La Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSS), publicada en noviembre de 2025, establece un giro en la política estadounidense hacia América Latina y el Caribe mediante lo que denomina el “Trump Corollary” a la Doctrina Monroe.
El documento plantea que Estados Unidos reactivará este marco para “reafirmar la preeminencia estadounidense en el hemisferio” y para evitar que actores externos adquieran, controlen o utilicen infraestructura estratégica en la región, incluyendo puertos, instalaciones militares, telecomunicaciones y activos energéticos.
Según la NSS, Washington buscará impedir que competidores no hemisféricos posicionen capacidades o aumenten su presencia en América Latina y el Caribe, por entenderlo como un riesgo directo para la seguridad nacional. La estrategia también propone un “reajuste” de la presencia militar estadounidense para atender amenazas más cercanas al territorio nacional, fortalecer la vigilancia marítima, reforzar el control de rutas en el Caribe y combatir el narcotráfico y la migración irregular mediante operaciones de Guardia Costera, Marina y otras agencias federales.
¿Qué es la Doctrina Monroe?
La Doctrina Monroe fue proclamada en 1823 por el presidente estadounidense James Monroe bajo la consigna “América para los americanos”. Su mensaje advertía a las potencias europeas que no intentaran recolonizar ni intervenir en los territorios del continente americano recién independizados. Aunque originalmente se presentó como una defensa de la soberanía del hemisferio, con el tiempo se transformó en una política que legitimó la expansión de la influencia política, económica y militar de Estados Unidos en América Latina.
El profesor de política internacional José Rivera señaló que la Estrategia de Seguridad Nacional incorpora un “corolario Trump” a la Doctrina Monroe, al añadirle un enfoque particular que refleja las prioridades de esta administración en el hemisferio. “Añade a la Doctrina Monroe una especie de toque trumpiano”, afirmó, aludiendo a la fuerte presencia militar en el Caribe, la reformulación del uso de instalaciones como Ceiba y la antigua base Ramey, y la presión sobre puntos estratégicos como el Canal de Panamá. Según explicó, la estrategia proyecta objetivos “aislacionistas, fuertemente militaristas y neonacionalistas” que moldean la política exterior estadounidense.
Documento presidencial anual
El coronel retirado del Ejército de Estados Unidos, Arnaldo Claudio, explicó que la Estrategia de Seguridad Nacional forma parte de la planificación anual del gobierno federal y articula las prioridades de defensa interna y externa. “Los Estados Unidos todos los años escribe su política nacional y estrategia de seguridad nacional que incumbe no solamente la parte nacional sino internacional”, señaló. Añadió que estas definiciones guían la coordinación entre el Departamento de Seguridad Nacional, el Departamento de Defensa y agencias como el FBI en asuntos de contraterrorismo y seguridad transnacional.
Claudio destacó además el despliegue actual de recursos estadounidenses en el Caribe, en particular en el área cercana a Venezuela. “Casi el 10% de la flota naval de los Estados Unidos está hoy cerca de Venezuela en operaciones contra narcóticos, un despliegue que nunca se había visto”, afirmó. Indicó que la designación del llamado “cártel de los soles” como organización narcoterrorista ha alterado las reglas de confrontación y permitido acciones más agresivas contra embarcaciones de tráfico ilícito.
En materia internacional, Claudio señaló que Estados Unidos mantiene una relación “menos tensa” con China en el terreno económico, aunque continúa considerando a Rusia como su principal adversario estratégico. También apuntó que algunos países europeos han mostrado reservas respecto a la política exterior del presidente Trump, lo que ha afectado la confianza en áreas de cooperación militar: “Los aliados europeos no le tienen confianza al presidente Trump y cómo está llevando y ejerciendo su política internacional”, dijo.
Por su parte, el profesor Rivera añadió que el documento será leído cuidadosamente en capitales aliadas y adversarias porque Estados Unidos comenzará a actuar conforme a ese marco estratégico. Sobre la relación con China, sostuvo que el texto apunta a una aspiración de “balance de poder” entre potencias, en el que Washington busca una relación cordiales con Pekín pese a la competencia económica y geopolítica. En el plano regional, subrayó que aunque la retórica contra México es dura, “tarde o temprano van a tener que colaborar”, ya que la estrategia también habla de evitar intervenciones y “guerras perpetuas”.
Aunque la NSS no menciona directamente a Puerto Rico, el enfoque en seguridad marítima, control del Caribe, infraestructura estratégica y cadenas de suministro coloca a la región inmediata de la Isla dentro de las prioridades descritas. El documento establece que cualquier cooperación, acuerdo o apoyo dentro del hemisferio estará condicionado a limitar la influencia de actores externos considerados adversarios, reforzando así el alcance contemporáneo de la Doctrina Monroe.
La publicación de la Estrategia de Seguridad Nacional 2025 ha generado amplia cobertura global, con varios medios que destacan que el documento impulsa una política de “preeminencia estadounidense en el hemisferio occidental”, en lo que describen como una reactivación explícita de la Doctrina Monroe bajo un nuevo “Trump Corollary”.
Reportes de Axios y Politico señalan que el documento plantea una redistribución del poder militar hacia el hemisferio occidental, reforzando operaciones contra narcotráfico, migración y rutas marítimas. Además, resaltan que la estrategia acompaña el reciente aumento de ataques a embarcaciones en el Caribe y el despliegue ampliado alrededor de Venezuela.
La cobertura también enfatiza el tono crítico hacia Europa. Según Politico, la NSS acusa a gobiernos europeos de “censura”, “pérdida de identidad” y “expectativas irreales” sobre la guerra en Ucrania, mientras promueve que Europa “asuma por sí misma” su defensa.
En conjunto, la Estrategia de Seguridad Nacional de 2025 redefine la política estadounidense hacia el hemisferio occidental mediante una visión centrada en contención, control territorial, seguridad marítima y protección de activos estratégicos, con consecuencias directas para el Caribe.

