En el Gobierno nadie parece haberlo notado. Aunque ante la gravedad y lo evidente de lo que ocurre, más parecería que es un asunto que prefieren ignorar. A conciencia. Aunque cueste vidas.
Hablo de la creciente crisis en el acceso a servicios de salud en la isla. Aunque llevamos décadas arrastrando un sistema con un déficit millonario, la novedad no es la escasez de recursos económicos para sustentar la reforma de salud. Hablo de la escasez de médicos para brindar un servicio de calidad a los ciudadanos. De ese que en lugar de poner las vidas en riesgo, las salva. Estoy seguro que usted conoce a alguien que pasa por el suplicio de acceder a servicios de salud a tiempo. Tal vez usted mismo es la víctima. Lograr una cita médica es una verdadera misión que requiere iguales dosis de persistencia y de acceso privilegiado. Una verdadera tragedia pero, lograr una cita médica resulta casi tarea imposible si no se conoce a alguien, que conozca a alguien que haga el camino más corto. De lo contrario –sin las susodichas palas- miles de personas aguardan meses por lograr una cita médica.
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¿El resultado? Depende de a quien le pregunte. Si habla con los pacientes en espera, se tratará de una exacerbación de condiciones médicas que no son tratadas a tiempo. En muchos casos, la muerte misma. Para los planes médicos, el resultado podría ser definido por sus contables como “eficiencia”.
Así lo ha denunciado Carlo Bosques, fundador de la organización “Proyecto Arbona” y medico en potencia. El, al igual que decenas de jóvenes de su generación, estudian medicina con la esperanza de quedarse en casa. Y de esos no hay escasez. Puerto Rico gradúa todos los años decenas de jóvenes médicos que aspiran a tener su práctica en la isla. Muchos son producto de la Universidad de Puerto Rico y son conscientes de la inversión que ha hecho el país en su formación. Pero para quedarse no basta con tener ganas. Esas no son suficientes para romper el gigantesco muro de muchos de los planes médicos que ponen peros a los recién graduados y no les aceptan en su red. Y si no les aceptan, ¿Cómo generan ingresos? ¿Cómo pueden beneficiarse de beneficios contributivos asignados a los médicos como alegado incentivo para evitar la fuga de galenos si el incentivo contributivo de cero ingresos sigue siendo cero? “Muchos de nuestros compañeros se gradúan y luego se tienen que ir porque no consiguen trabajo”, me contaba Bosques el lunes en mi programa mañanero en Radio Isla 1320.
“De los que se quedan, los planes médicos no les permiten entrar a su red. Así que tienen que irse del país”, me contaba. Y usted dirá: ¿Cómo hace sentido evitar la entrada de nuevos médicos en la red en momentos de “escasez” de médicos? ¿Cómo podría alguien oponerse a que estén disponibles más médicos y que eso ayude a reducir el tiempo de espera de las citas médicas? Según Proyecto Arbona la respuesta es tan sencilla como aterradora y brutal. Si hay más médicos hay más gastos para los planes médicos, afirma. “Si ellos tienen menos proveedores tienen menos gastos. Menos pagos que hacer. Si tienen más médicos gastan más dinero”. Una lógica pasmosamente brutal pero honesta. Los pacientes son, afirma, números y centavos en medio de un complicado sistema que premia el ahorro, aun cuando e se ahorro pueda traducirse en servicio médico deficiente. Y en salud esas deficiencias pueden provocar muertes.
Así de sencillo.
Entonces, al ver estas denuncias (a las que se han sumado diferentes voces a lo largo de los años) resulta increíble ver como el Gobierno, el llamado a velar por los intereses de todos, falla hace años en cumplir con su responsabilidad. Algunos atribuyen esa falla a desconocimiento sobre el tema. Otros a las millonarias aportaciones que llegan desde aseguradoras a campañas políticas. Algo así como un billetazo que sirve de soborno y compra conciencias. No sé cual sea el caso, pero la inacción gubernamental histórica sobre este tema ya apesta. ¿Cómo el Estado consciente esto? ¿Cómo la Junta de Control Fiscal pone peros a las intenciones de evitar el acceso en garras de las aseguradoras? No hacer nada es el equivalente a consentir las consecuencias de un sistema que penaliza el acceso y aplaude el ahorro a cuesta de vidas. Y eso, señores, es poco menos que inmoral.