QUITO (AP) — El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, admitió el miércoles en la reunión anual de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, el “violento asedio” que sufre el país andino por parte del crimen organizado, que llegó a matar a un candidato presidencial en plena campaña, por lo que pidió afrontar el fenómeno en conjunto.
Ante el foro mundial, el mandatario ecuatoriano se esforzó por aclarar que la penetración del crimen organizado que “desafía la estabilidad democrática” de los países, “no es un problema exclusivo de Ecuador”.
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En la capital ecuatoriana, el candidato presidencial, Fernando Villavicencio, sufrió un ataque armado el pasado mes de agosto cuando salía de un acto político en el norte de la capital, por el cual 13 personas están procesadas por asesinato y en prisión preventiva.
El gobernante ecuatoriano, no obstante, apuntó que fenómenos como el tráfico de drogas y armas, trata de personas, migración forzosa y minería ilegal han crecido en todo el mundo, por lo que llamó a otros países a confrontar juntos las “adversidades”.
Lasso destacó que la lucha contra el narcotráfico en su administración permitió la incautación de 500 toneladas de droga en el lapso de dos años, lo que lo posiciona como el tercer país del mundo con más decomisos después de Estados Unidos y Colombia.
Ecuador pasó de ser una isla de paz, enclavada entre los grandes productores de droga a nivel mundial, Perú y Colombia, para registrar récord de muertes violentas en 2022 con 25 muertos por cada 100 mil habitantes, con 4,600 asesinatos atribuidos a disputas entre grupos criminales.
La curva va en ascenso con más de 3,600 muertos en lo que va de 2023, por lo que podría superar a fin de año su propio récord.
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El gobierno ha adjudicado la incontenible violencia, que viene creciendo unos tres años atrás, a la guerra entre bandas delictivas y del crimen organizado que se disputan el poder y control de territorios para el microtráfico y tráfico internacional de drogas y que detonó en 2021 con una secuela de masacres carcelarias. Hasta el momento más de 400 presos han muerto asesinados en estos cruentos choques.
La muerte en 2020 de José Luis Zambrano, líder de Los Choneros, una peligrosa banda local con nexos con el cartel mexicano de Sinaloa, fue el punto de origen de un vacío de poder que enfrenta a otros capos del narcotráfico.