La extradición del contratista de defensa Leonard Francis, alias “Fat Leonard”, a Estados Unidos como parte de un intercambio de prisioneros con Venezuela el miércoles es el más reciente giro en una saga lasciva de una década y un esquema de sobornos que arrasó con decenas de oficiales de la Armada estadounidense.
Una de las mayores investigaciones sobre sobornos en la historia militar de Estados Unidos condujo a la condena y sentencia de una veintena de oficiales de la Marina, contratistas de defensa y otras personas por diversos cargos de fraude y corrupción. Todo esto marcado con la audaz fuga de Francis el año pasado, cuando huyó del arresto domiciliario en su casa de San Diego hacia Sudamérica.
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Francis, una figura enigmática, era propietario y operaba el negocio de servicios navales de su familia, Glenn Defense Marine Asia Ltd. (GDMA), con sede en Singapur, empresa que suministraba alimentos, agua y combustible a buques. El contratista de defensa de Malasia fue un contacto clave para los barcos de la Armada estadounidense en puertos de Asia durante más de dos décadas. Durante ese tiempo cortejó a oficiales navales con carne kobe, habanos, entradas para conciertos y fiestas sexuales salvajes en hoteles de lujo desde Tailandia hasta Filipinas.
A cambio, los oficiales, incluido el primer almirante en servicio activo condenado por un delito federal, ocultaban que Francis cobraba de más por el suministro de barcos o cobraba por servicios falsos en los puertos que controlaba en el sudeste asiático. Los oficiales le pasaron información clasificada e incluso llegaron a redirigir buques militares a puertos que eran lucrativos para su empresa con sede en Singapur.
En una operación federal, Francis fue llevado a San Diego con falsos pretextos y arrestado en un hotel en septiembre de 2013. Se declaró culpable en 2015, admitiendo que había ofrecido más de 500.000 dólares en sobornos en efectivo a funcionarios de la Marina, contratistas de defensa y otros. Los fiscales dicen que estafó a la Armada con al menos 35 millones de dólares. Como parte de su acuerdo de culpabilidad, cooperó con la investigación que condujo a las condenas en la Marina. Enfrentaba hasta 25 años de prisión.
Mientras esperaba la sentencia, Francis fue hospitalizado y tratado por cáncer renal y otros problemas médicos. Después de salir del hospital, se le permitió permanecer bajo arresto domiciliario con un monitor GPS en el tobillo y guardias.
Pero tres semanas antes de su sentencia programada para septiembre de 2022, cortó su monitor y escapó, lo que desencadenó una búsqueda internacional. Las autoridades dijeron que huyó a México, luego fue a Cuba y finalmente llegó a Venezuela.
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Fue arrestado más de dos semanas después de fugarse, antes de abordar un vuelo en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar en las afueras de Caracas. Las autoridades venezolanas dijeron que tenía la intención de llegar a Rusia.
Permanecía detenido en Venezuela desde entonces. Estados Unidos y Venezuela tienen un acuerdo de extradición.
El miércoles, Estados Unidos liberó a Alex Saab, un aliado del presidente venezolano Nicolás Maduro a cambio de la liberación de 10 estadounidenses encarcelados en Venezuela y de la extradición de Francis.