Mucho se discute sobre el fenómeno en el ámbito de la violencia de género en el que mujeres que fueron víctimas de agresiones por parte de sus parejas y obtuvieron órdenes de protección, deciden regresar con sus agresores. Este patrón de comportamiento plantea interrogantes sobre la efectividad de las medidas para proteger a las mujeres y pone de manifiesto la complejidad emocional que enfrentan las víctimas.
Aunque las órdenes de protección están diseñadas para salvaguardar la seguridad de las mujeres que han sufrido violencia de género, se ha vuelto evidente que no siempre son suficientes para romper el ciclo de abuso.
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La doctora Esther Figueroa, psicóloga en la Oficina de la Procuradora de las Mujeres (OPM), destacó la importancia de entender la severidad, intensidad y frecuencia de la violencia, así como la variabilidad en la duración de las relaciones abusivas. Señaló que las víctimas, independientemente del tiempo invertido, pueden experimentar una gama de síntomas emocionales, como ansiedad, depresión y trastorno de ansiedad postraumático (PTSD).
Además, señaló que la decisión de volver con la pareja agresora podría ser influenciada por diversos factores, como la dependencia emocional, la presión social, la falta de recursos económicos y el miedo a represalias.
“La codependencia emocional es un componente fundamental en la dinámica de la violencia de género”, explicó la Dra. Figueroa, al señalar que este patrón de comportamiento se aprende culturalmente desde la niñez. La codependencia puede llevar a que las víctimas regresen a relaciones dañinas, incluso cuando cuentan con recursos y apoyo, sostuvo.
Explicó que las víctimas a menudo desarrollan fuertes lazos afectivos con sus agresores, lo que dificulta la ruptura definitiva de la relación. Asimismo, la baja autoestima y el miedo a la soledad pueden contribuir a que estas mujeres regresen a un entorno tóxico, a pesar de las medidas legales en su contra.
“La codependencia emocional es un tipo de adicción. Físicamente tiene una sintomatología y emocionalmente también, entonces es muy difícil decirle a una persona que está en un ciclo de violencia doméstica que termine la relación, no lo va a poder hacer, por la dependencia emocional”, explicó la profesional en salud mental.
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La presión social también juega un papel significativo en el regreso al agresor. El estigma asociado a ser víctima de violencia de género, junto con la falta de apoyo de la comunidad, puede hacer que algunas mujeres se sientan aisladas y opten por regresar a sus parejas abusivas en un intento de evitar el rechazo social.
Además, la falta de recursos económicos puede limitar las opciones disponibles para las víctimas. Sin un respaldo financiero adecuado, algunas mujeres pueden encontrarse en situaciones donde regresar con el agresor parece la única opción viable para asegurar su supervivencia y la de sus hijos.
En el contexto del reciente caso en Yauco, donde Linnette Morales Vázquez fue asesinada junto a su madre, Lizzette Vázquez y hermano, Luis Miguel Morales Vázquez, por su pareja, Wilfredo H. Santiago Figueroa a pesar de contar con una orden de alejamiento, la Dra. Figueroa expresó su preocupación por la falta de seguimiento a las medidas de protección. Además, resaltó la necesidad de comprender que las víctimas, a menudo, no están en pleno juicio emocional para tomar decisiones, lo que puede llevarlas a regresar al ciclo de violencia.
Estrategias psicológicas
Figueroa compartió estrategias psicológicas para ayudar a estas personas a liberarse de la codependencia emocional y evitar caer nuevamente en relaciones dañinas.
“Tenemos que estabilizar a la persona primero a nivel emocional. Si hay depresiones fuertes o ideas suicidas, hay que abordar esto inicialmente como parte de un enfoque integral”, planteó.
También destacó que el proceso terapéutico es extensivo, y es esencial trabajar con otros profesionales de la salud, como psiquiatras. Además, enfatizó la importancia de grupos de apoyo y terapias basadas en trauma para brindar un tratamiento constante.
La especialización en violencia de género es crucial en el proceso terapéutico. Figueroa explicó que no todos los psicólogos son expertos en esta área, y subrayó la necesidad de buscar profesionales que comprendan la complejidad del trauma y la codependencia emocional.
“Lamentablemente, las víctimas de violencia doméstica, si no trabajan con esta codependencia emocional, vuelven a caer en relaciones inadecuadas. Vuelven a repetir el patrón, así sea con otra persona. No necesariamente tenemos que volver con el mismo agresor, volvemos y caemos en patrones con relaciones inadecuadas, porque no hemos trabajado lo que tenemos que trabajar”, indicó.
Llamado a la colaboración
La Dra. Figueroa insiste en que el problema es global y requiere un enfoque colaborativo. Lamentó que las víctimas con problemas de salud mental a raíz de la violencia no sean tratadas en conjunto con la violencia, sino que se les deje de lado, ignorando su sufrimiento y necesidades.
“No podemos seguir culpándonos unos a otros. La colaboración de todos los sectores de la sociedad es esencial para erradicar la violencia de género. Es hora de poner fin a la delación y trabajar juntos para ofrecer un apoyo integral y efectivo a las víctimas, integrando la atención de la salud mental con la lucha contra la violencia de género”, declaró Figueroa.
La psicóloga subrayó la importancia de abordar los roles de género arraigados desde la infancia. Reconoce que los adolescentes ya tienen ideas preconcebidas sobre lo que se espera de ser mujer u hombre, y destacó la necesidad de intervenir culturalmente y educar desde una perspectiva de género desde los primeros años.
“La perspectiva de género es solo el comienzo. La orientación y educación son cruciales para abordar otros factores, incluidos los problemas de salud mental, las adicciones y el maltrato doméstico”, añadió.