Hay una corrupción en Puerto Rico que es totalmente intolerable: la de los políticos. La otra corrupción, que tiene más impacto directo en los ciudadanos, pues más o menos nos importa. No es que la aceptemos, pero tampoco le metemos con tanta intensidad como cuando se trata de una figura de la política. Tanto la corrupción en el gobierno y la política, como la del sector privado son igual de aborrecibles.
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Esta semana las autoridades federales, que no han descansado mucho en los últimos meses, amanecieron poniéndole “las cocolías” en las manos a miembros de lo que parece ser una mafia en los muelles. Esa “mafia” operó desde el 2005 con la participación del entonces presidente del sindicato ILA. Luego, su sucesor, Carlos Sánchez Ortiz, continuó honrando la acción mafiosa, según el gobierno federal. De hecho, Sánchez Ortiz fue arrestado ayer.
Me sospecho que esta no era la única mafia ni el único esquema corrupto que debe existir en los muelles. Pensar que con este operativo se extirpó el cáncer de la corrupción allí, pues sería pensar, luego de Víctor Fajardo, el Departamento de Educación se sanó de dicho mal. Usted conoce la historia reciente. En otras áreas de los muelles debe haber putrefacción también. Por ahí entra y trasborda gran cantidad de carga para la isla y otras jurisdicciones, por lo que se presta para actos corruptos. Y eso no es así aquí solamente, eso debe ocurrir en todas las jurisdicciones con zonas portuarias.
¿Cuál era el esquema principal revelado ayer? En los muelles hay compañías navieras que reciben, descargan y cargan embarcaciones. Esas compañías pueden utilizar empleados unionados o miembros de la propia tripulación para el trabajo. Parte de los acusados crean una empresa fantasma, sin empleados. Luego van a las compañías navieras a indicarles que tienen que usar empleados unionados, que les cuestan mucho más caro. No obstante, le tienen una solución más económica: la compañía puede utilizar su tripulación, pero tienen que pagarle de todos modos a la empresa fantasma una tarifa. Al naviero le salía más barato usar su tripulación y pagar la tarifa a la empresa fantasma. ¿Qué pasaba si el naviero se negaba? Si no pagaba la tarifa, los que crearon la empresa fantasma, lo amenazaban con un piquete y paralización de operaciones por parte de empleados unionados de ILA. Ahí entraba la figura del presidente de la unión a dar apoyo a los extorsionadores. Según las autoridades, el presidente del sindicato está grabado participando del esquema. La realidad es que lo único que necesitaba el naviero para usar su tripulación era solicitar un permiso al Departamento del Trabajo federal y ya. No había que pagar tarifa ni extorsión alguna.
A mí algo no me cuadra. Esta operación ilegal llevaba casi 20 años y uno de sus fundadores fue el presidente anterior de ILA, que falleció. ¿En serio que de todas las compañías navieras en todos esos años ninguna sabía que lo único que necesitaban era una autorización del gobierno federal? ¿Quiénes eran sus abogados laborales? ¿Esos abogados no sabían, no leyeron, no hicieron research, análisis? ¿O todos sabían y se quedaron callados?
La otra posibilidad es que todos sabían pero algo temían. ¿Qué temían? Denunciar confidencialmente la operación hubiera desembocado en lo que desembocó ayer: el desmantelamiento de una mafia que extorsiona, según el pliego, personas arrestadas y el “fin” de ese abuso contra los navieros y contra ciudadanos que tienen que pagar más caro sus productos porque este esquema corrupto encarece todo.
“Se comportaba como una mafia”, dijo el jefe del FBI, Joseph González sobre cómo operaba esta organización. Claro, la mafia de verdad, en su época más nefasta, destruía, agredía y asesinaba. Yo no planteo que este sea el caso porque lo más que hacían era amenazar con piquetear y paralizar las operaciones para afectar económicamente a los navieros que se alega extorsionaban. Algo así como cuando sindicatos amenazan con afectar al pueblo no brindando servicio si no le dan lo que quieren. Pero en este caso algo muy poderoso hacía que por casi 20 años las víctimas se sometieran a ser coaccionados y extorsionados sin denunciar. ¿Para “llevar la fiesta en paz” porque al final paga último en la cadena, el consumidor? Es una posibilidad.
Las mafias en los muelles le cuestan más a usted porque estos esquemas terminan yendo directamente, y a corto plazo, a su bolsillo. Aquí la consigna ha sido que el bolsillo no aguanta y se arremete contra los políticos, con razón, pero entonces se revela algo que le cuesta más al ciudadano y la vara es distinta.
Es una tragicomedia ver indignación luctuosa, con razón, por una semana completa cuando unos alcaldes se corrompen por 30, 60 o 100 mil dólares, y con esta organización, que sobrepasa el millón de dólares en el tumbe, que nos cuesta a todos , la calentura la tímida indignación dura menos de 24 horas. Ambas nos afectan y ambas deben indignarnos de igual manera.