Opinión

Opinión de Alejandro Figueroa: Nada Cambia...

Lee aquí la columna del abogado estadista.

Alejandro Figueroa | Columnista

En tres libros que abordan las campañas presidenciales de 2012, 2016 y 2020, los politólogos Lynn Vavreck y John Sides han dado al traste con una serie de hipótesis que los expertos politólogos y los periodistas han utilizado para explicar la política estadounidense y sus resultados.

PUBLICIDAD

Por ejemplo, está esta hipótesis sobre la campaña más reciente: la convicción entre muchos demócratas moderados de que su partido sufrió negativamente como consecuencia de las protestas de Black Lives Matter tras el asesinato de George Floyd en mayo de 2020.

Según Sides, profesor de la Universidad de Vanderbilt, esta hipótesis es incorrecta y para probarlo utiliza tres conjuntos diferentes de datos cuidadosamente recopilados para probar su punto. Primero, el margen de Joe Biden sobre el entonces presidente Trump en las encuestas preelectorales aumentó, no disminuyó, durante el verano de protestas. Segundo, cuando Sides, y Vavreck examinaron los datos condado por condado para su último libro, “The Bitter End”, que analiza la contienda del 2020, descubrieron que en los condados donde se llevaron a cabo protestas, Biden en realidad aumentó la margen demócrata en comparación con lo que logró Hillary Clinton en esos mismos condados en 2016.

Tercero, cuando observaron a los votantes que fueron encuestados en 2016 y nuevamente encuestados en 2020, encontraron que las opiniones sobre Black Lives Matter simplemente se habían recrudecido según las líneas del partido. Como casi todo lo demás, las protestas solo profundizaron las divisiones políticas existentes.

La realidad que presenta el análisis detallado de los resultados es que simplemente no hay movimiento. Nada está cambiando. Transcurrieron eventos nunca antes vistos durante el la campaña de 2020, incluida una pandemia mundial y las protestas por la justicia racial, y nada se movió, todo permaneció igual. Esa puede ser la realidad definitoria de la política estadounidense actual, a lo que Vavreck y Sides se refieren como “calcificación”.

Tomemos otro ejemplo de teorías o hipótesis que hay que descartar al analizar la data: Biden superó en publicidad a Trump por una cantidad masiva en 2020, una brecha más grande que cualquier contienda presidencial reciente. Al analizar la datos nos damos cuenta de que no hay señales de que existiera tal brecha publicitaria. Lo que es más, al analizar el voto condado por condado en los EE. UU., nos damos cuenta de que solo hay diferencias muy pequeñas entre los márgenes en 2020 y los márgenes en 2016, un grado de estabilidad que es casi inaudito en los anales de las elecciones presidenciales.

Como lo describe Vavreck, esa calcificación surge de varios aspectos clave de la política actual. Los dos principales partidos políticos son cada vez más homogéneos en ideología. Los conservadores se han pasado abrumadoramente al lado republicano y los liberales al demócrata. Incluso cuando los partidos se vuelven menos uniformes en términos de raza o etnia, los cambios solo fortalecen esa similitud ideológica: los votantes latinos que se han pasado al Partido Republicano en los últimos años son en su mayoría conservadores, por ejemplo.

Además, los dos partidos tienen casi la misma fuerza política. Los demócratas han ganado más votos que los republicanos en siete de las últimas ocho elecciones presidenciales, pero la estructura del colegio electoral y el Congreso le dan al Partido Republicano un impulso lo suficientemente grande como para mantener a los partidos prácticamente parejos.

Como resultado, para ambos partidos, no hay ningún incentivo para revisar o rehacer las estrategias y cambiar los mensajes, como hicieron los demócratas tras perder una serie de elecciones en las décadas de 1970 y 1980. La data indica que la victoria siempre está al alcance de la mano. Este patrón da lugar a repetidas elecciones de alto riesgo, disputadas en tonos apocalípticos y con posiciones atrincheradas, sin que ningún partido esté dispuesto a ceder un ápice.

Y si bien un tema recientemente destacado podría cambiar potencialmente la combinación de votos, el impacto suele ser menor de lo que podrían predecir las encuestas de opinión. Eso se debe a que muy pocos temas realmente importan tanto a los votantes como las divisiones sobre raza, inmigración e identidad que dividen a los estadounidenses.

Entonces, ¿cuál es la salida? ¿Cómo pueden los estadounidenses salir de un patrón de divisiones cada vez más amargas entre dos partidos atrincherados? Eso está por verse; tendremos que analizar las estrategias de campaña desplegadas en las elecciones de medio término del 2022 en conjunto con los resultados de esos comicios electorales.

Tags

Lo Último