguez como la secretaria de la gobernación, Noelia García, me afirmaron que no es seguro que se saquen todos los animales del lugar. Ambas aceptaron que no todos los animales podrán ser trasladados y que es muy probable que un número tampoco determinado se quede en ellas. De igual forma, no se ha determinado aun qué santuarios -si alguno- estarían recibiendo a los animales identificados por los veterinarios y, tampoco qué ocurrirá con los que permanezcan en sus instalaciones. “¿La gente va a poder ver esos animales?”, le preguntaba el lunes a Rodríguez.
“Eso se va a estar evaluando sobre la marcha (...) Hay que ver si puede haber exhibición de algo”, me contestó. Una respuesta que me llevó a la siguiente pregunta. Si todavía habrá animales y se mantienen en exhibición, ¿acaso no seguiría siendo un zoológico? Pequeño, limitado, pero ¿zoológico a fin de cuentas? La titular de la agencia se reiteró en sus respuestas anteriores, lo que dejó sin contestar cuál es realmente el plan del Estado. Además de todo lo anterior, llama la atención que este anuncio se da en medio de la confirmación de que tanto el Departamento de Justicia como la Fiscalía Federal investigan lo que ha sido la operación del aún zoológico. ¿Estamos ante el preámbulo de algún caso legal o, por lo contrario, son estas movidas parte de un acuerdo con las autoridades? Habrá que esperar por estas respuestas y me parece que no tardará mucho más tiempo antes de conocer los detalles.
Pero mientras se producen, resulta inevitable hacer que el país se mire en el espejo del zoológico. Ya en demasiadas las ocasiones en las que hemos visto cómo nuestras instituciones e instalaciones a cargo del Gobierno han pasado por un proceso de deterioro progresivo que luego culmina en su desaparición, colapso o paso a administración privada. Un colapso que parecería intencional puesto que en cada uno de los casos ha sido anticipado ante la ausencia de recursos o adecuada atención del Gobierno. Algo así como el que deja la comida fuera de la nevera, a sabiendas de que terminará podrida, solo para hacerse el sorprendido al día siguiente cuando la ve llena de moscas y pestilente. Usted sabía que se iba a podrir. Y así se nos van pudriendo agencias del gobierno, procesos de permisos, la universidad del Estado y el Sistema de Salud. Sistemas de pensiones como el de Energía Eléctrica que hemos dejado colapsar solo para luego actuar sorprendidos cuando se hacen trizas. ¿Qué hacemos luego con los pedazos que nos quedan?