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Orlando Bravo ve oportunidades, pero en EE. UU.

El fundador de Thoma Bravo afirmó que el ecosistema de capital privado madura con educación, emprendimiento y competencia

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Orlando Bravo, cofundador y presidente de la Junta de Directores de Bravo Family Foundation (suministrada)

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El inversionista Orlando Bravo —nacido en Mayagüez y hoy al frente de una de las firmas de capital privado más grandes del mundo— compartió su visión sobre las oportunidades y los retos del ecosistema empresarial en Puerto Rico. Aunque mantiene una profunda conexión con su tierra natal, afirmó que las condiciones para desarrollar negocios digitales a través de capital privado aún no están maduras en la isla.

“Estamos enfocados en Estados Unidos porque ahí es donde está el software (programa informático), el producto grande”, señaló Bravo, al explicar por qué su firma, Thoma Bravo, no ha realizado compras de empresas en Puerto Rico.

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Thoma Bravo administra más de $179 mil millones en activos y ha invertido en más de 520 compañías tecnológicas globales, enfocándose en mejorar su rentabilidad, operaciones y valor de mercado antes de venderlas o llevarlas al mercado público.

¿Y Puerto Rico?

Durante una mesa redonda con prensa puertorriqueña, Bravo respondió preguntas de Metro Puerto Rico sobre si el perfil de los beneficiarios de lo que era la Ley 22 (hoy contenida en la Ley 60) podría representar un punto de partida para un ecosistema de inversión digital desde la isla. La medida ha atraído a cientos de inversionistas de alto poder adquisitivo, con la promesa de incentivos contributivos a cambio de establecer residencia en Puerto Rico.

“No pienso mucho en ese mundo financiero. Yo soy fanático de conectar todos los puntos, y mientras más conexiones haya con el mundo del software —que sigue estando en Estados Unidos—, mejor es la oportunidad para el negocio”, sostuvo. A juicio de Bravo, en Puerto Rico hay muchos inversionistas de criptomonedas, lo que no es necesariamente equivalente a negocios de desarrollo de sistemas operativos para soluciones digitales.

Aunque no descartó del todo que pudiera haber integración futura, su impresión es que no se ha creado un movimiento lo suficientemente robusto como para impulsar, desde la isla, un polo de desarrollo global en este campo.

Bravo también enfatizó que, para que Puerto Rico sea competitivo, necesita tres pilares fundamentales: educación de futuro, emprendimiento real y un sistema que promueva la competencia empresarial abierta.

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“En todas partes es igual: educación del futuro —digital, inteligencia artificial— desde temprano; invertir en emprendedores, y promover un sistema competitivo. Eso fue lo que creó Silicon Valley”, detalló.

Citó a instituciones como Stanford y Berkeley como catalizadores del ecosistema de innovación en California, no solo por su oferta académica, sino por su capacidad de generar vínculos entre academia, empresa y capital. También destacó la importancia de leyes que permitan la movilidad de talento entre compañías, evitando restricciones que limiten la competencia.

De Mayagüez a los fondos de pensiones de EE.UU.

Bravo rememoró los inicios de su carrera cuando pocos creían en su propuesta de invertir exclusivamente en software mediante capital privado. A principios de los 2000, mientras el mercado miraba con cautela a la tecnología, el empresario apostó por comprar firmas tecnológicas en crisis, mejorarlas, y reposicionarlas para su crecimiento.

“No pudimos levantar fondos por más de un año. Me dijeron: ‘estos números no son suficientemente buenos’. Esa claridad fue clave. Ahí fue que nos enfocamos, trabajamos más duro, y llegó nuestro momento”, relató.

Desde entonces, su firma ha transformado compañías como Proofpoint, Sophos y Frontline Education mediante adquisiciones estratégicas y mejoras operacionales.

La Fundación

Pese a que su foco de inversión está en mercados maduros, Bravo mantiene una presencia activa en la isla a través de la Bravo Family Foundation.

Programas como el Rising Entrepreneurs Program brindan mentoría especializada y herramientas operacionales a jóvenes fundadores puertorriqueños. Además, el programa Empowering Young Entrepreneurs trabaja con estudiantes de escuela superior para fomentar mentalidad emprendedora desde etapas tempranas.

“La suerte fue tener oportunidad y mentoría. Ahora trabajamos para que más jóvenes en Puerto Rico puedan tener eso mismo”, señaló.

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