La violencia de pareja fue responsable del 36.4% de las muertes violentas de mujeres en Puerto Rico entre los años 2017 y 2022, según datos del Sistema de Vigilancia de Muertes Violentas (PRVDRS) del Instituto de Estadísticas de Puerto Rico. En contraste, el 50.5% de las muertes violentas de hombres durante ese mismo periodo estuvo relacionado con violencia colectiva, como conflictos vinculados al narcotráfico y a organizaciones criminales.
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Aunque los hombres representaron entre el 89% y el 91% de todas las muertes violentas registradas, los datos revelaron diferencias significativas entre los factores que provocaron los asesinatos. En el caso de las mujeres, los feminicidios cometidos por parejas o exparejas fueron el contexto más frecuente. En los hombres, la mayoría de las muertes ocurrió en medio de disputas entre grupos criminales, enfrentamientos armados y actividades vinculadas al narcotráfico.
“En los casos de mujeres, las principales circunstancias fueron violencia de pareja y discusiones en el hogar”, explicó Perdomo García. Por el contrario, en los hombres predominó la violencia colectiva, con altos niveles de participación en conflictos con grupos delictivos, consumo de sustancias y rencillas personales.
Los hombres jóvenes entre los 20 y 34 años fueron el grupo más afectado por homicidios. Los diagramas de caja utilizados en la presentación mostraron que las tasas en hombres presentaron mayor estabilidad en los grupos de edad, con un patrón claro de aumento y disminución. En las mujeres, la distribución fue más irregular, con mayor variabilidad en casi todos los grupos etarios.
Los datos fueron presentados por Cristian Perdomo García, asistente de Proyectos Estadísticos y Data Abstractor del PRVDRS, durante un seminario virtual centrado en las estadísticas de muertes violentas en Puerto Rico. La presentación abordó patrones de homicidios, suicidios, distribución geográfica y circunstancias comunes, con base en información oficial del Negociado de la Policía, el Instituto de Ciencias Forenses y el Registro Demográfico.
Tendencias por año y tipo de violencia
El 71% de las muertes violentas en Puerto Rico durante el periodo analizado fueron clasificadas como homicidios, con un total de 3,819 víctimas. Los suicidios representaron el 27% (1,440 casos) y el 3% restante incluyó muertes accidentales con armas de fuego y causas no determinadas.
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El año con más muertes violentas fue 2017. En 2020 se observó una reducción significativa, atribuida a las restricciones impuestas durante la pandemia de COVID-19. Sin embargo, las tasas por población se mantuvieron estables durante la mayoría del periodo, lo que indicó una persistencia del problema. “En Puerto Rico, prácticamente ocurre un homicidio diario”, advirtió Perdomo García, al referirse a la continuidad en las tasas acumuladas.
Armas de fuego: método más común en muertes violentas
El uso de armas de fuego fue el método más común en las muertes violentas registradas en la isla. El 92% de los hombres y el 75% de las mujeres asesinadas fallecieron por disparos. Esta tendencia se mantuvo estable en todos los años analizados.
En cuanto a la edad de las víctimas, el 50% de los hombres murió antes de cumplir los 30 años, mientras que en las mujeres la mitad de los casos ocurrió antes de los 33 años. En los suicidios, la edad promedio fue más alta: 52 años en hombres y entre 48 y 49 años en mujeres.
Zonas más afectadas por la violencia
San Juan, Carolina, Bayamón, Caguas y Vieques figuraron entre los municipios con mayores tasas de homicidios por cada 100,000 habitantes. El centro de la isla mostró tasas más bajas de forma constante. En particular, Vieques alcanzó cifras de hasta 70 homicidios por cada 100,000 habitantes en algunos años, una de las más altas del país.
Los datos incluyeron once categorías distintas de muertes violentas, como homicidios singulares, homicidios múltiples, asesinatos seguidos de suicidios, muertes por intervención legal y accidentes con armas de fuego. Los homicidios seguidos de suicidios fueron más frecuentes en los casos donde los agresores eran hombres y las víctimas mujeres, un patrón que refuerza el vínculo entre feminicidio y violencia de pareja.