Cientos de cubanos residentes en el exterior se reunieron el sábado con las autoridades de La Habana, un encuentro que se produce en medio de un contexto de creciente migración de los isleños al extranjero.
El encuentro estuvo encabezado por el presidente Miguel Díaz-Canel —quien permaneció todo el día en el plenario— y contó con la participación de 361 delegados de comunidades de isleños de 52 países, pero con el grupo más numeroso proveniente de Estados Unidos, informaron los organizadores.
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“El respeto irrestricto a la soberanía de la patria y la voluntad común de continuar fortaleciendo y diversificando nuestros lazos son premisas que compartimos”, destacó el canciller Bruno Rodríguez al darles la bienvenida. “Nos honra que estén en la patria en este reencuentro”.
Es la cuarta Conferencia de La Nación y la Emigración, como denominó a estos encuentros que comenzaron en 1978 y cuyo objetivo es normalizar la relación entre la diáspora cubana y las autoridades del país que atravesó momentos de confrontación. La anterior fue en 2004.
El vicencanciller Carlos Fernández de Cossío indicó durante la apertura que hay unos dos millones de emigrados cubanos en el mundo, de ellos, 1,4 millones están en Estados Unidos y alrededor de 500.000 en otras naciones.
Según los organizadores, una tercera parte de los asistentes provienen precisamente de Estados Unidos. El evento se desarrollará hasta el domingo en cuatro paneles: La relación de Cuba con sus nacionales; sobre cultura e identidad; desarrollo económico y posibilidades de inversión; y el último referente a comunicación social y tecnología.
Desde 2020 una fuerte crisis económica derivada de la pandemia de COVID-19 y un incremento de las sanciones de Estados Unidos con el objetivo de presionar cambios en el modelo de la isla dispararon la migración de los isleños al exterior, según expertos.
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Las autoridades fronterizas de Estados Unidos informaron que entre septiembre de 2021 y diciembre de 2022 unos 330.000 ciudadanos cubanos fueron procesadas en los límites fronterizos con México.
En enero, el gobierno del presidente estadounidense Joe Biden dio a conocer una nueva política que otorga permisos a los cubanos que intenten entrar de manera legal. Se entregaron 55.000 de estas visas, pero aunque las cifras se sujetaron en el primer trimestre, volvieron a crecer.
En febrero, por ejemplo, hubo 6.500 de estos encuentros, pero en septiembre 15.600 y en octubre 18.000, agregan.
La inmigración en la isla —que fue diversificándose en cuanto a la cantidad de naciones de asentamiento— siempre estuvo condicionada por las relaciones con Estados Unidos, según los analistas.
Las autoridades cubanas acusaron sistemáticamente a Washington de fomentar las salidas del país para luego politizar el tema migratorio, incluso, otorgando a los ciudadanos de esta nación trato preferencial de refugiados.
A su vez, los nexos entre la diáspora y las autoridades de la isla tuvieron un fuerte matiz político desde el triunfo de la revolución en 1959, cuando grupos afines a la dictadura de Fulgencio Batista se radicaron en la Florida y desde allí impulsaron acciones armadas contra el gobierno revolucionario.
Posteriormente con las diferentes oleadas los criterios se fueron diversificando entre los emigrados.
La política migratoria desde el Estado cubano también ha ido cambiando y flexibilizándose, luego de la inicial estigmatización a quienes se iban acusándolos de ser enemigos del país. A lo largo de este tiempo se normalizaron las salidas y entradas de los ciudadanos y se eliminaron restricciones, tal como la pérdida de los derechos sociales para quienes estuvieran fuera del país por más de dos años o se extendió la vigencia de los pasaportes, entre otras medidas.
Ahora en medio de un proceso de apertura económica se está permitiendo a los cubano-estadounidenses y los isleños residentes en otras naciones invertir en el país, aunque se considera que este proceso todavía es limitado, suele ser demorado y está lleno de desconfianza por parte de las autoridades que deben aprobar los proyectos.
“Los errores que cometieron en las décadas previas de ver a la gente que salieron como que no son patriotas, eso ha cambiado y el lema de ‘Cuba es para todos’ se ve como algo bonito, pero realmente es algo necesario”, apuntó a The Associated Press el sociólogo Guillermo Grenier, de la Universidad Internacional de Florida y presente en el evento.
Fuera de micrófono los emigrados indicaron que trajeron algunos pedidos a las autoridades de la isla, como la equiparación para que los residentes en el exterior puedan abrir pequeñas y medianas empresas en igualdad con quienes viven en la isla o una normalización de los estatus migratorios para toda la diáspora, independientemente de la forma que salieran del país.
“Para los cubanos americanos es importante un evento como este”, comentó a la AP Carlos Lazo, de la organización llamada “Puentes de Amor” que busca mejoras en las relaciones de La Habana con Washington. “Este es el momento de apoyar a la nación más allá de credos e ideologías”.
Además es “una oportunidad para nosotros para plantear problemáticas relacionadas con la emigración, por ejemplo, hay prohibición de ocho años para las personas que abandonaron una misión y nosotros creemos que la patria debe tumbar muros y tender puentes”, agregó.