Opinión

Opinión de Juan Frontera Suau: Confortablemente Adormecidos

Lee aquí la columna del vicepresidente de Proyecto Dignidad.

Portada de la columna de Juan Manuel Frontera Suau, con su rostro y cargo en el partido Proyecto Dignidad.

Siempre es difícil mirar la historia inmediata con asertividad profunda. Solo el tiempo devela con claridad las profundas contradicciones que lleva el ser humano en su naturaleza, sus motivaciones, circunstancias particulares, efectos externos y demás elementos que afectan su conducta, decisiones y motivaciones. Así pasa también con los pueblos.

Puerto Rico ha enfrentado uno de los eventos más impactantes en su historia, la quiebra de su gobierno, corporaciones e instituciones en medio de un experimento colonialista fracasado. Mucha gente dice que Puerto Rico no está en quiebra, que quien está en quiebra es el gobierno: pues Puerto Rico tiene recursos naturales y humanos suficientes como para ser próspero. En principio estoy de acuerdo, pero sería ilusorio hacer un desdobles de nuestra existencia tan claro y tajante.

Los efectos de la quiebra económica del gobierno de Puerto Rico han sido paliados con un suero amorfinado de fondos federales que baja lentamente, gota a gota, calmando el dolor cuando se torna irresistible. Su fuente ha sido la desgracia, primero huracanada, luego tectónica y por último pandémica. Casi casi nos deja apretando el botón conectado al suero con desespero para de alguna manera desconectarnos de la realidad. A su vez, algunos piensan que nuestra solución inmediata está en que el próximo desastre nos ataque pronto para asegurar el suplido reconfortante del adormecedor billete verde.

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Ni esos desastres naturales, ni los electroshocks de PROMESA, ni la corrupción gubernamental burda que lleva a confesos criminales corruptos por soborno gubernamental pulular entre partidos sin que se les sonroje la cara, ni la indiferencia y negligencia criminal craza en la ejecutoria gubernamental y otorgación de contratos de privatización, ni la negociación de nuestra deuda gubernamental de manera inoficiosa nos logra sacar del entumecimiento colectivo en el que vivimos a diario.

La quiebra de Puerto Rico no es sólo económica, es del alma. Es una alma desgastada por la erosión de la esperanza. Es un alma cansada de vagar dolida y que ha preferido vivir confortablemente adormecida en el tiempo. Ese adormecimiento cada vez va afectando más profundamente la capacidad de ser despertada y el deseo de avivar el fuego de la esperanza de vida. Algunos intentan despertarla con el llamado al conflicto, la violencia, el desmembramiento de nuestras instituciones, el desenfreno y el caos. Otros, que se benefician del adormecimiento, hacen un llamado a mantener el estado catatónico para evitar mayor dolor y seguir disfrutando del viaje cantazo a cantazo. Mientras tanto nuestros jóvenes se matan en las calles, nuestras hijas no están seguras, ni en el resguardo más íntimo de su hogar, nuestros menores sufren la desintegración familiar fruto de experimentos sociales vestidos con estropajos de “medidas de avanzada”. La vida se devalúa ante nuestros ojos.

No podemos acostumbrarnos a la corrupción, la maldad, el caos, la conducta anti-social burda y el inmovilismo como sociedad. Debemos abrir los ojos, sacudirnos de este confortable adormecimiento del alma dolida y quebrantada. Quien aspire a dirigir a este pueblo debe tener la capacidad de hablarle a su alma para llamarla a una esperanza de vida, de emprendimiento, de solidaridad comunitaria, de reivindicación de nuestras instituciones y de la capacidad de desear vencer la indiferencia y el cinismo cada día.

Se que hay muchos que, con esperanza, se niegan al adormecimiento del alma. Debemos hablar, tomar acción, expresarlo en arte, prosa, verso y vida. Alguien tiene que empezar a hablarle al alma de este pueblo a un son distinto al que monótonamente estamos acostumbrados. Hay una manera más excelente de vivir.

¡Hagámoslo con fe!

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