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¿La ejecución de reos con nitrógeno se replicará en otras cárceles de Estados Unidos?

Oklahoma fue el primer estado en contemplar la posibilidad de usar el nitrógeno hace casi una década, tras la ejecución fallida en 2014 de Clayton Lockett

Algunos funcionarios de prisiones de otros estados desean analizar atentamente como funcionó el proceso en Alabama y si pueden replicarlo en sus estados.

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ATMORE, Alabama (AP) — El uso de nitrógeno en Alabama para la ejecución de un prisionero, la primera vez en la historia de Estados Unidos, podía adquirir impulso en otros estados y cambiar la manera en la que se aplica la pena de muerte en el país, de forma muy semejante a como sucedió con la inyección letal hace más de 40 años, de acuerdo con expertos.

El procurador estatal Steve Marshall dijo el viernes que la ejecución de Kenneth Eugene Smith, de 58 años, resultó como se había planeado, y que su oficina está lista para ayudar a otros estados si desean comenzar a utilizar nitrógeno en ejecuciones. Smith fue sentenciado por matar a una mujer a sueldo en 1988.

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“Alabama lo ha hecho, y ahora ustedes también pueden hacerlo”, dijo Marshall en una conferencia de prensa.

Algunos funcionarios de prisiones de otros estados desean analizar atentamente como funcionó el proceso en Alabama y si pueden replicarlo en sus estados. Oklahoma y Mississippi ya cuentan con leyes que autorizan el uso del nitrógeno en ejecuciones, y algunos otros estados, como Nebraska, han incorporado medidas este año para añadirlo como opción.

“Nuestra intención es que si funciona, es humanitario y podemos hacerlo, querremos usarlo absolutamente”, dijo Steven Harpe, director del sistema de prisiones de Oklahoma.

Tras colocarle una mascarilla que le obligaba a respirar nitrógeno puro privándolo de oxígeno, Smith se sacudió y se retorció en la camilla por al menos dos minutos durante su ejecución, ocurrida la noche del jueves en una prisión de Alabama, antes de ser declarado muerto.

El comisionado de Centros Correccionales de Alabama, John Q. Hamm, describió las sacudidas de Smith como movimientos involuntarios y dijo que no ocurrió nada extraordinario en el procedimiento.

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“Todo eso era de esperarse, y fueron los efectos colaterales que habíamos visto o investigado sobre la hipoxia (falta de oxígeno) por nitrógeno”, dijo Hamm.

Harpe y su jefe de despacho, Justin Farris, quien reescribió los protocolos de inyección letal de Oklahoma después de una ejecución fallida en 2014, viajaron a Alabama para ver el equipo que los oficiales de centros correccionales obtuvieron para la ejecución con nitrógeno y para estudiar sus protocolos.

“Queremos ver cómo funciona, qué tan rápido funciona y qué tan eficiente es”, dijo Farris. “Pienso que toda la nación, en el ámbito de las entidades correccionales, observa esto para ver cómo se hace”.

Estados Unidos tiene una larga historia en el desarrollo de métodos de ejecución que pronto fueron adoptados ampliamente, comenzando con la electrocución a principios del siglo XX, la cual reemplazó el ahorcamiento, seguida por la cámara de gas y, finalmente, la inyección letal, que fue desarrollada por un médico de Oklahoma en la década de 1970. El cambio al uso del nitrógeno podría ser el siguiente método en adquirir popularidad, dijo Austin Sarat, catedrático de leyes del Amherst College, que ha escrito muchos textos sobre las ejecuciones fallidas y la pena de muerte.

“Este es un capítulo de una larga historia en Estados Unidos”, dijo Sarat. “Desde finales del siglo XX, Estados Unidos ha buscado un método de ejecución que sea una especie de bala mágica tecnológica y garantice que las ejecuciones sean seguras, confiables y humanitarias.

“¿Por qué estamos en esa búsqueda? Porque queremos tener la pena de muerte, pero queremos ser capaces de decir que no es cruel”.

Oklahoma fue el primer estado en contemplar la posibilidad de usar el nitrógeno hace casi una década, tras la ejecución fallida en 2014 de Clayton Lockett, quien apretó los dientes, se quejó y se retorció en la camilla hasta que un médico observó un problema en la sonda intravenosa, y la ejecución se suspendió antes de que Lockett muriera, 43 minutos después de iniciado el procedimiento. Una investigación posterior reveló que la sonda se había movido de su sitio y que los químicos letales fueron bombeados en el tejido que rodeaba el lugar de la inyección, y no en su torrente sanguíneo.

Muchos otros estados, entre ellos Alabama, han tenido problemas para administrar la inyección letal o para obtener las sustancias letales, particularmente debido a que los fabricantes, muchos de ellos con sede en Europa, se han opuesto a que sus medicamentos se utilicen para matar personas y han prohibido su venta a los departamentos de centros correccionales, o bien, han dejado de fabricarlos.

Aun cuando algunos estados donde se aplica la pena de muerte siguen comprometidos con llevar a cabo las ejecuciones, la pena capital presenta un declive en su uso y apoyo, el cual ha durado varios años, y actualmente, más estadounidenses piensan que la pena de muerte se administra injustamente, de acuerdo con un informe anual reciente.

En 29 estados de Estados Unidos, lo que constituye una mayoría, se ha abolido la pena de muerte o se han pausado las ejecuciones, y en 2023 se realizaron apenas 24 ejecuciones en cinco estados del país, de acuerdo con el Centro de Información sobre la Pena de Muerte, con sede en Washington, D.C.

“Desde 2007, más estados han abolido la pena de muerte que en cualquier otro período comparable de 17 años en la historia estadounidense”, observó Sarat. “Esta consideración nacional no sólo está impulsada por escrúpulos morales, sino por la sensación de que se trata de un sistema dañado”.

Ryan Kiesel, exlegislador de Oklahoma y abogado de derechos civiles que se opuso a los esfuerzos de Oklahoma para aprobar el nitrógeno cuando se desempeñaba como director del capítulo estatal de la Unión Americana de Libertades Civiles, dijo que la presión continua para encontrar un nuevo método es un intento inútil de los estados para tratar de purificar un acto violento.

“Quizás, en lugar de tratar de adoptar maneras cada vez más aceptables de matar a una persona, si un estado desea tener la pena de muerte, debería contar con un método que refleje el acto violento que constituye esa ejecución”, dijo Kiesel said. “Si no podemos soportarlo, no deberíamos hacerlo”.

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