Opinión

Narco con piel de mujer

Lea la opinión del periodista Julio Rivera-Saniel

Julio Rivera Saniel
Julio Rivera Saniel Metro Puerto Rico

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Sí, insistiré sobre el tema.

Lo reconozca el Estado o no, nos hayamos acostumbrado los ciudadanos a su presencia constante, haya o no haya una declaración de emergencia para atenderlo, el crimen asociado al narcotráfico es nuestro problema de seguridad principal. Y para atenderlo –como va siendo la norma con el resto de nuestros grandes problemas- no parece haber un plan para atacarlo. Porque hacer lo mismo que no ha funcionado por medio siglo no puede ser ni remotamente un plan. Si lo fuere, el plan es fracasar.

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Para comprenderlo, primero es preciso ver los números. La propia Policía ha admitido que el 77% de los asesinatos que se reportan anualmente en la isla están asociados al narcotráfico. Y los vemos en forma de asesinatos, masacres, heridos colaterales de la guerra en el bajo mundo y hasta en los muertos semanales que aparecen sin identificación con todas las señales posibles de fallecimientos por sobredosis. Hasta el momento esta violencia ha afectado a los hombres jóvenes. Usted seguramente reconoce que le problema existe, pero son tantas y tan frecuentes las muertes que ya son invisibilizadas.

Las muertes se dan por decena cada semana. Hombres jóvenes que  no superan los 30 años y que cada vez son de menor edad. Niños aun con 16, 13 años. Muertos por su papel en ese mundo de adultos al que son llevados en una clara manifestación de la trata humana. Ahora, sin embargo, el narco ha comenzado a añadir a las mujeres como protagonistas y victimas de esa violencia que sigue ganando terreno. Hace unos días conversaba en Radio Isla 1320 con la procuradora interina de las mujeres, Madeleine Bermúdez y fue ella quien reveló los datos que revelan este problema que gana terreno de manera rápida.

Destacaba que al 14 de noviembre la isla había reportado 65 muertes violentas de mujeres. Para efectos de la discusión me parece pertinente dejar claro que en su concepción más amplia que es la que proponen algunos grupos locales e internacionales) el término “feminicidio” se refiere a cualquier muerte violenta de una mujer. En ese caso, un feminicidio íntimo es la muerte violenta de una mujer a manos de su pareja o expareja. Si nos aferramos a esa acepción, de los 65 feminicidios que han tenido lugar en Puerto Rico en lo que va de año 15 son “íntimos”, pero el grueso de los casos -50- está vinculado a la violencia del narco. 

O lo que es lo mismo, 50 mujeres han muerto porque están asociadas directa o indirectamente al el mundo que controla la venta de drogas ilícitas. Ya bien sea como protagonistas del negocio, usuarias o parejas de narcotraficantes. Ese, afirma la procuradora, es un problema nuevo en un escenario cuyas víctimas principales han sido los hombres jóvenes.

Tenemos que ver que las mujeres tenemos otra problemática, el cómo las empoderamos económicamente, cómo las hacemos independientes para que no tengan que depender de este tipo de negocios ilegales en esa parte o, peor aún, que no tengan que ser parte de una relación con una persona que esté implicada en el bajo mundo porque tenga una dependencia económica”, reflexionaba la funcionaria al tiempo que aseguraba que de cara a futuro a la hora de atender el problema de la violencia contra las mujeres debe insertarse este elemento asociado a su vínculo creciente con el bajo mundo.

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Los ejemplos de esto son recientes y frescos. Tome usted el caso de la mujer que murió junto a su esposo –presunto narco- en el estacionamiento de un centro comercial luego de hacer compras con sus hijos. O la joven de 21 años que murió baleada en Cayey mientras su novio –según el policía, potencialmente vinculado al bajo mundo- intentaba huir de una ráfaga de tiros. O el caso del asesinato en Ponce de un joven militar en el que se ha acusado en ausencia a una pareja de madre e hijo. Es la mujer quien tiene un abultado expediente asociado al mundo de la droga.

El dato de las mujeres y el narco sorprenderá a muchos. Pero aunque puedo comprender por qué, me parece que el hecho que el narco les alcance cada vez de manera más frecuente al punto de ser la principal causa de los feminicidios locales, es la consecuencia de haber ignorado durante décadas el problema que  ya existía y que ya nos arrebataba a hombres jóvenes en número obscenos. Es también el resultado  de la falta de acceso a oportunidades de trabajo y una buena educación que garantice movilidad social. Problemas viejos que terminan por alcanzar nuevas víctimas. Pero seguimos sin un plan que no sea repetir el plan que no funciona. En cualquiera de sus variantes.

En días recientes el Gobernador ha apostado a solicitar a Washington más dinero para reforzar la lucha en las fronteras –actualmente desatendidas si se compara con el nivel de efectivos que teníamos en el pasado- y estrategias asociadas. Pero, una vez más, aunque ese dinero podría ayudar en la estrategia inmediata, seguimos perdiendo de perspectiva que esta estrategia por sí sola no acabará con el problema. Que quienes han alcanzado éxito lo han hecho porque han entendido que debe atacarse el negocio haciendo que deje de serlo.

Aquí seguimos engañándonos con esa discusión que insiste en que ganaremos con más policías, más  patrullas y más pistolas. La misma estrategia que no solo ha hecho que perdamos, sino que ha garantizado que esa industria siga ganando terreno. ¿Hasta cuándo?

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