Opinión

Opinión de Julio Rivera Saniel: “Nada se puede. La batalla está perdida”

Lea la opinión del periodista Julio Rivera-Saniel

Julio Rivera Saniel

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Antes pensaba que era yo. Que los años -ya más de 20- de trabajar en esta profesión me habían vuelto cínico y poco tolerante cuando se trata de hablar de las soluciones ( o la ausencia de ellas) en medio de la larguísima lista de problemas apremiantes que tenemos. Pero no. No soy yo. Es este aparato de gobierno que nos deja detenidos en la misma esquina de indefención, hasta el punto de hacernos creer que sobre todo lo que nos pasa “no se puede hacer nada”. Indefensos y resignados. Pero me niego a la resignación que, después de todo, es solo una manera de no hacer nada. Imposible hacerlo una vez decides abrirte al resto del mundo y rechazar ese discurso que nos ancla en el conformismo. ¡Claro que podemos hacer! Y mucho. Lo que faltan no son ideas sino ganas. Lo que faltan no son propuestas. Las tenemos de frente. Solo nos falta la honestidad para reconocerlas aun cuando eso suponga dejar de creer en lo que siempre hemos creido.

Tome usted el caso de la criminalidad. Se nos ha hecho creer que tenemos que conformarnos con los asesinatos que todas las semanas se llevan casi una decena de hombres jóvenes en medio de la lucha por el narco. Por décadas se nos ha dicho que si hay un aumento en el crimen necesitamos más policías, más armas y, de ser posible, “activar la Guardia Nacional”. Entonces lo hacemos, pero al final no cambia nada. Lo olvidamos y el siguiente año con la siguiente crisis volvemos a sacar los mismos trucos del cinturón. Y una vez más, no funcionan. El ciclo se repite un año. Y luego el otro y el otro. Y nos quedamos parados en la misma esquina. Ignoramos que los países que han frenado el crimen vinculado al narco y que nos parecen lugares de ensueño cuando les visitamos de vacaciones (Suiza, Holanda, Portugal…) se atrevieron al menos a evaluar e implementar soluciones ancladas en una mirada salubrista y la despenalización de drogas. Ellos innovaron para derrotar sus problemas. Nosotros no. Como consecuencia, hemos fracasado. Hemos decidido convivir con nuestros males aun sabiendo que se puede hacer más.

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Algo similar pasa con nuestro sistema de salud. Por más de 30 años ha enfrentado problemas. Primero un déficit enorme ( $400 millones al año no son poca cosa) y más tarde escasez de profesionales de la medicina. Desde la oficialidad se ha querido atender el tema de la escasez de médicos con remedios insulsos. De esos que llenan el ojo pero no atienden el problema real. Se ha hecho creer que la fuga de médicos se atiende dando incentivos contributivos a los que ya trabajan. Pero se ignora que el problema real es que los galenos denuncian que los planes médicos no permiten a los doctores recién graduados entrar a su red. O lo que es lo mismo: hay escasez de médicos pero cuando los nuevos se gradún no pueden trabajar porque las aseguradoras no se los permiten. ¿Cómo puede hacer sentido no permitir que los médicos nuevos entren a las redes de los planes médicos, si los médicos escasean? ¿Hace sentido que las aseguradoras no permitan médicos nuevos en sus redes cuando es evidente que hay un ataponamiento en las citas que hace que los pacientes tengan que aguardar meses para conseguir cita? Póngase a pensar. ¿Quién gana en esa ecuasión? ¿Qué puede pasar si pacientes que no son atendidos a tiempo desarrollan condiciones críticas? ¿Por qué graduamos médicos de excelente calidad en las universidades locales pero luego tienen que irse porque no pueden trabajar, no por falta de taller sino porque no se les contrata?

Pero a pesar de que el problema es grave y amenaza con empeorar ningún gobierno -NINGUNO- hace algo por frenar a las aseguradoras.

Esa misma fórmula de arrastrar los piés aplica a nuestra evidente crisis alimentaria. Por más de 20 años los expertos anticiparon que si seguíamos dependiendo de un 80% de exportación para suplir nuestra demanda alimentaria tendríamos escasez si llegaba una crisis de abastos. ¿Pues sabe qué? La crisis llegó. Y ni ahora ni antes (y parece que tampoco mañana) los gobiernos han hecho lo suficiente para atender el problema. “Nada se puede. Vivamos la inhercia”, parecería ser la consigna. Yo digo que ya es suficiente. Ante problemas críticos, soluciones extraordinarias. Las necesitamos de inmediato.

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