Aunque se desconoce el tiempo promedio de vida de la tortuga más grande y rara de América del Norte, los biólogos han dicho que podría ser de más de un siglo.
Por ende, salvar a esta especie en peligro de extinción constituye un proyecto a muy largo plazo, que el viernes recibió un nuevo impulso gracias a un acuerdo que funcionarios federales de vida silvestre alcanzaron con el Fondo de Especies en Peligro de Extinción de Ted Turner para la liberación de más tortugas del Bolsón en una finca del magnate de medios en el centro de Nuevo México.
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El “acuerdo de refugio seguro” facilitará la liberación de tortugas cautivas en la Hacienda Armendaris con el fin de establecer una población que pueda moverse libremente. Martha Williams, directora del Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre (FWS, por sus siglas en inglés), dijo que el acuerdo, que ofrece a terratenientes privados protecciones frente a normas gubernamentales, puede servir de modelo en un momento en que las autoridades buscan más formas innovadoras de trabajar en el marco de la Ley de Especies en Peligro de Extinción.
Docenas de personas se congregaron el viernes para asistir a la liberación de otras 20 tortugas adultas en la propiedad, donde ya hay 23 de ellas y docenas más que aún son jóvenes. Debido al intenso sol y temperaturas de casi 32 grados Celsius (90 grados Fahrenheit), la liberación se efectuó ya avanzada la tarde para garantizar el bienestar de los quelonios.
Por lo general las tortugas pasan aproximadamente el 85% del tiempo en sus madrigueras en tierra, que en algunos casos pueden alcanzar una longitud de unos 18 metros (20 yardas).
Shawn Sartorius, supervisor de campo del FWS, dijo que los resultados de las acciones de cría y restauración de la población de estos animales —los cuales se reproducen con lentitud— no se conocerán durante la vida de él.
“Lo que estamos haciendo aquí es establecer una población que se pueda legar a la próxima generación”, dijo Sartorius.
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Se trata de un paso para algún día lograr la liberación más amplia de esta tortuga en el suroeste de Estados Unidos, en un momento en que los conservacionistas apremian al gobierno federal para que considere elaborar un plan de recuperación de la especie. La tortuga del Bolsón constituye el ejemplo más reciente de una iniciativa creciente para encontrarle nuevos entornos a las especies en peligro de extinción a medida que el cambio climático y otras amenazas las expulsan de sus hábitats históricos.
Ahora esta tortuga sólo se encuentra en estado silvestre en los pastizales del centro y el norte de México, aunque alguna vez se extendió por una zona mayor que incluía el suroeste de Estados Unidos. Los archivos de fósiles muestran también que alguna vez habitó en el sur de las Grandes Llanuras, incluidas partes de Texas y Oklahoma.
Se cree que la población de tortugas silvestres del Bolsón suma menos de 2.500 ejemplares, y los expertos dicen que las amenazas hacia estos animales van en aumento, ya que son cazadas para ser usadas como comida o para volverlas mascotas. Su hábitat también se está reduciendo, ya que más pastizales desérticos han sido convertidos en campos agrícolas.
Aunque ha pasado muchísimo tiempo desde que la tortuga recorría libremente lo que hoy es Nuevo México, Mike Phillips, director del Fondo Turner para Especies en Peligro de Extinción, dijo que ya es tiempo de que los biólogos reconsideren qué puntos de referencia ecológicos deberían importar más cuando se hable de la recuperación de una especie en peligro.
El cambio climático está provocando un reacomodo en la ecología y modificando la importancia de las condiciones históricas en la ecuación para la recuperación, dijo Phillips. Señaló el caso de la tortuga, cuyo hábitat adecuado está virando una vez más hacia el norte a medida que las condiciones en el suroeste de Estados Unidos se tornan más secas y cálidas.
Si los altos funcionarios a cargo de la vida silvestre no están dispuestos a pensar con mayor amplitud, la tortuga del Bolsón podría tener un futuro sombrío, agregó.
“Parecería que en el contexto de la recuperación, la extensión del hábitat histórico debería ser tomada en cuenta. A veces la distribución prehistórica también importa”, dijo en una entrevista. “Pero lo más importante es la extensión futura del hábitat, porque la recuperación se centra en corregir algo que se ha hecho mal, en mejorar las condiciones. El futuro es lo que es de gran relevancia para la recuperación”.
Sartorius, del FWS, coincidió, y señaló que las autoridades no pueden limitarse a sólo mantenerla en la zona de distribución histórica y pensar que con ello pueden aspirar a seguir preservando a animales como la tortuga en el planeta.
La interrogante que los biólogos han estado tratando de despejar es si la Hacienda Armendaris constituye un buen hábitat.
A la fecha, la finca de más de 1.450 kilómetros cuadrados (560 millas cuadradas) ha mostrado ser un lugar ideal. El paisaje es similar al de las tortugas en México, y los trabajos realizados en el lugar y en el parque Living Desert Zoo and Gardens, en Carlsbad, ha resultado en la cría de más de 400 tortugas desde 2006.
Las tortugas podrán desplazarse libremente en su corral de 6,6 hectáreas (16,5 acres) como lo harían en la naturaleza. Las autoridades de vida silvestre las inspeccionarán una vez al año.
Dependiendo de las condiciones climáticas y del alimento que tenga a su disposición, una cría puede tardar pocos años o más en alcanzar una longitud de apenas 11 centímetros (poco más de 4 pulgadas). A la larga puede crecer a 37 centímetros (14,5 pulgadas).
La especie era desconocida para la ciencia hasta finales de la década de 1950, y nunca ha sido estudiada exhaustivamente.
“Todos los días aprendemos más y más acerca de la historia natural de la tortuga del Bolsón”, declaró Phillips.
La meta es crear una población cautiva sólida que pueda ser utilizada como fuente para futuras liberaciones de ejemplares en la naturaleza. Ese trabajo incluirá conseguir los permisos estatales y federales para liberar tortugas en otros entornos aparte de la propiedad de Turner.