Del CPI
El estruendo de las turbinas de una aeronave militar que despega del Aeropuerto José Aponte de la Torre, en Ceiba, hizo que se abriera la puerta de una de las casas abandonadas en Punta Cascajo, en la Antigua Base Naval Roosevelt Roads. Una persona, atraída por el ruido, se asoma para mirar al cielo desde el interior de la residencia que parece abandonada. Me sorprendo de ver a alguien allí, y del sobresalto acelero mi bicicleta a toda prisa entre la maleza.
En esta área residencial, donde vivieron oficiales militares y sus familias mientras operó la base entre 1943 y 2004, las calles y las casas están ahora consumidas por la vegetación, pero también hay personas que entran en las estructuras, pese a que la maleza ha crecido con tal intensidad que algunas ya no se ven desde la calle.
Aunque la presencia militar en esta base en Roosevelt Roads se redujo considerablemente y estaba limitada a áreas específicas tras la salida de Vieques de la Marina de Guerra de Estados Unidos en 2004 y del personal que ocupaba la base en Ceiba, desde hace unas semanas el aeropuerto se ha convertido un escenario de reactivación militar estadounidense que contrasta con la promesa que hizo el Gobierno hace dos décadas de un desarrollo sin precedentes en esa base. Casi todo quedó en el aire.
Desde hace semanas los hangares, la pista y las instalaciones principales de Roosevelt Roads están ocupados por personal con uniforme militar de Estados Unidos, y también civiles, que se desplazan de un punto a otro con precisión coreográfica.
El 31 de agosto de 2025, la Autoridad de los Puertos y la Guardia Nacional de Puerto Rico firmaron un acuerdo con la Marina de Estados Unidos para el uso de las instalaciones de las bases Roosevelt Roads en Ceiba, Ramey en Aguadilla y Muñiz en Carolina para hacer ejercicios militares, confirmó a la prensa la gobernadora Jenniffer González.
La estación naval de Ceiba fue cerrada el 31 de marzo de 2004 bajo el proceso BRAC, que surge de una Ley congresional de 1990 para el Reacondicionamiento y Cierre de Bases Navales de la Marina de Estados Unidos. Los terrenos de esta base superan las 8,000 cuerdas y gran parte se transfirieron al Gobierno de Puerto Rico para su desarrollo entre 2012 y 2013. La Autoridad para el Redesarrollo de los Terrenos y Facilidades de la Estación Naval Roosevelt Roads estaba a cargo de ese plan.

Desde los alrededores de este aeropuerto se observan las aeronaves militares estacionadas en la pista. También hay aviones comerciales y otros equipos aéreos, visibles desde la carretera que rodea el perímetro, donde también se ubican decenas de vehículos SUV no identificados pero que, por la vestimenta de sus conductores y sus movimientos dentro del área, es evidente que son utilizados por personal del Ejército.
En la terminal del aeropuerto, soldados estadounidenses uniformados trabajan sobre el techo del edificio instalando nuevos sistemas de aire acondicionado, una de las varias mejoras visibles que están en marcha desde que el presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, ordenó la reactivación de la base y ejercicios militares en Puerto Rico. El anuncio tomó por sorpresa a la mayoría de los puertorriqueños, incluyendo al propio alcalde de Ceiba. Los militares también se han hecho cargo de otras tareas, según han observado empleados de mantenimiento del área: acondicionaron áreas comunes, hicieron mejoras en la pista y hasta en la operación de la torre de control del aeropuerto. La inversión y el esfuerzo parece indicar que la estadía no será corta, comenta la gente allí.
Durante una visita a Puerto Rico el 8 de septiembre, el secretario del Departamento de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, rechazó que fuera un adiestramiento y dijo que se trataba de un operativo militar estadounidense en el Caribe contra el narcotráfico. Hegseth estuvo acompañado por el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, el general Daniel Caine.
“Lo que están haciendo en este momento no es entrenamiento. Este es un ejercicio real en nombre de de los intereses nacionales vitales de los Estados Unidos de América para poner fin al envenenamiento del pueblo estadounidense”, dijo Hegseth mientras se dirigía a los soldados en el buque de guerra USS Iwo Jima, una base militar desplegada como parte de la ofensiva militar en el Caribe ubicada en un punto no especificado al sur de Puerto Rico.
El acuerdo entre el Gobierno de Puerto Rico y la Marina de Estados Unidos, con vigencia de 120 días, no se hizo público hasta que una semana después de su firma se hizo evidente el despliegue militar y se efectuaron los primeros ejercicios conjuntos de la Marina y la Guardia Nacional en la playa El Faro de Arroyo, al sur de la Isla.

La Gobernadora describió la actividad militar como “ejercicios de logística que no conllevan uso de municiones o armamento” e informó que el Gobierno de Puerto Rico había recibido la “notificación y acuerdos de colaboración para el uso de las facilidades aéreas de lo que es el aeropuerto de Roosevelt Roads [en Ceiba] y la base Ramey en Aguadilla”.
La escena en Ceiba incluye maquinaria pesada que continuamente entra y sale de la antigua base con cargamentos. El movimiento constante de vehículos genera una sensación de dinamismo que contrasta con el paisaje baldío, abandonado y solitario de gran parte de Roosevelt Roads. Allí, a unos metros de donde operaba el Hospital Militar también corre la operación del Transporte Marítimo hacia las islas municipio de Vieques y Culebra, y la construcción de nuevas instalaciones de la Autoridad de Transporte Integrado. Al otro lado de la base, entre el pueblo de Naguabo y Punta Cascajo en Ceiba, está el Centro Residencial de Oportunidades Educativas de Ceiba, mejor conocida como la escuela CROEC.

Cada acción militar en este aeropuerto forma parte de un plan meticuloso del que no se han dado detalles a la ciudadanía, pero que, en este contexto, redefine la funcionalidad de un espacio que parece congelado en el tiempo. Empleados del aeropuerto, quienes prefirieron no ser identificados, proyectan que esta movilización se extienda por no menos de un año, debido a la cantidad y envergadura de labores que allí se observan.
Por ejemplo, las fuerzas armadas tienen torres de control removibles para ser utilizadas en operativos a corto plazo. Pero, en lugar de utilizar una torre de control provisional, optaron por reconstruir y utilizar la torre permanente de la base Roosevelt Roads, lo que según una fuente militar puede indicar la intención de permanecer en Puerto Rico.
“Rehabilitaron la torre de control que estaba abandonada. Tú no metes una inversión tan grande como para desmontarla después y llevártela. Eso no funciona así. Si es por tan poco tiempo, pudieron haber utilizado las temporeras, pero no lo hicieron”, dijo la fuente.
En temporada alta, alrededor de 20 vuelos comerciales recorren diariamente esta pista. Quienes trabajan en el aeropuerto aseguran que esa actividad no se ha visto interrumpida por las operaciones militares ni por los trabajos de mantenimiento en curso. El tamaño de las instalaciones permite que diferentes dinámicas coexistan sin interferirse, al punto que catalogan como positiva la operación militar, pues se están arreglando áreas que habían sido olvidadas, abandonadas o que simplemente no podían ser mantenidas por el Gobierno de Puerto Rico por las limitaciones económicas y de personal. Antes de la movilización militar, el aeropuerto no recibía el mantenimiento adecuado pues solo hay cuatro empleados para estas tareas.
La torre de control, operada por personal del Ejército desde que empezaron las maniobras, se había dejado de usar. El aeropuerto funcionaba sin torre de control, mediante coordinación directa entre pilotos y personal en tierra. La entrada de los militares ahora ha sido un “cambio sustancial” en la rutina de los vuelos comerciales, según empleados.

Dos pescadores a los que me acerco intercambian impresiones en el antiguo muelle de la Guardia Costanera, que queda a unos metros del aeropuerto. Justo frente a la entrada de la carretera que da acceso al muelle hay un letrero que anuncia un desarrollo multimillonario que no se ha materializado: Centro de Investigación e Innovación de Negocios Marinos (Marine Business Research and Innovation Center, MBRIC en inglés), anunciado desde 2021 por el Departamento de Comercio federal, mediante una asignación de la Administración de Desarrollo Económico (EDA en inglés).
“La secretaria de Comercio de Estados Unidos, Gina M. Raimondo, anunció una subvención de $12.8 millones a la Autoridad para el Redesarrollo Local de Roosevelt Roads, en San Juan, Puerto Rico, para construir y establecer el Centro de Investigación e Innovación de Negocios Marinos (MBRIC). Esta subvención de la EDA, que será complementada con $3.2 millones en inversión local, se espera que genere cerca de 29,500 empleos y estimule $81 millones en inversión privada”, lee el comunicado de prensa con fecha del 27 de mayo de 2021.
El 3 de septiembre, el secretario del Departamento de Desarrollo Económico y Comercio (DDEC), Sebastián Negrón Reichard, minimizó la presencia militar en Puerto Rico planteando que son “maniobras temporeras” que se suman a la presencia limitada que históricamente han mantenido las fuerzas armadas estadounidenses en áreas específicas, incluyendo operaciones puntuales de agencias federales como la Reserva del Ejército, la Guardia Costanera y de Aduanas y Control Fronteriza.
“Estas maniobras no tienen el efecto de alterar los planes del gobierno, ni la política pública de la Gobernadora de Puerto Rico con esta zona. El norte sigue siendo el re desarrollo económico, social y turístico de Roosevelt Roads, con proyectos civiles en marcha como la reconstrucción de infraestructura, entre otros proyectos que están bajo la consideración de la Junta de Supervisión Fiscal”, dijo el secretario del DDEC por escrito tras hacerse público el acuerdo con el gobierno local.

Lo que en teoría podría percibirse como un retroceso —nuevos ejercicios militares en Ceiba tras la salida de la Marina de Guerra de los Estados Unidos hace más de 20 años— adquiere una perspectiva optimista en la mirada de estos dos pescadores en Ceiba, que justo pescan entre las ruinas donde se supone se desarrolle el novedoso MBRIC anunciado por la administración del expresidente de Estados Unidos, Joe Biden, hace casi un lustro. Ambos son vecinos de Ceiba y vivieron el antes, el durante y el después de ese anuncio.
“Bendito, pero ¿tú sabes todo lo que uno viene escuchando por ahí?”, dice uno luego de recordarle lo que prometió el gobierno federal hace cuatro años. “¿Cuánto se supone que la gente siga esperando cosas? Desde que se fueron [los militares] to’ esto se murió y Ceiba con to’ se fue a pique, mijo”, dice el otro pescador.
Mientras, Ceiba parece contener la respiración ante lo que parece ser un nuevo ciclo de militarización que comienza. Algunos se ilusionan con el regreso del mismo poder que décadas atrás generó el rechazo de todos los sectores y partidos políticos en Puerto Rico por su impacto mortal en Vieques. Se olvida que las promesas de desarrollo del pasado nunca se concretaron y todavía hoy se desvanecen entre el humo de turbinas. La base nunca dejó de ser un espacio estratégico para los intereses de otros. Ahora, los cielos vuelven a llenarse de aviones, a pesar de que el desarrollo sostenible para la gente de aquí nunca despegó.
La periodista Damaris Suárez colaboró en esta historia.

