A casi tres semanas del paso del huracán Fiona, Biden visita la pista del aeropuerto Mercedita de Ponce, en donde luego de 17 minutos de un pequeño discurso, abrazó a la congresista Nydia Velázquez e inmediatamente pidió que lo sacaran de allí. Dos horas luego, había abandonado la Isla. Todos debaten la importancia de su visita. Hablan de que Biden “sí que es amigo de Puerto Rico”. Solo puedo pensar en el dicho “Del agua mansa líbreme, Dios, que de la brava me libro Yo”. Biden viene a Puerto Rico con un récord de total incumplimiento con sus promesas principales para con Puerto Rico, y muy pocos se cuestionan la sinceridad de sus palabras.
Biden prometió en su campaña a la presidencia que ordenaría inmediatamente a la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias, el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de los EE.UU., y a todas las agencias federales involucradas en la reconstrucción de Puerto Rico que trabajarían en estrecha colaboración con Puerto Rico y los gobiernos municipales para garantizar que se desplieguen los fondos federales de manera eficiente, eficaz y en pleno cumplimiento. No lo hizo.
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El presidente garantizó durante su campaña que los fondos de recuperación beneficiarían a las empresas locales, ya que, a septiembre de 2020, aproximadamente el 10% del gasto federal de ayuda y recuperación se había destinado a empresas puertorriqueñas en forma de contratos y compras. No lo ha hecho.
La realidad es que Biden no es más amigo de Puerto Rico que lo que fue Trump. En su campaña para la elección, la cual fue dirigida por Alejandro García Padilla, Rafael “Tatito” Hernández, Carmelo Ríos y Charlie Rodríguez, el presidente se comprometió además a: (1) liberar muchos millones para Puerto Rico; (2) retirar el certiorari presentado por el secretario de justicia federal ante el Supremo en el caso de Vaello sobre los beneficios complementarios al seguro social; (3) llevar a cabo una auditoría de la deuda de Puerto Rico; (4) unirse a las posiciones del gobierno de Puerto Rico frente a las posturas de la Junta de Supervisión Fiscal, pues él alegadamente no estaba satisfecho con el desempeño de la Junta; (5) eliminar los requisitos impuestos por la administración de Trump sobre Puerto Rico para el desembolso de los fondos de reconstrucción, tratando a Puerto Rico igual que a los estados en ese asunto; (6) respaldar un proyecto de estatus que estuviese fundamentado en la autodeterminación de los puertorriqueños.
Particularmente revelador es que Biden visite a Puerto Rico, y ninguno de los que se encargaron de su campaña en la Isla estuviesen ni cerca de su persona. Ni una fotito de agradecimiento, o de compromiso con el cumplimiento de sus promesas de campaña. ¿Por qué? Porque su visita poco tiene que ver con la política local, y todo con la política de allá. Biden viene en medio de una campaña de medio término, en donde el partido demócrata se juega la vida en la cámara de representantes, y que afecta el futuro político de Biden en la presidencia. Su vista a Puerto Rico es dos días antes de visitar el estado de Florida, cuyo Gobernador es uno de sus principales contrincantes, y donde viven una gran cantidad de puertorriqueños.
Mientras tanto, van tres semanas del huracán, y el área rural y costera del suroeste de la isla sigue a oscuras y sin saber cuándo tendrán energía eléctrica. No podemos seguir jugando el mismo juego. Si nosotros no procuramos el bienestar de nuestra gente, nadie lo va a hacer por nosotros. Seguiremos siendo un photo op, con congresistas, cables eléctricos, generadores y todo lo que encuentren.