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Ayuda psicológica y redes de apoyo: claves para soltar presiones sociales

Las artes y los deportes permiten mayor interacción y expresión entre pares, lo que aporta a un mejor estado emocional, según profesionales de salud mental

Millennials y salud mental
Millennials y salud mental (rawpixel.com)

Atarse a construcciones sociales que dictan cómo las personas deben presentarse o comportarse por su edad o apariencia (“No me visto así porque no tengo esa edad”), por ejemplo, ejerce una presión social externa que puede tener repercusiones negativas en la autovalía, el autoconcepto y el autoestima, explicó el psicólogo y trabajador social clínico José González Guardarrama.

Pero la mayoría de las veces, no se reconoce que ese malestar surge de dichas expectativas sociales restrictivas porque están internalizadas. Por lo tanto, corresponde a la persona evaluarse, a veces con ayuda psicológica, para identificar la raíz de esa perturbación que surge por opiniones ajenas.

“Se tiene que deconstruir (la construcción social); no hay una verdad absoluta. Para deconstruir eso, se necesita mucha fortaleza. Si no cambiamos el discurso, se perpetúa”, dijo el profesional de salud mental a Metro Puerto Rico.

Si bien estas construcciones se atañan a aspectos físicos visibles, también alcanzan o hasta se añaden a asuntos de identidad de género y orientación sexual por las connotaciones negativas que históricamente han cargado en la sociedad.

El psicólogo clínico Miguel Vázquez Rivera, director ejecutivo de la organización True Self Foundation, expresó que los espacios conservadores, donde una persona LGBTQ+ potencialmente se sienta incómoda expresándose, pueden provocar reacciones como estrés crónico, hipervigilancia, tristeza, incertidumbre, preocupaciones y baja autoestima.

“Todos esos síntomas son manejados, en muchos casos, conformándose con la sociedad”, dijo, lo que se manifiesta en invisibilizarse o acentuar rasgos masculinos o femeninos para evitar delatarse ante los demás e incomodar. Pero ese resguardo constante ocasiona que dichas emociones se tornen inmanejables, por lo que recomienda mayor interacción entre pares para expresarse.

Una de las iniciativas que True Self Foundation ofrece, para fomentar interacción entre integrantes de las poblaciones LGBTQ+, es un campamento, para jóvenes de 14 a 21 años, en el que les brindan talleres, charlas y actividades que propician empoderamiento, activismo y bienestar.

Este tipo de proyecto, propuso, busca llenar un vacío de programas que brindan espacios alternativos y de afirmación, en especial para jóvenes que dependen de sus padres para conseguir servicios de apoyo. Sobre ese punto, recordó que la Ley de Salud Mental (Ley 408) concede, a jóvenes de 14 a 17 años, autonomía condicionada para solicitar hasta seis sesiones de servicios de consejería sin consentimiento de padres o tutores.

En esos espacios, el propósito es que se sientan cómodos en expresarse con personas que inspiren seguridad. “Yo creo que toda persona LGBTQ+, de alguna manera, comenzamos a adquirir esa destreza de poder identificar con quién sí y con quién no podemos divulgar quiénes somos y estar seguros”, señaló.

Estrategias para manejar emociones

Según Vázquez Rivera, el refugio “clásico” para personas LGBTQ+ son las artes, aunque en su práctica clínica, Psicoalternativas, donde se especializa en atención a estas comunidades, ha visto jóvenes que también recurren a deportes o ejercicio y videojuegos, que permiten desarrollar personajes alternos que mejor representen al individuo.

Otras perspectivas para atemperar emociones incluyen la experimentación con la moda y, en otro plano, la integración de animales de terapia o apoyo emocional. Según la Red Nacional de la Ley de Estadounidenses con Discapacidades, los animales de apoyo emocional, que no son de servicio para personas con diversidad funcional, alivian la soledad y ayudan con depresión y ansiedad, de acuerdo con un plan de tratamiento médico.

La directora ejecutiva de Humane Society of Puerto Rico, Maritza Rodríguez, contó que han tenido criaturas que albergan y han sido adoptadas y certificadas por un profesional de salud mental, ya sea psicólogo o psiquiatra, como animales de terapia. Hasta octubre, la organización había ubicado en nuevos hogares a 399 animales, de los que el 57 % eran perros; el restante, gatos.

Por su parte, el psicólogo clínico Caleb Esteban Reyes, especializado en temas de identidad de género, coincidió con González Guardarrama y Vázquez Rivera en desarrollar redes de apoyo con otras personas LGBTQ+ o aliadas para minimizar su malestar. De no tener comunidades accesibles, instó a buscar profesionales de salud mental especializados a través del Comité de Diversidad de Sexo, Género y Orientación Sexual de la Asociación de Psicología de Puerto Rico.

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