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El amor por la naturaleza puede ser hereditario

Los seres humanos tenemos una visión positiva de la naturaleza. Pero, ¿se debe a un enfoque que hemos aprendido al crecer o es algo con lo que nacemos? Metro lo descubre.

Conectar con la naturaleza siempre es buena opción
Conectar con la naturaleza siempre es buena opción (Freepik)

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A pesar de la actual crisis medioambiental en todo el mundo, millones de personas aman la naturaleza y tratan de protegerla, y un estudio reciente sugiere que esta “biofilia” podría ser hereditaria.

Los efectos beneficiosos de la naturaleza para el ser humano están ampliamente reconocidos. En los entornos urbanos, las investigaciones indican que los árboles y las zonas verdes aumentan considerablemente el bienestar. Sin embargo, la causa de esta tendencia biofílica es objeto de debate entre los expertos.

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Investigadores de la Universidad de Gotemburgo y la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas descubrieron que los humanos tenemos una visión positiva de la naturaleza porque es una actitud que hemos aprendido al crecer y también es algo con lo que nacemos.

“Hay algunos estudios recientes que apoyan una “biofilia” actualizada, es decir, que la respuesta a la naturaleza se debe tanto a factores genéticos como a la influencia del entorno”, explica a Metro Bengt Gunnarsson, profesor emérito de Ciencias Ambientales de la Universidad de Gotemburgo y autor de la investigación.

Los investigadores revisaron varios estudios en este campo que examinan tanto los factores innatos como lo que los individuos experimentan a lo largo de su vida, principalmente cuando son niños. En un nuevo trabajo, concluyen que tanto la herencia como el entorno influyen en la actitud de un individuo hacia la naturaleza, pero que una amplia gama de factores también influyen en cómo se expresa el amor por la naturaleza.

“Hemos podido determinar que muchas personas tienen una experiencia positiva inconsciente de la naturaleza”, afirma Bengt Gunnarsson.

Y añadió: “Pero la hipótesis de la biofilia debería modificarse para vincular la variación en las relaciones de los individuos con la naturaleza a una interacción entre la herencia y la influencia ambiental”.

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El científico afirmó que la naturaleza puede significar cosas completamente distintas para cada persona. A algunos les gustan los parques con césped y árboles plantados, mientras que otros prefieren estar en la naturaleza.

Los investigadores creen que esta variación también está determinada tanto por la herencia como por el entorno.

“Por eso es importante no estandarizar la naturaleza a la hora de planificar el verdor de nuestros pueblos y ciudades”, comenta Marcus Hedblom, investigador de la SLU y coautor del artículo.

Y concluyó: “No deberíamos sustituir la vegetación salvaje por un parque y dar por sentado que será bueno para todos”.

Beneficios de la naturaleza urbana

La planificación urbana suele adoptar la densificación en aras de la sostenibilidad.

Los estudios correlacionan los parques urbanos y las zonas verdes con una mayor actividad física y el alivio del estrés.

El verdor de la ciudad desempeña un papel vital en la purificación del aire y proporciona sombra, sobre todo en los días calurosos.

“Parece que la interacción con la naturaleza durante la infancia es significativa para la relación con la naturaleza de las personas cuando son adultas”.

Bengt Gunnarsson, profesor emérito de Ciencias Ambientales de la Universidad de Gotemburgo.

Entrevista

Bengt Gunnarsson

profesor emérito de Ciencias Ambientales de la Universidad de Gotemburgo y autor de la investigación

P: ¿Cómo se le ocurrió estudiar la relación entre herencia y medio ambiente?

- El conocido biólogo E. O. Wilson sugirió que la “biofilia” (es decir, la respuesta humana positiva a la naturaleza) era una tendencia innata. Sin embargo, la mayoría de los estudios que examinan el impacto de la naturaleza en el ser humano parten de la base de que éste se rige por factores ambientales, como el aprendizaje y el contexto cultural. Por eso queríamos estudiar si esta suposición es correcta.

P: ¿De qué formas distintas puede surgir el amor por la naturaleza en los seres humanos?

- En general, la mayoría de las características cuantitativas de los seres humanos (conocidas como “rasgos”, por ejemplo la altura, la tensión arterial, la velocidad al correr, etc.) se rigen por una interacción entre la herencia y el entorno. Nosotros creemos firmemente que esa interacción también rige la respuesta a la naturaleza. Algunos estudios recientes apoyan una “biofilia” actualizada, es decir, que la respuesta a la naturaleza se debe tanto a factores genéticos como a la influencia del entorno.

P: ¿Cómo influye la herencia en el amor por la naturaleza?

- Sólo existe un estudio sobre este tema. Una investigación sobre la “orientación hacia la naturaleza” de las personas (un constructo psicológico sobre la relación de un individuo con la naturaleza) contrastó gemelos idénticos y no idénticos. Los resultados revelaron que los gemelos idénticos se parecían más entre sí que los no idénticos. Esto sugiere un componente genético. Por ejemplo, los individuos podrían ver inconscientemente la naturaleza como más o menos benévola.

P: ¿Cómo influye el entorno en la biofilia?

- Existen múltiples estudios psicológicos sobre este tema. La relación con la naturaleza suele estar influida por contextos sociales y culturales. Por ejemplo, las personas de distintas culturas pueden responder de forma diferente a un tipo concreto de naturaleza. Sin embargo, parece que la interacción con la naturaleza durante la infancia es significativa para la relación con la naturaleza de las personas en la edad adulta.

P: ¿Qué beneficios aporta la naturaleza urbana?

- Hay muchas pruebas de que la naturaleza urbana es muy importante para la salud pública en las grandes ciudades. Múltiples estudios demuestran que la visita a un espacio verde urbano está asociada a la reducción del estrés y favorece la salud mental. Las zonas verdes recreativas también fomentan la actividad física. Pero las preferencias de los individuos abarcan un amplio abanico. Por lo tanto, los urbanistas deberían ofrecer a las personas una variación considerable en el tamaño, la configuración y la biodiversidad de los espacios verdes urbanos. Una estrategia de gestión de este tipo podría optimizar los beneficios para la salud de los habitantes de las ciudades.

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