WASHINGTON (AP) — Es probable que el día de las elecciones en Estados Unidos haya largas colas para votar y que algunos distritos electorales se queden sin papeletas. La página web de una oficina electoral puede dejar de funcionar temporalmente y las máquinas de recuento de votos pueden atascarse. O puede que las personas que colaboran en la jornada electoral se comporten como los humanos que son y olviden la llave de un centro de votación local, de modo que tenga que abrir más tarde de lo previsto.
Este tipo de fallos se han producido a lo largo de la historia de las elecciones estadounidenses. No obstante, los trabajadores electorales de todo el país han sacado adelante elecciones presidenciales sin problemas y han contabilizado los resultados con exactitud y no hay motivos para creer que este año vaya a ser diferente.
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Las elecciones son la base de la democracia. También son ejercicios humanos que, a pesar de todas las leyes y normas que rigen su desarrollo, a veces pueden parecer desordenados. Las llevan a cabo funcionarios electorales y voluntarios en miles de jurisdicciones de todo Estados Unidos, desde pequeños municipios hasta extensos condados urbanos que cuentan con más votantes que los habitantes de algunos estados.
Se trata de un sistema típicamente estadounidense que, a pesar de sus imperfecciones, da resultados certificados fiables que resisten el escrutinio. Esto es cierto incluso en una época de desinformación y fanatismos partidistas.
“Hay cosas que van a salir mal”, afirmó Jen Easterly, directora de la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad de Estados Unidos.
Nada de esto significa que las elecciones estén viciadas, amañadas o robadas. Pero Easterly dijo que las oficinas electorales tienen que ser transparentes acerca de los contratiempos para que puedan adelantarse a la desinformación y a los intentos de aprovechar los problemas rutinarios para socavar la confianza en los resultados de las elecciones.
“Al fin y al cabo, tenemos que reconocer que las cosas van a salir mal. Siempre sucede”, reconoció Easterly. “Todo dependerá de cómo se comuniquen los funcionarios electorales estatales y locales cuando esas cosas salgan mal”.
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Hasta no hace mucho, los votantes estadounidenses aceptaban los resultados, incluso si su candidato presidencial de preferencia perdía.
Incluso en el año 2000, cuando 104 millones de votos se supeditaron a la decisión de los jueces de la Corte Suprema que fallaron 5-4 a favor de conceder la victoria al republicano George W. Bush como presidente, su oponente, el demócrata Al Gore, no tardó en reconocerlo. El país pasó página pacíficamente.
Los tiempos han cambiado radicalmente desde entonces.
Con Internet, falsas declaraciones y un electorado susceptible ante teorías conspirativas sobre un fraude electoral generalizado la situación ha cambiado. Hay poca confianza en el sistema, sobre todo entre los votantes republicanos, cuya percepción se ha visto influida por el constante bombardeo de mentiras acerca de las elecciones de 2020 del exmandatario Donald Trump, candidato republicano en las elecciones presidenciales del 5 de noviembre.
En sus mítines de campaña, Trump sigue afirmando que la única forma de que pierda es que sus rivales manipulen las elecciones. En realidad, sería prácticamente imposible que alguien amañara unos comicios presidenciales en Estados Unidos, dada su naturaleza descentralizada en todo el país, con miles de jurisdicciones electorales municipales o de condado encargadas.
Lo que es más probable que ocurra es que haya simples errores y contratiempos técnicos como pasa en todas las elecciones.
“Cuando se acercan las elecciones y hay que revisar cómo funcionó el sistema, a veces se detectan algunos problemas. Casi siempre son el resultado de errores humanos, de incompetencia, no de una conducta ilícita”, afirmó Rick Hasen, experto en Derecho electoral y profesor de la Universidad de California en Los Ángeles.
“Tanto el fraude de los votantes como el de los administradores electorales son muy raros en Estados Unidos. Y si ocurre, no es tan difícil de descubrir gracias a las medidas de seguridad del sistema”.
La desconfianza en las elecciones es real y tiene graves consecuencias. Las mentiras sobre que las elecciones de 2020 estuvieron amañadas fueron un catalizador del ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021.
Y esto sucedió a pesar de que Trump y sus aliados perdieron docenas de juicios con los que pretendían revertir su derrota ante el demócrata Joe Biden. Ni siquiera la comisión que Trump creó mientras era presidente para investigar las elecciones de 2016 con la esperanza de detectar un fraude electoral generalizado concluyó que hubiera uno. Los grupos especiales de policía creados por unos pocos gobernadores republicanos tampoco encontraron nada durante las elecciones de mitad de mandato de 2022.
Además de los juicios, tampoco encontraron pruebas de fraude generalizado ni el propio secretario de Justicia de Trump ni las revisiones judiciales, los recuentos y las auditorías llevadas a cabo en los estados presidenciales reñidos. Y, al final, ratificaron la victoria de Biden.
Pero no fue suficiente.
Aún en 2023, una parte considerable de los republicanos creía que Biden no había sido legítimamente elegido y las teorías conspirativas sobre las elecciones se han enraizado en las comunidades de tendencia republicana.
Sería incorrecto decir que no puede haber fraudes asociados a las elecciones. Pero respecto a las de 2020, una investigación realizada por The Associated Press en los estados reñidos en los que Trump impugnó su derrota solo encontró una cantidad muy pequeña de elementos fraudulentos como para que alteraran las elecciones. En la mayoría de los casos, fueron individuos que actuaron en solitario, no como parte de una gran conspiración dirigida a desbaratar las elecciones.
“La historia de las últimas décadas refleja que los sistemas de votación en Estados Unidos son muy seguros”, indicó Robert Lieberman, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Johns Hopkins.
Errores básicos, ya sean humanos o técnicos.
En Jackson, Mississippi, un problema con las papeletas se atribuyó a la inexperiencia y a la falta de formación. En el condado de Luzerne, Pensilvania, la falta de experiencia fue de nuevo la culpable de que los centros de votación se quedaran sin papeletas.
A veces, los sobres utilizados para devolver las papeletas enviadas por correo pueden generar problemas. La secretaría de gobierno de Pensilvania anunció recientemente en X que, debido a los altos niveles de humedad en gran parte del estado, “algunos votantes se han encontrado con que el sobre de devolución de sus papeletas de voto por correo está ya sellado”. Ante esa situación, aconsejaba a los votantes a ponerse en contacto con su oficina electoral local para saber qué hacer.
El papel estuvo detrás de los problemas con impresoras de papeletas en el condado de Maricopa, Arizona, en 2022, que provocaron importantes atascos en las colas de votantes.
Una de las principales preocupaciones de cara a las elecciones presidenciales de 2024 es la elevada rotación de personal en las oficinas electorales de todo el país, en particular en algunos de los estados reñidos en la contienda presidenciales, dijo Edward B. Foley, profesor de Derecho que dirige el programa de Derecho electoral de la Universidad Estatal de Ohio.
Antes de las elecciones de mitad de mandato de 2022, por ejemplo, 10 de los 17 condados de Nevada hicieron cambios en los puestos de secretario o registrador electorales, los funcionarios que supervisan la votación.
Las amenazas y el acoso de quienes creen en las teorías de conspiración electoral han alimentado el desgaste. A pesar de toda la formación que reciben los trabajadores electorales, no hay nada que pueda sustituir a la experiencia de participar en una gran jornada electoral.
Muchos de los que lo han dejado, tenían años e incluso décadas de experiencia. En algunos casos, han sido sustituidos por personas con poca o ninguna, y que a veces, incluso, han difundido teorías conspirativas.
“Si hay algo a lo que que hay estar atento y por lo que preocuparse”, dijo Foley, “es justo eso”.
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Las periodistas de The Associated Press Christina A. Cassidy y Ali Swenson contribuyeron a este despacho.
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Esta historia forma parte de Explaining Election 2024, una serie de The Associated Press concebida para ayudar a comprender la democracia estadounidense.
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The Associated Press recibe apoyo de varias fundaciones privadas para mejorar su cobertura explicativa de las elecciones y la democracia. Más sobre la cobertura de democracia realizada por la AP aquí. La AP es la única responsable de todos los contenidos.