A Nydia Suárez Marín le diagnosticaron tarde su condición de artritis reumatoide, que le ocasionó problemas de movilidad y hasta operaciones. Aunque consiguió el trato que necesitaba, recordó que el proceso de conseguir citas con su reumatóloga fue cuesta arriba.
Se topó con obstáculos como sistemas fuera de servicio; cancelaciones por disponibilidad del médico; extensas solicitudes de documentos — identificación, tarjetas del plan médico, referidos y preautorizaciones de la aseguradora — que, en ocasiones, debe enviar más de una vez porque no se registraron.
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“Es desesperante hacer una cita. Hay que hacer estrategias y mañas”, protestó.
La alta demanda y baja disponibilidad de citas médicas se puede catalogar como síntoma de un sistema de salud debilitado. Los factores que agravan lo que debía ser un trámite simple son la creciente población mayor, la limitación de médicos y los filtros exhaustivos de las aseguradoras, expusieron médicos a Metro Puerto Rico.
El presidente del Colegio de Médicos Cirujanos de Puerto Rico (CMCPR), el cardiólogo Carlos Díaz Vélez, explicó que, para la población mayor, se requiere mayor atención en las visitas, lo que exige más tiempo y demanda de procedimiento.
Desde su práctica privada, atiende alrededor de 30 pacientes al día y coordina las citas con cinco meses de anticipación. De ser una emergencia cardiovascular, acomoda al paciente para cita en una o dos semanas o, si cancelan, hace arreglos en su lista de pacientes.
“Estamos llenos de mucho paciente. Si quieres hacer calidad de medicina, uno tiene que dialogar, examinar, tomar su tiempo. Eso es tiempo y tú tienes unas horas, como ser humano, de trabajo, pero te quemas. Con la cantidad de volumen de pacientes que está en la calle, que ya no hay médicos para atender, tenemos que absorberlos”, sostuvo.
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El cardiólogo William Borges Cancel, quien trabaja en el Centro Cardiovascular de Puerto Rico y el Caribe y pertenece a una práctica privada en Aibonito, aportó que el manejo de tiempo se complica cuando ocurren emergencias en el hospital que requieren atención inmediata, como infartos cardíacos, y debe atrasar citas pautadas.
“Hay días que tengo que separar para trabajar solamente en el hospital, porque me toma tiempo, o sea, esos son días que no puedo citar pacientes en la oficina”, estableció.
El neurólogo Christian Schenk Aldahondo, por su parte, coincidió en la sobrecarga que enfrentan los médicos y los contratiempos que manejan, por lo que los lleva a compensar si aceptan nuevos pacientes o solo se mantienen con pacientes de seguimiento.
“Uno termina poniendo pacientes extra y los médicos se queman, porque no hay un 8 a 5. No hay un límite, sino que uno quiere ayudar a la gente y terminas extendiendo para uno y para el personal”, abundó.
Asimismo, aludió a la alta cantidad de pacientes que acuden a un especialista para evaluación, aunque presenten síntomas leves de una condición. “[Los pacientes] quieren ir a chequear si todo está bien, pero no [les] ha evaluado un médico primario, así que, a veces, se saltan muchos pasos y, para mí, ha creado una congestión de pacientes para el médico”, opinó.
En la medicina tradicional, explicó, la mayoría de los casos se filtran por un médico primario y, entonces, se refiere cuando se necesita mayor evaluación con un estudio especializado. No obstante, tanto Díaz Vélez como Schenk Aldahondo indicaron que, en sus especialidades, es complicado el diagnosticar porque los síntomas, aunque sean simples, pueden tener consecuencias graves.
Además, los médicos reconocieron que, como estrategia de lucro, las aseguradoras pueden restringir que una oficina médica acepte pacientes nuevos para pagar menos a los proveedores, lo que desencadena en aglomeración en otras prácticas. “[Las aseguradoras] atrasan tratamiento. Tienes un paciente [que] tiene que esperar por un procedimiento, que se suma a otros en turno. Si no sales del paciente rápido, se siguen acumulando los pacientes”, amplió el presidente del colegiado.
De otra parte, Díaz Vélez aseguró que los hospitales no avanzan proporcionalmente con las necesidades de los médicos, como nuevas tecnologías para procedimientos especializados.
“El hospital es la extensión del médico. Se hacen procedimientos que no se hacen en clínicas, aunque sean ambulatorios. Si el hospital cierra, se acabó mi práctica; tengo que buscar otro hospital que tenga esa facilidad. Nosotros, los médicos, dependemos de los hospitales”, enfatizó.
Referidos que complican
Schenk Aldahondo elaboró que el sistema de referidos es una de las medidas de control que tienden a obstaculizar la programación de citas, sobre todo, cuando un paciente depende de la disponibilidad del médico primario y necesita el documento con urgencia.
El también catedrático del Recinto de Ciencias Médicas (RCM) de la Universidad de Puerto Rico (UPR) detalló que, de las situaciones más lamentables, es recibir un referido con errores, usualmente sin los códigos del especialista o del hospital correspondientes. Cuando esto sucede, el paciente debe regresar al médico primario para enmendarlo, lo que ocasiona demorar o perder esa cita.
“El referido requiere muchísimos códigos. Muchas veces, es el mismo plan médico que no tiene la base de datos actualizada y el médico primario no puede hacer nada, porque eso es lo que le sale en el sistema”, indagó.
Este componente administrativo y de documentación es lo que más afecta la disponibilidad del médico, según el neurólogo, porque deben escribir informes y cartas que restan tiempo para tratar pacientes. Hay casos de doctores, mayormente oftalmólogos, que han reclutado asistentes médicos — profesionales licenciados que pueden proveer cuidado al paciente — para realizar estas tareas, pero mencionó que no hay disponibles a cabalidad en las prácticas.
Estrategias de retención
Desde los inicios de la reforma en 1993, Díaz Vélez estimó que han cerrado 32 programas de residencia en Puerto Rico por la venta de facilidades de salud, que redujo los entrenamientos a “más de la mitad”. Mencionó que, en las pasadas dos décadas, la cantidad de médicos disminuyó a la mitad, que se aproxima a 9,000 médicos practicantes.
“Antes podías tener 16 cardiólogos que estabas entrenando; ahora son seis. Donde hubiesen hospitales de distrito, había programas de entrenamiento”, relató.
Por otro lado, Schenk Aldahondo indicó que, aunque gradúan “bastantes” residentes para subsanar la clase médica mayor de edad, las especialidades ofrecidas en el RCM “corren peligro por la precariedad del sistema, falta de fondos [o] porque no se cumplen ciertas metas que no se pueden negociar”.
En junio de 2022, por ejemplo, la residencia en Neurocirugía cerró tras no superar dos criterios para la reacreditación del Consejo Acreditador de Educación Médica Graduada (ACGME). En verano, el Recinto espera someter a consideración un nuevo programa a la agencia acreditadora. Mientras, la residencia en Neurología permanece activa con tres posiciones anuales desde su incepción y depende de neurólogos que tengan experiencia administrativa, un director de programa y, al menos, entre cinco a quince facultativos que entrenen a los residentes.
No obstante, Díaz Vélez precisó que el discurso de aumentar las plazas de médicos en entrenamiento no es la solución sino retener a los profesionales jóvenes con incentivos que aceleren la otorgación de licencias médicas y facilitar contratos con las aseguradoras.
Reconoció que existe un incentivo mediante la Ley 106 de 2023 de Pequeñas y medianas empresas (Pymes) para que los médicos jóvenes puedan obtener un decreto de exención sobre los primeros $500,000 de ingresos, exención de contribución sobre propiedad mueble y en pago de contribuciones municipales. Para percibir su efectividad, dijo que “tiene que modularse un poco más: darle más tiempo y más años”.
Otro esfuerzo que aportaría a la retención sería un proceso de credencialización uniforme, establecido por la Oficina del Comisionado de Seguros, para los proveedores de salud, tras reclamos de complicaciones para recopilar la documentación requerida y entrar a la red de los planes médicos. Según la licenciada Dinorah Collazo Ortiz, directora ejecutiva del Programa de Medicaid en Puerto Rico, la plataforma tiene tres fases de lanzamiento, y la primera comienza en noviembre.
El presidente del CMCPR insistió que deben haber más decretos para activar licencias de médicos inmediatamente sin esperar meses para practicar, proveer número de proveedores a los 30 días y hasta enmendar la ley de la Junta de Licenciamiento y Disciplina Médica.
Llueven las querellas
La procuradora del Paciente, Edna Díaz de Jesús, confirmó que reciben llamadas que reclaman la poca disponibilidad de citas, pero no pudo precisar una cifra exacta porque agrupan estos reclamos junto a otros bajo “pobre calidad de servicios de salud”.
Según datos suministrados a Metro Puerto Rico por la Oficina del Procurador del Paciente (OPP), la categoría de “pobre calidad de servicios de salud” alcanzó 1,880 querellas radicadas en 2023, de un total de 2,302 casos. En 2021 y 2022, se registraron 1,974 y 1,909 casos, respectivamente, que figuran entre las cifras más altas de las clasificaciones, seguido por falta de respeto, denegación a planes de cuidado de salud, violación a la confidencialidad de la información médica y cobros indebidos.
Díaz de Jesús indicó que las quejas son atendidas por la Unidad de Investigación y Cumplimiento de la OPP, en las que sirve como mediadora. Para solucionar la disputa, la Oficina llama a la aseguradora médica para buscar un proveedor que brinde el servicio solicitado o ubicar al paciente en una lista de espera.
Una manera de incentivar una mejor calidad de servicio, contó Schenk Aldahondo, es la implementación de los sistemas de pago de incentivos basado en el mérito (MIPS, en inglés), elaborados por el Programa de Pago de Calidad de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS).
Según la página oficial de los CMS, los MIPS ajustan las remuneraciones a médicos participantes por calidad de visita brindada a pacientes de Medicare de acuerdo con cuatro categorías: calidad de servicio, promoción de uso de tecnología para registros médicos electrónicos, actividades de mejoramiento de pacientes y costo del servicio al paciente.
El profesor en Neurología señaló que la medición de calidad en medicina es complicada y conlleva un récord electrónico que añade más carga administrativa, pero que puede redundar en mejor atención en las visitas.
Para Suárez Marín, el trato digno y la eficiencia administrativa deben ser esenciales en las citas, pues es un servicio que el paciente paga. Aunque reconoció que hay un éxodo de médicos y escasez de especialistas que limitan la disponibilidad de citas, lamentó que la manera más accesible de obtener una cita es por contactos que ayudan a facilitarlas.
Por lo tanto, planteó la necesidad de fomentar “una voz más fuerte de consumidores” para reclamar mayor respeto y mejor trato a los pacientes desde el inicio de sus complicaciones de salud hasta el proceso de recuperación.