Las elecciones presidenciales de 2024 determinarán si Donald Trump regresa a la Casa Blanca. También podrían decidir si pasará un tiempo tras las rejas.
Para Trump, quien ahora enfrenta una tercera acusación formal — en esta ocasión por sus esfuerzos para anular los resultados de las elecciones de 2020 e impedir la transferencia del poder presidencial —, ganar es algo más que una cuestión de ego, redención, ajuste de cuentas o el futuro del país.
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“Esta elección bien puede ser sobre la libertad personal de Donald Trump”, comentó Ari Fleischer, un experimentado estratega republicano. “No es una exageración decir que, en caso de que sea declarado culpable, podría ser sentenciado a prisión a menos que gane y utilice las palancas de la justicia para revertir o detener o desestimar su condena”.
Los intereses sumamente personales para Trump se suman a lo que ya es una elección como ninguna otra en la historia moderna. Ahora no es solo un debate sobre los desafíos del país, sino una lucha partidista sobre si el expresidente de 77 años y puntero por el Partido Republicano debería pasar tiempo en prisión. Poniendo esa cuestión en primer plano, la representante Marjorie Taylor Greene, quien es aliada de Trump, tuiteó que “de cualquier forma votaré por Trump incluso si está en la cárcel”.
Los críticos han alegado desde hace tiempo que el miedo de Trump a ser enjuiciado fue uno de los motivos principales para tomar la decisión de lanzar otra campaña presidencial. Aunque Trump lo niega, e insiste que no le habrían presentado cargos si no hubiera decidido postularse nuevamente, la nueva acusación formal garantiza que su campaña y sus problemas jurídicos estén entrelazados a partir de ahora.
“El mensaje jurídico es el mensaje político y el mensaje político es el mensaje jurídico”, señaló Steven Cheung, portavoz de la campaña de Trump, sobre la nueva realidad. “Forma parte de nuestra campaña. Trump ha hecho que los problemas legales sean un gran foco de su campaña y, desde nuestro punto de vista, es un mensaje que funciona.”
El total de 78 cargos estatales y federales en contra de Trump ya domina sus discursos de campaña, en los que trata de presentarse como víctima de un Departamento de Justicia politizado, empeñado en dañar las perspectivas del principal rival político del presidente Joe Biden. En sus mítines, trata de presentar los cargos no sólo como un ataque contra él, sino también contra sus partidarios.
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“No me acusan a mí, los acusan a ustedes”, dijo a una multitud durante un mitin en Erie, Pensilvania, el pasado fin de semana
En un plano más práctico, Trump tiene ante sí un acto de malabarismo sin precedentes, haciendo campaña al tiempo que enfrenta posibles juicios en por lo menos tres jurisdicciones diferentes.
Trump comparecerá el jueves en un tribunal federal de Washington para enfrentar los cargos más recientes para después asistir a una cena del Partido Republicano de Alabama el viernes. La próxima semana, asistirá a otra comparecencia en Florida luego de que el fiscal especial Jack Smith presentó cargos penales adicionales en su contra en el caso relacionado con su manejo de documentos confidenciales. Esto ocurrirá entre una parada en Nueva Hampshire para un evento de campaña y un posible viaje a la feria estatal de Iowa.
Trump también enfrenta la posibilidad de nuevos cargos en Atlanta relacionados con los esfuerzos para anular los resultados de las elecciones de 2020 en Georgia y también deberá tomar la decisión sobre asistir al primer debate presidencial republicano, previsto para el 23 de agosto.
Los funcionarios de campaña de Trump dijeron que estos problemas logísticos no les preocupan.
“La campaña del presidente Trump no se verá afectada por los esfuerzos del estado profundo para interferir en las elecciones, sin importar cuánto lo intenten”, dijo el asesor principal de la campaña de Trump, Jason Miller, quien, al igual que otras personas, afirmó que Trump y su equipo tienen mucha experiencia en estar a la defensiva.
Cheung señaló que, hasta la fecha, no han tenido que reprogramar o cancelar ningún evento de campaña a causa de los procedimientos jurídicos y que, en todo caso, se han añadido más eventos.
“Vamos a toda velocidad”, comentó antes de la acusación formal más reciente.
Pero los problemas de Trump van mucho más allá de la política. Cada uno de los casos en su contra, que van desde el caso de documentos confidenciales en Florida hasta las acusaciones en Nueva York de haber realizado pagos indebidos a mujeres para comprar su silencio y el acta de acusación presentada el martes, requerirán de una intensa preparación.
“Obviamente, en circunstancias normales, es imposible prepararse para más de un proceso penal a la vez”, dijo Barry Boss, uno de los principales abogados defensores de delitos de cuello blanco. “Por lo general eso es abrumador por sí solo. Así que la noción de enfrentar múltiples acusaciones me resulta simplemente inconcebible”.
Por lo general, las normas requieren que los acusados en casos federales estén presentes en eventos importantes como las comparecencias iniciales y el momento en que se emite un veredicto, pero les dan libertad para decidir si se presentan en otro momento ante la corte.
“Hay algunas personas que están muy comprometidas con su defensa y quieren hablar contigo todos los días, y hay otras que dejan todo en tus manos y estarán disponibles en caso de que las necesites”, comentó Boss.
Las investigaciones también están acaparando los gastos de campaña de Trump. En lo que va del año, la operación política del expresidente ha invertido más en abogados que lo defienden a él, a su personal y a sus aliados, que en viajes, mítines y otros gastos de campaña combinados, de acuerdo con un análisis de la AP.
De acuerdo con las directrices del Departamento de Justicia, los presidentes en funciones generalmente están protegidos de acusaciones formales y procesos penales. Pero un regreso a la Casa Blanca no protegería a Trump de forma indefinida.
Si vuelve a ganar la presidencia, podría instruir a su secretario de Justicia a que desestime los casos federales, despedir a los fiscales o poner a prueba los límites del poder ejecutivo al tratar de otorgarse un indulto. Pero esos esfuerzos sólo serían aplicables a los casos federales, no en los cargos penales estatales que enfrenta en Nueva York o que podría enfrentar en Georgia.
Incluso si Trump no gana la nominación del Partido Republicano, un presidente republicano distinto probablemente enfrentaría una enorme presión de parte de Trump para retirar los cargos y tranquilizar de esa forma a sus simpatizantes, un tipo de presión que ningún presidente ha tenido desde que Gerald Ford indultó a su predecesor, Richard Nixon, por sus delitos del caso de Watergate.
En definitiva, “es una noticia extraordinariamente mala y el impacto internacional sería devastador. Es por eso que la gente tiene que entrar en razón”, dijo John Bolton, exasesor de seguridad nacional de Trump y ahora crítico del expresidente, quien cree que la realidad aumenta la presión sobre los republicanos para que encuentren a otro candidato. “Más vale que alguien tome la iniciativa y diga que nos dirigimos al borde de un precipicio”.
Pero hasta ahora, Trump ha enfrentado pocas repercusiones políticas por sus acusaciones, e incluso ha aumentado su gran ventaja sobre los aspirantes republicanos mientras estos atraviesan problemas para dar con una respuesta. Al mismo tiempo, ha utilizado la posibilidad de ir a la cárcel para tratar de recaudar fondos.
En un reciente correo electrónico para recaudar fondos, se quejó que “El Departamento de Justicia está tratando de enviarme a la cárcel por el resto de mi vida como un hombre inocente”. Otras solicitudes han llegado con títulos como “400 años en prisión”.
Fleischer dio que los votantes comenzarán a ver las victorias o derrotas jurídicas de Trump a través del lente de la campaña.
Si, por ejemplo, se retiran los cargos en uno de los casos, “eso será como si hubiera ganado sus primarias legales”, y si un juez falla en su contra, “la gente sentirá como si hubiera perdido el primer día de las primarias judiciales”.
Fleischer señaló que, si Trump termina pasando un tiempo considerable en los tribunales, puede concebir al expresidente pronunciando su discurso en la escalinata del tribunal, diciéndoles a los votantes que lo ven en casa: “Yo no estoy en juicio, ustedes están en juicio. Y yo estoy en este tribunal luchando por ustedes”.
“Puede sacarlo del camino, pero simplemente tiene otra plataforma para hacerse escuchar. Para él todo es una campaña”.