Opinión

Rezago educativo y escuelas en abandono: mismos males y propuestas desatendidas

Lee aquí la columna de opinión de Edwin Morales Laboy, Vicepresidente Federación de Maestros.

Edwin Morales Laboy
Edwin Morales Laboy

Cada inicio de curso escolar el País se enfrenta a los mismos titulares relacionados al estado de situación en las escuelas públicas. “Las escuelas no están listas para atender a nuestros estudiantes”, reza el mismo encabezado año tras año. Ya a nadie sorprende. Lo más terrible es la normalización de este problema estructural que nos afecta a todos como pueblo. Escuelas con problemas de planta física y faltas de electricidad, pintura, desyerbo y remoción de comején, entre otros males recurrentes. A pesar de contar con un presupuesto de 5 billones de dólares más 2.8 billones adicionales asignados para proyectos de reconstrucción de escuelas. Toda esta problemática pese a una reforma educativa impulsada por la hoy convicta federal Julia Keleher y ambos partidos de gobierno, donde impusieron las escuelas chárter, los vales educativos y toda una visión corporativa. Juraron y perjuraron que el 70% del presupuesto destinado a las escuelas llegaría a los estudiantes. Nada más lejos de la verdad.

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A pesar del fracaso de este modelo de negocio impuesto hace cinco años en nuestras escuelas, nada se ha hecho para revertirlo, a sabiendas que sólo persigue la ganancia por vía de la apropiación del presupuesto a costillas de la educación de nuestros jóvenes. De nada vale tener un presupuesto gigantesco si el paradigma que existe en la actualidad es dejar que las escuelas colapsen para justificar su posterior privatización. Es una visión mezquina y ruín que pone de manifiesto que en la actualidad no hay otra estrategia que guíe a los que gobiernan que no sea la industria del fracaso educativo como precondición para el saqueo de fondos. Esto pasó con la imposición de Luma Energy y sabemos que quieren hacer lo mismo con la educación pública. Pero en educación, las variables son distintas.

Por otro lado, es harto conocido el efecto de los desastres naturales y la pandemia sobre el aprovechamiento académico de nuestros estudiantes. Tanto en Puerto Rico como en países del resto del mundo el efecto del confinamiento por cerca de dos años de niños en edad escolar tiene bajo amenaza a toda una generación en pleno proceso de aprendizaje. En el Departamento de Educación se han tomado medidas en la dirección de atender los rezagos por vía del Refuerzo Académico Extendido, lo cual consideramos correcto, no obstante, queda un tramo largo por recorrer. No se puede atender el rezago académico de forma adecuada si las escuelas no tienen energía eléctrica como ocurre en la escuela República de Colombia en San Juan, que lleva meses sin el servicio y los estudiantes perdiendo tiempo lectivo. No se puede atender de forma adecuada el rezago educativo si tenemos escuelas elementales saliendo al medio día, como durante meses estuvo la escuela Rafael Rivera Otero de San Juan. Esto ocurre ya que tenemos una empresa corrupta como Luma Energy, pasando la papa caliente para no atender el problema de electricidad en las escuelas y una administración que la encubre. No se puede atender el rezago académico si nuestros talleres vocacionales no cuentan con los recursos didácticos necesarios para cumplir con su programa. Así hay múltiples ejemplos, de las formas más diversas y variadas.

A pesar del fracaso de este modelo de negocio y los problemas recurrentes en la infraestructura, las propuestas del magisterio para atender estos problemas siguen cayendo en oídos sordos. Por ejemplo, la Federación de Maestros ha planteado en innumerables ocasiones que debemos aprovechar los cambios demográficos que han redundado en una baja en la matrícula para reducir de una vez por todas la cantidad de estudiantes en cada grupo. Esto permitiría ofrecer una atención más individualizada al estudiantado. También hemos exigido la reducción de la enorme carga administrativa pues esta limita grandemente el tiempo que se le dedica a la docencia.

También hemos planteado fortalecer la autonomía escolar en todas sus variantes para atemperar los currículos, el presupuesto y la vida escolar a la realidad que enfrenta su comunidad escolar. El sistema de compras actual es uno obsoleto y que se encuentra totalmente burocratizado. Solo sirve para mantener el sistema de prebendas que solo benefician a los donantes de ambos partidos que guisan de la adquisición de estos contratos de suplido. Al final de cuentas, los materiales que necesitan nuestras escuelas para su funcionamiento nunca llegan o llegan tarde. Sabemos que esto es parte de un esquema que mantiene de rehén a nuestra niñez y que tendremos que derrotar luchando en la calle.

Para cambiar esta realidad, hay que transformar el enfoque radicalmente y devolver nuestras escuelas a donde pertenecen, a sus comunidades. Es imposible mejorar el aprovechamiento académico de nuestros estudiantes si no se mejoran las condiciones de trabajo del personal docente y no docente. Se debe de tener claro que nuestras condiciones de trabajo son las condiciones de estudio de nuestros estudiantes. Una realidad condiciona la otra. La posibilidad de tener una educación pública de calidad es real si convertimos nuestras escuelas en espacios democráticos que sirvan para atender los retos que enfrentamos como pueblo y les otorgamos las herramientas necesarias. Debemos entender de una vez y por todas que la educación pública es nuestro principal proyecto social y cultural, y que sobre ello está determinado en gran medida nuestro futuro como sociedad.

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