Los avances tecnológicos han incorporado el piloto automático a casi todo medio de transporte. Ahora bien, por ser una herramienta reaccionaria, el piloto automático solo responde a estímulos externos, es decir, a variaciones tangibles de condiciones predecibles. Por ello, y a pesar de su precisión, la tecnología del piloto automático aún no realiza una destreza fundamental: la planificación. Como el piloto automático no puede planificar para el futuro, la probabilidad de cambios dramáticos en las condiciones, la necesidad de maniobras complicadas, o la exploración de nuevos entornos requieren abandonar la tecnología y recurrir a la confiable racionalidad humana.
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En las últimas semanas, el Gobernador parece haber encendido su “piloto automático” para desentenderse del País, de sus responsabilidades, y de sus compromisos y avanzar sin planes, ni miramientos.
Nuestros servidores públicos, nuestros trabajadores que dependen de propinas, nuestra clase obrera que sigue echando pa’lante al País, no puede sobrevivir con sus salarios de miseria, y el Gobernador, inamovible.
Nuestros pequeños y medianos comerciantes, estrangulados por los altos costos energéticos y frustrados porque otro apagón les hizo perder otro día más de producción, y el Gobernador, indiferente. Una crisis salubrista que ya cobra vidas en el Centro Médico, y el Gobernador ni por allí se asoma.
Un bochornoso inicio de clases sin maestros nombrados, con escuelas en peligrosas condiciones, con un Departamento de Educación con más escándalos que directrices. La criminalidad en vertiginoso aumento, tiroteos a cualquier hora, escalofriantes y devastadores casos de violencia de género y agresión sexual a menores, y el Gobernador ni se preocupa ni toma acción.
“Eso no es conmigo”, parece decir el piloto automático de Pierluisi, mientras sus jefes de agencias malgastan recursos públicos adelantando candidaturas políticas; mientras su gobierno tiene que devolver fondos federales por no saber administrar su distribución; mientras ostenta escoltas, lujos y derroches; y mientras sus amigos y confidentes se declaran culpables de enriquecer su campaña política con donaciones ilegales.
Es tiempo de tomar el control del volante. El camino está trazado por el reclamo de un País que necesita un gobierno que le responda y que maniobre sin miedo. Apaguemos el piloto automático de la indiferencia de esta administración, bajemos del avión a los que no le responden al País, y marquemos la ruta de un buen gobierno sensible, en constante comunicación con el pueblo, y preparado para los retos del porvenir.