Esta semana la Comisión de Desarrollo Económico, Planificación, Telecomunicaciones, Alianzas Público-Privadas y Energía de la Cámara de Representantes puso en evidencia lo que veníamos denunciando por meses: ni el gobernador ni la Autoridad para las Alianzas Público-Privadas (AAPP) tenían la más mínima intención de fiscalizar a LUMA Energy.
No fue hasta que la tolerancia del país llegó a niveles insostenibles, cuando recibían un pésimo servicio y una factura más cara, que entonces el gobernador comenzó a decirle a este contratista que “su paciencia se estaba acabando” y LUMA no tuvo más remedio que darle la cara al país. Del mismo modo, su delegación legislativa decidió, en vez de seguir defendiendo el contrato de LUMA, enfilar sus cañones hacia la figura del director ejecutivo de las AAPP, Fermín Fontanés, para que renuncie por no cumplir con su deber. ¡Milagro!
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En múltiples ocasiones denuncié, incluso en este espacio, que a principios de este cuatrienio Pierluisi nombró un comité para la fiscalización del contrato de LUMA que al día de hoy no ha hecho nada.
Recientemente, ante la indignación del país, nombró a un secretario auxiliar de asuntos energéticos que desde Fortaleza pretende hacer el trabajo que se supone haga la AAPP, Fontanés y hasta el supuesto comité nombrado por Pierluisi.
Al mismo tiempo LUMA, en respuesta a la “paciencia” del gobernador, nombró otro bendito comité de cuatro personas sin la experiencia adecuada para lidiar con el servicio deficiente que ellos mismos brindan a Puerto Rico. El resultado de todo esto ha sido el mismo de hace un año y medio, apagones más prolongados, un servicio deficiente y un golpe al bolsillo del consumidor.
En resumen, el liderato del PNP ha quedado al descubierto. No tenían ninguna intención de fiscalizar al contratista que le brindaría a los puertorriqueños un servicio esencial como lo es la energía eléctrica. Los daños colaterales del caos en nuestro sistema eléctrico se sentirán en nuestra economía y en la calidad de vida de nuestra gente.
Aunque coincidimos en que Fontanés hace tiempo debió salir de su posición por incumplir con su responsabilidad; tampoco se trata de que el gobierno lo señale como único responsable del desastre y evada así su enorme cuota de culpa. Ninguna pantomima ocultará la realidad que el país conoce: la responsabilidad final de toda esta debacle energética, es del gobernador Pierluisi.