El pasado 15 de marzo el mundo celebró el día mundial del trabajo social. En todos los continentes e inclusive en la sede de las Naciones Unidas en Geneva, se celebraron actividades para destacar las aportaciones de la profesión en el acompañamiento para el logro de sociedades donde la justicia, la democracia y la solidaridad sean alcanzables para todas las personas.
Este año se promueve desde la agenda global de la profesión la construcción de la solidaridad en un mundo eco-social que no deje a nadie atrás. Con esto, la profesión reconoce que la pandemia, junto con la crisis climática global requiere una nueva mirada en las políticas sociales y las prácticas de los gobiernos, las organizaciones y las personas. Ese nuevo enfoque para mirar lo social implica la necesidad de asegurar la sustentabilidad y el buen vivir no solo de las personas, sino de los ecosistemas de los que dependemos.
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No dejar a nadie atrás es una frase que trae a la discusión las experiencias y voces de personas, países y grupos sociales que históricamente han sido invisibilizadas, marginalizadas y oprimidas. De Sousa Santos hace referencia a una línea abismal donde se etiquetan a grandes sectores como subhumanos privándoles de la inclusión en la sociedad. El COVID 19 ha expuesto las desigualdades profundas que genera esa línea abismal y las prácticas inhumanas que hacen inviable la vida de millones de personas.
Puerto Rico, como muchas partes del mundo, sufre de un problema de deforestación, contaminación de las playas y manejo de desperdicios sólidos que, de acuerdo con las personas expertas, pone en riesgo la salud humana y en peligro la vida animal y vegetal. Un medio ambiente saludable es esencial para nuestra subsistencia. El tema ambiental en Puerto Rico desde una perspectiva de preservación, no ha estado en el centro de la discusión de políticas públicas en los últimos años. La transición a energía renovable, el cese de la construcción en la zona marítimo terrestre, el acceso universal a los recursos naturales y la realización de un plan de reciclaje para el país representan amenazas serias que parecen ser ignoradas. De igual forma, estamos ausentes de un plan para la soberanía alimentaria. Las políticas por un Puerto Rico viable y eco-social para todas las personas requieren que las comunidades y las organizaciones de base tengan un papel central.
El país avanza en la precarización de la vida. Esta semana, se materializó un plan de ajuste de la deuda, impuesto por la Junta de Control Fiscal que deja a miles de puertorriqueños y el futuro del país en la miseria. Sobretodo, deja principalmente a las personas de la tercera edad, el grupo demográfico con mayor crecimiento en Puerto Rico, en condiciones de pobreza extrema. La historia de nuestra patria ha sido construida dejando atrás a la mayoría de la población y otorgando privilegios a un pequeño sector que se sostiene a base de la miseria de otros.
Históricamente los grupos que hacemos activismo social en el país hemos reclamado que se convoque a una mesa social inclusiva y horizontal donde se pueda realizar un plan, desde el colectivo para construir otro Puerto Rico. Las bibliotecas de nuestras universidades están llenas de disertaciones, tesis, investigaciones y propuestas para aportar a esa transformación. Las comunidades han desarrollado proyectos modelos de autosustentabilidad, agricultura y atención de asuntos sociales que pueden ser estudiados para replicarse de forma contextual en otros lugares del país. Esos grupos han probado que se puede lograr otra sociedad inclusiva, cuando se abandona el individualismo y se trabaja desde lo colectivo.
La rueda está inventada, pero requiere traer a todas las personas a la discusión. Se necesita salud universal, educación de calidad, participación y gestación de programas desde las comunidades y grupos sociales, redistribución de la riqueza del país, justicia ambiental, perspectiva y equidad de género, seguridad pública, seguridad social y retiro digno, un presupuesto basado en derechos humanos y una Universidad de Puerto Rico fortalecida. Esto se logra desde el nosotros y nosotras, sin dejar a nadie atrás.