Nuevos medicamentos para tratar la obesidad muestran resultados prometedores para ayudar a algunas personas a perder kilos, pero seguirán fuera del alcance de millones de estadounidenses mayores porque Medicare tiene prohibido cubrir dichos fármacos.
Las compañías farmacéuticas y una amplia y creciente coalición bipartidista de legisladores se preparan para presionar para que eso cambie este año.
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A medida que las tasas de obesidad aumentan entre los adultos mayores, algunos legisladores dicen que Estados Unidos no puede darse el lujo de mantener una ley de décadas de antigüedad que prohíbe a Medicare pagar por medicamentos nuevos para bajar de peso, incluidos Wegovy y Zepbound. Pero las investigaciones muestran que el precio inicial de cubrir esos medicamentos es tan elevado que podría dejar en cero la ya inestable cuenta bancaria de Medicare.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) ha aprobado en los últimos años una nueva clase de inyectables semanales —Wegovy, de Novo Nordisk, y Zepbound, de Eli Lilly— para tratar la obesidad.
Las personas pueden perder entre el 15% y el 25% de su peso corporal con estos medicamentos, que imitan a las hormonas que regulan el apetito al comunicar saciedad entre el intestino y el cerebro cuando la gente come.
El costo de los medicamentos, adorados por las celebridades, los ha limitado en gran medida a los ricos. Un suministro mensual de Wegovy cuesta 1.300 dólares, y de Zepbound, 1.000 dólares. La escasez de los medicamentos también ha limitado la oferta. Las aseguradoras privadas a menudo no cubren los medicamentos o imponen restricciones estrictas sobre quién puede acceder a ellos.
El mes pasado, un estudio grande e internacional encontró una reducción del 20% en el riesgo de problemas graves del corazón, como ataques cardiacos, en pacientes que tomaron Wegovy.
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Mucho antes de que Oprah Winfrey y los influencers de TikTok hablaran con entusiasmo sobre los beneficios de estos fármacos para bajar de peso, el Congreso estableció una regla: la Parte D de Medicare —el plan de seguro médico para que los estadounidenses mayores obtengan fármacos que requieren receta— no podía cubrir medicamentos utilizados para ayudar a ganar o perder peso. Medicare cubre las pruebas de detección de obesidad y el tratamiento conductual si una persona tiene un índice de masa corporal (IMC) superior a 30. Las personas con un IMC superior a 30 se consideran obesas.
La norma fue aprobada por el Congreso en 2003 como parte de un paquete de iniciativas que revisó las prestaciones de Medicare sobre fármacos recetados.
Los legisladores se opusieron a pagar altos costos por medicamentos para tratar una condición que históricamente era considerada como cosmética. Los problemas de inocuidad que surgieron en la década de 1990 con el tratamiento contra la obesidad conocido como fen-phen, que tuvo que ser retirado del mercado, también eran un recuerdo cercano.
Medicaid, el programa estatal-federal para personas de bajos ingresos, cubre los medicamentos en algunas áreas, pero el acceso es fragmentado.
Nuevos estudios muestran que los medicamentos hacen más que ayudar a los pacientes a adelgazar.
El representante republicano Brad Wenstrup, de Ohio, presentó este año un proyecto de ley junto con el representante demócrata Raúl Ruiz, de California, que permitiría a Medicare cubrir los medicamentos, terapias, nutricionistas y dietistas contra la obesidad que actualmente no puede.
“Durante años hubo un estigma contra estas personas, luego hubo un estigma sobre hablar de la obesidad”, dijo Wenstrup en una entrevista con The Associated Press. “Ahora estamos en un punto donde decimos que este es un problema de salud y tenemos que abordarlo”.
Wenstrup cree que la intervención podría aliviar todo tipo de males asociados con la obesidad que le cuestan dinero al sistema.
“El problema es muy prevalente”, agregó. “La gente está empezando a darse cuenta de que hay que tener en cuenta los ahorros que conlleva una mejor salud”.
El año pasado, alrededor del 40% de las casi 66 millones de personas inscritas en Medicare tenían obesidad. Esa es básicamente la misma proporción que hay en la población estadounidense en general, donde el 42% de los adultos son obesos, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
Notablemente, Medicare cubre ciertos procedimientos quirúrgicos para tratar las complicaciones médicas de la obesidad en personas con un IMC de 35 y al menos una enfermedad relacionada. El Congreso aprobó la excepción en 2006, señaló Mark McClellan, exdirector de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid y de la FDA.
La ley, que data de hace 17 años, puede proporcionar un modelo para ampliar la cobertura a los nuevos medicamentos —cuyos resultados son similares a los de la cirugía bariátrica en algunos casos—, dijo McClellan. La evidencia demostró que la cirugía redujo los riesgos de muerte y de enfermedades graves por afecciones relacionadas con la obesidad.
“Y esa ha sido la base de la cobertura todo este tiempo”, agregó McClellan.
Aun así, el precio inicial para cambiar la norma todavía es un desafío.
Algunas investigaciones muestran que ofrecer medicamentos para bajar de peso aseguraría la inminente quiebra de Medicare. Un análisis de la Universidad de Vanderbilt de marzo de 2023 estimó un precio anual de alrededor de 26.000 millones de dólares en medicamentos contra la obesidad para Medicare si se recetaran al 10% de los afiliados al sistema.
No obstante, otra investigación muestra que también podría ahorrarle al gobierno miles de millones —e incluso billones— a lo largo de muchos años porque reducirían algunas de las enfermedades y problemas crónicos que se derivan de la obesidad.
Un análisis de principios de 2023 del Centro Schaeffer de la Universidad del Sur de California estimó que el gobierno podría ahorrar hasta 245.000 millones de dólares en una década, y la mayoría de los ahorros provendrían de la reducción de hospitalizaciones y otros servicios médicos.
“Lo que hicimos fue analizar las consecuencias para la salud a largo plazo de tratar la obesidad en la población (afiliada a) Medicare”, dijo el coautor del estudio Darius Lakdawalla, director de investigación del centro. El Centro Schaeffer recibe financiación de empresas farmacéuticas, incluida Eli Lilly.
Lakdawalla dijo que es casi imposible poner un costo a la cobertura de los fármacos porque nadie sabe cuántas personas terminarán tomándolos o cuál será el precio de los medicamentos.
La Oficina de Presupuesto del Congreso (o CBO, por sus siglas en inglés), encargada de evaluar las propuestas legislativas, reconoció esta dificultad en un blog en octubre, y el director pidió una mayor investigación sobre el tema.
En general, la agencia “espera que el costo neto de los medicamentos para el programa Medicare sea significativo durante los próximos 10 años”.
El costo es el mayor obstáculo para obtener apoyo para el proyecto de ley, dijo Ruiz.
“Cuando hablamos del costo inicial, a menudo tengo que informar a los miembros que la CBO no toma en cuenta los ahorros en su análisis de costo-beneficio”, explicó Ruiz a la AP. “Tomando esa cifra de manera aislada, uno no obtiene el panorama completo de la economía total de reducir la obesidad y todas sus comorbilidades en nuestros pacientes”.
Los médicos dicen que los fármacos para bajar de peso son sólo una parte de las estrategias más efectivas para tratar a un paciente con obesidad.
Cuando el doctor Andrew Kraftson desarrolla un plan con sus pacientes en el programa Weight Navigator (Navegación de Peso), de la Universidad de Michigan, éste implica una “mezcla perfecta” de intervención conductual, educación sobre salud y dieta, y posiblemente fármacos contra la obesidad.
Pero con los pacientes de Medicare, tiene limitaciones respecto a lo que puede recetar.
“Una prohibición general para el uso de medicamentos contra la obesidad es una manera anticuada de pensar y no reconoce a la obesidad como una enfermedad, y está perpetuando las disparidades en la salud”, señaló Kraftson. “No soy tan ignorante como para pensar que Medicare debería simplemente comenzar a cubrir tratamientos caros para todos. Pero hay algo entre el todo y la nada”.
Durante la última década, los legisladores han introducido algunas variaciones a la ley que permitirían a Medicare cubrir los medicamentos para bajar de peso. Pero el proyecto de ley de este año ha despertado el interés de más de 60 legisladores, desde el representante republicano por Arizona David Schweikert, un autoproclamado intransigente presupuestario, hasta la representante progresista Judy Chu, de California.
La aprobación es una prioridad para dos legisladores: Wenstrup y el senador Tom Carper, de Delaware, antes de que se jubilen el próximo año.
Las empresas farmacéuticas también se preparan para un cabildeo intenso este año, cuando los medicamentos obtengan la aprobación de la FDA para utilizarse para bajar de peso.
“Los estadounidenses deberían tener acceso a los medicamentos que sus médicos creen que deberían tomar”, dijo Stephen Ubl, presidente del grupo de cabildeo Pharmaceutical Research and Manufacturers of America (Investigación y Fabricantes Farmacéuticos de Estados Unidos), en una llamada con periodistas el mes pasado. “Pedimos que Medicare cubra estos medicamentos”.
Novo Nordisk ya ha empleado a ocho empresas distintas y ha gastado casi 20 millones de dólares en cabildeo ante el gobierno federal en varios temas, incluida la Ley para Tratar y Reducir la Obesidad, desde 2020, según muestran documentos informativos. Eli Lilly ha gastado aproximadamente 2,4 millones de dólares en cabildeo desde 2021.
Los defensores de grupos como The Obesity Society, dedicado al estudio y tratamiento de la obesidad, han presionado durante años para que Medicare cubra los medicamentos. Pero el impulso podría estar cambiando gracias a la creciente evidencia de que los fármacos para tratar la obesidad pueden prevenir accidentes cerebrovasculares, ataques cardiacos e incluso la muerte, dijo Ted Kyle, asesor de políticas.
“La conversación ha pasado de debatir si vale la pena el tratamiento de la obesidad a descubrir cómo hacer que funcione en lo económico”, añadió. “Por esto ahora creo que el cambio es inevitable”.