En días recientes surgió el reclamo de la comunidad de El Condado en San Juan por la venta de un solar, cuya titularidad le pertenecía al Estado. Quiere decir, un pedazo de tierra del cual todos éramos propietarios. Penoso es el hecho de que lo que fue patrimonio de todas las personas en Puerto Rico, pasara luego a manos privadas con intereses que se alejan del uso público, pero más penoso aun es el tipo de transacción del que se trató. Un solar en una de las zonas más caras del país, regalado al postor que escogió el gobierno. Parece más una donación simulada que una compraventa.
Este caso no es aislado. Conozco de primera mano tres ejemplos de bienes que en algún momento fueron públicos y que luego de transacciones similares terminaron en manos privadas para propósitos que se alejan mucho del uso común. Se trata de lo que algún día fue la escuela elemental Martín Brumbaugh en Puerta de Tierra y las escuelas Carmen Gómez de Tejera y Rafael Del Valle en Aguadilla. Shinrai Holdings y Mr Bull LLC, dos corporaciones vinculadas a la misma persona (un beneficiario de la Ley 22) le presentaron al gobierno la “novedosa” propuesta de convertir lo que alguna vez fueron lugares de enseñanza para nuestra niñez en hospederías para turistas. El Gobierno representado por Christian Sobrino, Raúl Maldonado y Manuel Laboy, los que componían en ese entonces el mítico CEDBI, aceptaron la propuesta y Shinrai pudo comprar la Brumbaugh por apenas $500,000 (menos de lo que cuesta un apartamento en el edificio de en frente) y en el caso de Aguadilla, Mr Bull recibió un “2 x 1″ y le vendieron las dos escuelas por la escasa suma de $780,000. Una ganga tratándose de edificios tan cercanos al mar.
En los cuatro casos lo único común es la amenaza existente a los espacios comunes. Parques y escuelas que serán convertidas en hoteles y la amenaza a nuestras costas. Esto retrata de cuerpo entero la visión de este Gobierno sobre lo que aspiran para el futuro de Puerto Rico. Un Puerto Rico sin escuelas, sin costas, sin viviendas, en fin, un Puerto Rico sin puertorriqueños como se dijo alguna vez.