Más allá del espectáculo, la residencia de Bad Bunny se perfila como un fenómeno económico sin precedentes. Según cifras preliminares de un estudio comisionado por el Municipio de San Juan, la residencia proyecta un impacto económico total de más de $344 millones entre el 11 de julio y el 14 de septiembre.
La directora de Desarrollo Económico municipal, Daphne Barbeito, explicó que este impacto incluye desde la venta de boletos hasta consumo en restaurantes, artículos promocionales y la participación tanto de residentes como de turistas. Del total estimado, $266.9 millones corresponden a impacto directo, $19.8 millones a impacto indirecto y $57.5 millones a impacto inducido. Se calcula la creación de 3,352 empleos: 2,697 directos, 183 indirectos y 472 inducidos.
Para las arcas municipales, el estudio anticipa ingresos fiscales que superarían los $30 millones por concepto de impuestos sobre salarios, ingresos individuales y corporativos. “Más del 80 % de la actividad económica se va a concentrar en el municipio”, destacó Barbeito.
Uno de los factores que disparó estas proyecciones fue la venta anticipada de paquetes turísticos. Ricardo Cortés Chico, vicepresidente de Asuntos Industriales de Discover Puerto Rico, indicó que VIBEE, empresa productora de la residencia, contrató a Discover para coordinar hospedaje y experiencias de asistentes. Explicó que al menos 34 hoteles participan directamente en la logística.
“Alrededor de 38,000 noches de alojamiento ya están reservadas. Eso no incluye personas que compraron sus boletos por su cuenta y se hospedan en alojamientos a corto plazo”, dijo Cortés Chico.
El impacto se sintió desde su anuncio oficial en enero. Tan solo una semana después, el ritmo de reservaciones hoteleras para los meses de concierto aumentó en un 25 %. “Originalmente, estimábamos un impacto económico de $115 millones. Ahora calculamos que el concierto estaría generando al menos $196 millones para la economía”, agregó.
Cortés Chico resaltó que los conciertos están programados en los meses tradicionalmente considerados temporada baja —agosto y septiembre— cuando la demanda turística disminuye por la amenaza de huracanes. Sin embargo, en esta ocasión, la residencia alteró ese patrón. “La producción de Bad Bunny, por las fechas y la promoción, básicamente eliminó la temporada baja de este año”, afirmó.
Mientras, en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, investigadores presentaron un estudio sobre la residencia artística de Bad Bunny, en la conferencia “El impacto transformador de los eventos culturales”. El análisis, dirigido por la economista Indira Luciano Montalvo, estimó un impacto económico directo de $27 millones y un impacto indirecto de $26.5 millones, para un total de $53.5 millones, además de recaudos del Impuesto sobre Ventas y Uso por $3.1 millones, gracias al gasto en comida, alojamiento, transportación y mercancías.
Más allá de las cifras, el estudio destacó mejoras en el empleo, ingresos fiscales, fortalecimiento de la identidad puertorriqueña y bienestar comunitario.
¿Qué significa para P. R.?
El economista José Caraballo Cueto consideró que, si bien la residencia representa una oportunidad económica importante, las proyecciones deben analizarse con cautela. “Algunos estudios muestran un impacto bastante exagerado, pero ciertamente es positivo y no se había visto en Puerto Rico. Ojalá sea el primero de muchos”, dijo. Subrayó que la llegada de turistas genera un efecto similar al de una exportación, pues se brindan servicios locales a visitantes internacionales.
“Cada visitante representa una exportación. No es solo hoteles o Airbnb, sino restaurantes, transporte, artesanos y más”, explicó.
Por su parte, el economista Heriberto Martínez Otero señaló que, aunque el evento ha generado respuesta masiva y cifras considerables, es prematuro verlo como una tendencia estable en el turismo de la isla. Advirtió que factores estructurales podrían afectar la experiencia de los visitantes.
“Aquí vamos a ver cómo se reacomoda el público local e internacional sin transporte público adecuado. Y es crucial que no se vaya la luz”, planteó.
Para Martínez Otero, la clave es la experiencia del consumidor: “Si resulta positiva, estos eventos se reproducirán solos. Si este proceso genera experiencias memorables, cuando lo hagamos el año que viene, ni promoción vamos a necesitar”.