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Redes de apoyo: la familia sigue siendo el primer sostén emocional

La psicóloga Stephanie Pérez explicó cómo la contención emocional del núcleo familiar fortalece la resiliencia y por qué los vínculos afectivos fuera de la familia pueden suplir ese apoyo cuando no existe

Familia
Familia (Miljan Živković/Getty Images)

Las familias funcionan como la primera red de apoyo, y su capacidad para brindar contención emocional influye directamente en la estabilidad de quienes la componen. La psicóloga clínica Stephanie Pérez, miembro de Familias CAPACES Inc., explicó que una red de apoyo familiar es un conjunto de relaciones que ofrece seguridad, acompañamiento y ayuda práctica.

“Una familia que ofrece verdadero sostén se caracteriza por la empatía, la escucha activa, la disponibilidad emocional y la capacidad de brindar contención sin juzgar”, afirmó Pérez.

Según la especialista, las personas que cuentan con un entorno familiar estable manejan mejor el estrés, desarrollan resiliencia y enfrentan las dificultades con mayor confianza. En contraste, quienes carecen de este respaldo pueden experimentar soledad, ansiedad y problemas para regular emociones en momentos de crisis.

Pérez añadió que ciertas señales pueden indicar que alguien necesita reforzar sus redes de apoyo. Entre ellas, mencionó el aislamiento social, la irritabilidad, el agotamiento emocional, los cambios en el sueño y la dificultad para tomar decisiones. La desconexión emocional genera sensación de sobrecarga y limita los recursos de la persona para enfrentar situaciones difíciles.

La comunicación también incide en la efectividad del apoyo familiar. La psicóloga explicó que un diálogo respetuoso fortalece los vínculos y permite que la familia cumpla su rol de sostén. Por el contrario, la crítica constante, la invalidación emocional o los conflictos no atendidos dificultan esta función. Aclaró que el conflicto en sí no daña la relación, sino la manera en que se maneja.

Cuando la familia va más allá de la sangre

Pérez señaló que hay personas que crecen sin un núcleo familiar estable, lo que puede generar inseguridad, dificultades para confiar y sensibilidad ante el conflicto. No obstante, destacó que algunas desarrollan una notable capacidad de adaptación.

“Una red de apoyo no depende de la biología, sino de la calidad del vínculo emocional”, sostuvo. Amistades, parejas, compañeros de trabajo, mentores o vecinos pueden convertirse en fuentes reales de apoyo cuando la familia de origen no está disponible.

Una red saludable, indicó, se reconoce cuando la persona se siente escuchada, comprendida y segura; cuando existen límites claros, comunicación efectiva y acompañamiento en momentos difíciles.

Cómo fortalecer los vínculos

La especialista recomendó las siguientes acciones para fortalecer las redes de apoyo familiar: crear espacios de conversación libres de juicio, validar emociones, establecer límites claros, mantener rutinas que fomenten la conexión y expresar cariño y agradecimiento.

Para identificar a qué personas recurrir, sugirió observar quién escucha sin minimizar, quién transmite calma y seguridad y quién demuestra disponibilidad sin imponer. Esos vínculos suelen convertirse en fuentes confiables de apoyo emocional y práctico.

Cuando el apoyo familiar es limitado o inexistente, Pérez recomendó ampliar el círculo de confianza mediante amistades, grupos comunitarios, relaciones laborales significativas o acompañamiento profesional. Enfatizó que enfrentar crisis en soledad aumenta el malestar, mientras que las redes afectivas pueden construirse, nutrirse y fortalecerse con el tiempo.

“La calidad de los vínculos determina la posibilidad de recibir apoyo auténtico”, concluyó.

       

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