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Ecuador lucha contra la crisis energética para poder celebrar la navidad

El país no ha permitido que la situación energética le impida poner las luces navideñas

Capitalinos asisten al Mercado la Merced para realizar las compra de adornos navideños y árboles navideños artificiales para la celebración de posadas, Navidad y Año Nuevo. 
FOTO: GRACIELA LÓPEZ /CUARTOSCURO.COM
Capitalinos asisten a realizar las compras de adornos navideños y árboles artificiales para la celebración de posadas, Navidad y Año Nuevo. Capitalinos asisten al Mercado la Merced para realizar las compra de adornos navideños y árboles navideños artificiales para la celebración de posadas, Navidad y Año Nuevo. FOTO: GRACIELA LÓPEZ /CUARTOSCURO.COM (Cuartoscuro /Graciela López Herrera)

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Ecuador no tiene energía para abastecer su vida cotidiana ni sus actividades productivas, pero sí tiene para poner las luces navideñas. En las casas particulares, los centros comerciales, espacios públicos y hasta en entidades, el racionamiento de luz impuesto por el gobierno por varias horas al día no ha evitado que se instale decoración desde hace varias semanas.

El país afronta un déficit de generación de energía eléctrica desde octubre de unos 450 megavatios diarios que no alcanza para satisfacer una demanda que en su punto máximo en 2023 alcanzó los 4,682 megavatios al día.

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Entre las causas, las autoridades hablan de una sequía en las cuencas de los ríos que abastecen al 90 por ciento de plantas generadoras eléctricas, así como la falta de previsión para poner a punto las energía térmica que requieren combustible.

Y eso llevó a que en todo el país se programaban cortes diarios de dos y tres horas.

Sin embargo, como cada año, la decoración navideña se ha instalado en las casas y hasta en entes públicos.

Gigantescos árboles con cientos de luces encendidas prevalecen como uno de los principales atractivos en una atípica Navidad.

En Guayaquil, el tradicional árbol de 28 metros de altura de un centro comercial privado del norte se prendió con una concurrencia masiva a inicios de noviembre; mientras en Machala, al sur del país, la alcaldía convocó a finales de ese mes a sus habitantes para disfrutar del encendido de una inmensa estructura de 36 metros con más de 15.000 puntos de luz.

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La situación se replicó en Cuenca, una ciudad de la sierra central, con un gran árbol de 32 metros y, en Quito, lo mismo con el encendido de un gigantesco pesebre de 40 metros en un turístico cerro de la capital. La Empresa Metropolitana de Obras Públicas de la capital informó que se utilizan luces led, un tipo de iluminación de bajo consumo.

En estas y otras ciudades, también se iluminan parques y plazas, las zonas residenciales no son la excepción.

La ministra de Energía, Andrea Arrobo, en un vaivén de decisiones que han fluctuado al son de la situación climática, hizo un último anuncio el martes pasado concediendo a la navidad más protagonismo.

Los cortes por racionamiento de electricidad quedan suspendidos entre el 20 de diciembre y el 1 de enero de 2024, pero retornarán después de las celebraciones con un lapso de hora y media o dos horas, dependiendo de si es zona costera o de sierra.

La ministra advirtió que la crisis energética en Ecuador no tiene una solución inmediata, por lo que pidió a los ecuatorianos “un cambio en los hábitos de consumo” como la única salida.

Según la funcionaria, el llamado ha tenido acogida y se ha conseguido un ahorro a nivel nacional del 4 por ciento de la demanda. Como ejemplo, solicitó el apagado de luces de los edificios públicos y la agrupación de los funcionarios que requieran permanecer en el trabajo más allá de las horas donde se usa luz natural en un solo sector para un encendido limitado. No mencionó la decoración navideña.

Sí lo hicieron la Agencia de Regulación y Control de Energía, que recomendó “aplicar buenos hábitos como encender el árbol de Navidad solo un momento en el día o la semana”, y la Corporación Nacional de Electricidad (CNEL), que sugirió utilizar “iluminación tipo LED en adornos y luces” para reducir el consumo.

En esta época, incrementa entre el 30 y 35 por ciento, según la entidad.

Lejos de esta realidad, Paola Sandoval de 46 años contempla emocionada la decoración en una fría noche en un centro comercial del norte de la capital. “Me fascina, disfruto inmensamente y es lo que más me gusta cuando vengo a estos lugares: las luces, la alegría, la ilusión que marca estas fechas”, reconoció a The Associated Press.

A pocos pasos, bajo el iluminado árbol de unos seis metros de altura que reposa sobre una caja gigante y un papá Noel en movimiento, Katherine Almeida y su hijo Julián posaban para tomarse una fotografía, mientras reían emocionados por “el cambio de época” que les evoca la iluminada escena.

Su disfrute está lejos, al menos por esos instantes, de la realidad del sector energético que según describió la ministra Arrobo, “está en terapia intensiva”.

Los apagones continuarán en 2024 por un tiempo que las autoridades no han definido.

“Ha sido muy desalentador”, afirmó a la AP Paulina Pérez, una comerciante y madre de familia de 41 años. “Nos afecta en el tema económico porque en el local nos hemos abastecido para las fiestas” y, sin luz, las ventas bajan en su pequeño bazar. Se lamentó, pero dijo que “no queda más que poner el hombro y tratar de ayudar para que las cosas en el país mejoren”.

El administrador del Centro Comercial Granados Plaza, al norte de Quito, Isaac Vera, dijo que se han puesto “la camiseta con el país”, compaginando la política de ahorro con la de buena imagen.

Allí, se fijaron horarios de encendido entre las 6 y 8 de la noche, a diferencia de otros años donde la iluminación permanecía durante todo el día. Vera enfatizó que cuando se producen los cortes de luz usan su propia planta de generación.

Una medida similar se adoptó en otro de los centros comerciales más concurridos del norte de Quito.

Ricardo Zambrano es director técnico del Jardín Botánico en la capital, donde luego de tres años se retomó un impresionante evento de luces en ese bosque enclavado en medio de ciudad. “Tuvimos en consideración (la crisis energética) y por eso no es tan extendido”, aseguró.

Se usa luz durante tres horas y media y solamente tres días por semana con una instalación “muy prolija” de luces LED que ahorran energía, defendió. “La luz es vida” y entrega a la gente “una experiencia única muy sensorial”, recalcó el directivo.

Para Magdalena Robles, una jubilada que ha llegado a usar más de 3,000 luces para iluminar su propia instalación de Navidad, el gasto energético compensa: “si se apaga la luz, se viene la tristeza, se viene la melancolía”.

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