BRASILIA (AP) — El calentamiento global inducido por el ser humano, y no el fenómeno climático de El Niño, fue la causa principal de la grave sequía ocurrida el año pasado en la Amazonía, la cual provocó niveles históricamente bajos en los ríos, requirió el envío de alimentos y agua potable a cientos de comunidades ribereñas y causó la muerte de decenas de delfines en peligro de extinción, informaron científicos el miércoles.
El cambio climático y el fenómeno de El Niño contribuyeron casi en igual medida a la reducción en el volumen de lluvia. Pero el aumento de las temperaturas mundiales fue el motivo principal de la sequía, de acuerdo con World Weather Attribution, una iniciativa que reúne a climatólogos para que analicen rápidamente los eventos extremos y sus posibles relaciones con el cambio climático.
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La sequía fue de naturaleza agrícola, y en ella se combinó una reducción en el volumen de lluvia con condiciones más cálidas que evaporaron la humedad de las plantas y el suelo. Esa evaporación provocada por el calor fue el elemento principal de la gravedad de la sequía, dijo Friederike Otto, coautor del estudio y climatólogo del Imperial College de Londres.
“Lo que ahora es un evento que se produce una vez cada 50 años habría sido mucho menos probable en un mundo 1,2 grados más fresco. Si seguimos calentando el clima, esta combinación de pocas lluvias y altas temperaturas será aún más frecuente”, dijo Otto el miércoles en una conferencia de prensa.
El equipo utiliza un método aceptado por la comunidad científica, que consiste en realizar simulaciones computarizadas de eventos climáticos como si hubieran pasado en un mundo ficticio sin calentamiento global, y comparar los resultados con lo que realmente ocurrió.
La sequía en la Amazonía — la selva tropical más grande del mundo y crucial para absorber el dióxido de carbono que, de otra manera, contribuiría al calentamiento global — se produjo mientras la Tierra atravesó el año más caluroso del que se tenga registro. El planeta está más cerca que nunca del aumento de 1,5 grados Celsius (2,7 grados Fahrenheit) respecto a la era preindustrial, umbral dentro del cual las naciones esperaban mantenerse para evitar las peores consecuencias del cambio climático, como el calor mortífero, el aumento en los niveles del mar, inundaciones e incendios forestales.
En el lago Tefé de Brasil, la temperatura del agua alcanzó los 39,1 grados Celsius (102,4 grados Fahrenheit), y es probable que haya provocado la muerte de más de 150 delfines rosados y tucuxi, dos especies en peligro de extinción. A lo largo del río Amazonas, los habitantes vieron cómo sus cultivos se marchitaban y cómo los peces desaparecían, y ante la imposibilidad de viajar debido al bajo nivel de los ríos, formaron largas filas en las riberas para recibir suministros de ayuda. En Manaos, la ciudad más grande de la región, los más de 2 millones de residentes padecieron durante meses el humo de los incendios forestales.
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La coautora del estudio Regina Rodrigues, de la Universidad Federal de Santa Catarina, dijo que la sequía subraya la importancia de la Amazonía en la lucha contra el cambio climático.
“Si protegemos la selva, ésta continuará actuando como el mayor sumidero de carbono en tierra firme del mundo”, dijo Rodrigues en una declaración. “Pero si permitimos que las emisiones de gases inducidas por el ser humano y la deforestación la lleven a un punto crítico, liberará grandes cantidades de dióxido de carbono, complicando aún más nuestra lucha contra el cambio climático”.
Luiz Candido, meteorólogo del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonía de Brasil y que no participó en el estudio, indicó que los hallazgos respaldan el consenso científico de que las variaciones climáticas en la región han aumentado hasta alcanzar condiciones extremas.
Pero Candido también afirmó que las interacciones entre los océanos, la atmósfera y la selva son complejas y que aún no es posible separar el impacto de la variabilidad climática natural del provocado por el calentamiento global causado por los seres humanos. También cuestionó si el estudio sobreestimó la evaporación en las plantas, destacando que muchas de las plantas de la Amazonía tienen raíces mucho más profundas que los cultivos y fueron capaces de mantener gran parte de su humedad al alcanzar capas de tierra húmeda mucho más profundas.
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