Si miramos más allá de la discusión de si el aborto queda prohibido o no en los estados, o si estamos de acuerdo o no con la decisión reciente del Tribunal Supremo de Estados Unidos revocando el caso de Roe vs Wade, otra forma de verlo es que la resolución judicial pone en manos del pueblo la decisión.
La determinación no prohíbe el aborto, más bien delega en los estados y territorios la decisión de elegir qué quieren hacer al respecto. Esos estados son gobernados por políticos que llegan a sus puestos pasando por un proceso donde el pueblo decide quiénes los gobernarán. Fue precisamente eso lo que llevó a convertir el Tribunal Supremo de Estados Unidos en uno de mayoría conservadora con nuevos jueces ultra conservadores nominados por el ex presidente Donald Trump y confirmados por un senado dominado por el Partido Republicano. Tanto Trump como ese Senado fueron elegidos en elecciones.
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En Puerto Rico, mientras la legislatura y el gobernador no cambien el estado de derecho, el aborto seguirá siendo legal. De hecho, el Proyecto del Senado 693, de la senadora Joanne Rodríguez Veve, no prohíbe el aborto. La medida lo que busca es restringirlo pasadas las 22 semanas de gestación. Incluso, aún pasadas las 22 semanas (5 meses y medio), bajo indicación médica, una mujer sí puede practicarse el aborto.
En mi opinión, una mujer que no quiere tener una criatura, por la razón que sea, no tarda 5 meses y medio en decidir si lo va a tener. Después de los 5 meses, me inclino a pensar, si una mujer decidiera no tener su criatura, sería por alguna indicación médica. Actualmente, e incluso en el Proyecto 693, se permite practicar el aborto hasta días antes del parto, si fuera necesario porque el médico lo determina.
Habiendo delegado en los gobierno estatales el poder de permitir, prohibir o regular el aborto y esos estados estar compuestos por personas electas, dependerá de las personas que eligen a los gobernadores y a los legisladores si cambia ese estado de derecho que permite interrumpir un embarazo. ¿Elegirían los puertorriqueños un gobierno antiaborto?
Todo dependerá de cuán importante sea ese tema para los electores en general, más allá de los bandos que desviven sus pasiones sobre el tema. Hoy, entendiendo que los puertorriqueños no ven un serio problema con el derecho existente, me inclinaría a pensar que los electores en general optarían por dejar las cosas como están. Eso no quiere decir que no sería un tema medular en la discusión electoral luego de que el Supremo federal delegara en los estados el poder sobre el aborto. Será un tema igual o más intenso que el de la educación con perspectiva de género en las elecciones pasadas y los políticos no podrán evadirlo, tendrán que asumir posturas. ¿Ha pasado algo con el tema de la perspectiva de género posterior a las elecciones? Nada. Se discutió hasta la saciedad y una vez pasadas las elecciones todo está igual a como estábamos antes de las elecciones. ¿Ven al pueblo preocupado por la educación con perspectiva de género y considerando castigar en las próximas elecciones a los que abandonaron el tema? No digo que no sea importante, pero no veo al pueblo pensando en eso. Pienso que igual pasará con el tema del aborto. Se discutirá y pasadas las elecciones quedará igual.
El 2016 el entonces candidato Donald Trump rompió el paradigma del candidato político en la historia americana. Muchos entienden que Trump no era político, que decía lo que pensaba y que por esa honestidad ganó. Yo pienso que era un político más y todo lo que hacía y decía estaba fríamente calculado para provocar a un electorado específico. En el bando demócrata ganó la primaria Hillary Clinton y un sector de los seguidores de Bernie Sanders, molestos y descansando en que Trump no prevalecería, se quedaron en sus casas el día de las elecciones. ¿Se hubiesen quedado en sus casas esos demócratas que no votaron si hubiesen imaginado ese cambio de composición en el Supremo y las repercusiones, por ejemplo, con el aborto? Trump ganó en el 2016 y perdió en el 2020.
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En política nada está escrito y alguien pudiese argumentar que, como ocurrió con Trump, en la isla también se podría elegir un gobierno ultra conservador. La respuesta es que sí, sin embargo, un puertorriqueño puede ser muy demócrata en un tema y muy republicano en otro, y en el caso del aborto no veo al sector republicano local buscando ser más “come fuego” que el sector más ultra derecha de la nación para cambiar el estado de derecho local.
Les digo más, la representante del Proyecto Dignidad, Lissie Burgos, propuso una medida para castigar a una mujer que se practique un aborto con 99 años de cárcel. El propio presidente de su partido, el Dr. César Vázquez, tuvo que salir públicamente a expresar: “Nuestro partido no cree en la criminalización de la mujer que se somete a un aborto. Por el contrario, creemos en ayudar a las mujeres que han atravesado o están considerando atravesar un proceso de aborto, mientras defendemos con firmeza el derecho de la criatura por nacer”. Más que su opinión como médico, pastor o ser humano, la expresión de Vázquez que invalida la postura de Burgos se da como líder de un grupo político que va a elecciones. Eso dramatiza el potencial daño político que puede contraer electoralmente hablando.
El poder de cambiar el estado de derecho sobre el aborto en Puerto Rico estará en las manos del pueblo y no veo a ese pueblo buscando unas restricciones más fuertes o una prohibición total.