LONDRES (AP) — Rusia suspendió el lunes su participación en un acuerdo que permitía a Ucrania exportar cereales por mar a países en África, Medio Oriente y Asia, donde el hambre es una creciente amenaza y los altos precios de los alimentos han sumido a más gente en la pobreza.
El vocero del Kremlin Dmitry Peskov anunció que la Iniciativa de Granos del Mar Negro quedaría suspendida hasta que se cumplan las demandas para la exportación de alimentos y fertilizantes rusos al resto del mundo. El ataque del lunes contra un puente que conecta a la península de Crimea con Rusia no fue un factor en la decisión, puntualizó.
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“Cuando se aplique la parte del acuerdo del Mar Negro que atañe a Rusia, Rusia regresará de inmediato a la implementación del acuerdo”, afirmó Peskov.
Los representantes de Rusia en el centro de operaciones de la iniciativa fueron más contundentes al referirse a la decisión como “una cancelación”, según una nota a la que The Associated Press tuvo acceso. Rusia se ha quejado de que las restricciones a los embarques y a los seguros han obstaculizado sus exportaciones agrícolas, aunque desde el año pasado ha vendido cantidades récord de trigo.
La suspensión representa el final de un acuerdo mediado el año pasado por Naciones Unidas y Turquía para permitir que los alimentos salieran de la región del Mar Negro después de que la invasión de Rusia a su vecino deteriorara una crisis global de alimentos preexistente. A la iniciativa se le atribuye haber ayudado a reducir los crecientes precios del trigo, el aceite vegetal y otros productos alimenticios en todo el mundo.
Ucrania y Rusia son importantes productores de trigo, cebada, aceite de girasol y otros alimentos asequibles de los que dependen algunas naciones en desarrollo.
El anuncio de la suspensión provocó que los precios del trigo aumentaran casi 3% en el mercado bursátil de Chicago, a 6,81 dólares por fanega, un precio que se mantiene cerca de la mitad de su pico del año pasado. Los precios bajaron a medida que avanzó la jornada.
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Algunos expertos no pronostican más que un bache temporal en el comercio de alimentos básicos en los mercados mundiales, ya que países como Rusia y Brasil han incrementado sus exportaciones de trigo y maíz. Pero la inseguridad alimentaria a nivel mundial y los precios en las tiendas y mercados globales han ido en aumento a medida que los países en vías de desarrollo también lidian con el cambio climático, los conflictos y las crisis económicas. Encontrar proveedores fuera de Ucrania que se encuentran más lejos también podría contribuir al aumento de precios, aseguran los analistas.
El acuerdo de cereales otorgaba garantías de que los barcos que ingresaran o salieran de los puertos ucranianos no serían objeto de ataques, mientras que un pacto por separado facilitaba el movimiento de alimentos y fertilizantes rusos. Las sanciones de Occidente no se aplican a los envíos agrícolas de Moscú, pero algunas compañías podrían ser recelosas sobre hacer negocios con Rusia.
El mandatario ucraniano Volodymyr Zelenskyy dijo que quería mantener con vida la iniciativa, incluso sin las garantías de seguridad de Rusia para las embarcaciones.
“No tenemos miedo”, declaró, añadiendo que las compañías navieras le dijeron que “todos están listos para seguir abasteciendo granos” si Ucrania y Turquía estaban de acuerdo.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia declaró nuevamente que la zona del noroeste del Mar Negro era “temporalmente peligrosa”. Serguéi Markov, un analista político con sede en Moscú, especuló que si Ucrania no presta atención a las advertencias, Rusia podría atacar los puertos ucranianos y colocar minas en las rutas navales.
La Iniciativa de Grano del Mar Negro ha permitido que tres puertos ucranianos exporten 32,9 millones de toneladas de grano y otros alimentos al mundo, según el Centro de Coordinación Conjunta en Estambul.
Rusia se ha quejado en repetidas ocasiones de que el acuerdo beneficia en gran medida a las naciones más ricas. Datos del Centro de Coordinación muestran que el 57% del grano ucraniano fue a parar a naciones en vías de desarrollo, siendo China el destino principal, con casi el 25% de los alimentos.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, dijo que el final del pacto resultará en el sufrimiento de más seres humanos, pero que su organismo seguiría trabajando para garantizar el flujo de suministros desde Ucrania y Rusia.
Ucrania puede mantener las exportaciones por vía terrestre o a través de ríos hacia Europa, pero dichas rutas tienen una menor capacidad y han provocado divisiones entre sus vecinos.
“Seguiremos enfocados en encontrar vías para soluciones”, dijo Guterres. “Simplemente hay demasiado en juego en un mundo hambriento y adolorido”.
El portavoz de seguridad nacional de la Casa Blanca, John Kirby, arremetió contra Moscú por cancelar el acuerdo, y dijo que la decisión “perjudicaría a millones de personas vulnerables en todo el mundo”.
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, dijo que funcionarios dialogaban con Rusia y que esperaba que el acuerdo pudiera prorrogarse.
El acuerdo se renovó por 60 días en mayo, pero la cantidad de cereal enviado y el número de barcos que salen de Ucrania se han desplomado en los últimos meses, y se acusó a Rusia de limitar la incorporación de más barcos al mecanismo desde el 27 de junio. El último barco salió de Ucrania el domingo y fue inspeccionado el lunes.
La guerra en Ucrania provocó máximos récord en los precios de los alimentos básicos el año pasado y contribuyó a una crisis alimentaria global, la cual también está relacionada a otros conflictos, a los efectos persistentes de la pandemia del COVID-19, y a factores climáticos.
Los elevados precios de los cereales en lugares como Egipto, Líbano y Nigeria agravaron las dificultades económicas y sumieron a millones de personas más en la pobreza o la inseguridad alimentaria.
El aumento en los precios de los alimentos afecta de forma desproporcionada a los habitantes de países en vías de desarrollo, porque éstos gastan más dinero en alimentos. Los países pobres que dependen de comida importada en dólares también dedican más dinero ya que sus divisas se debilitan y se ven obligados a importar más debido al cambio climático.
El acuerdo ha llevado a la caída de los precios del trigo y otras mercancías, pero la comida ya era costosa antes de la guerra en Ucrania, y la asistencia no se ha visto reflejada en las mesas de las familias.
“Países como Sudán, Somalia, Etiopía dependen de las importaciones de alimentos de Ucrania, así que esto afecta la disponibilidad y acceso a la comida”, dijo Shashwat Saraf, director de emergencia regional para el este de África del Comité de Rescate Internacional.
Ahora, será crucial ver si Rusia “emplea como arma” sus exportaciones de trigo, dijo Simon Evenett, profesor de comercio internacional y desarrollo económico en la Universidad de St. Gallen en Suiza.
Como el mayor proveedor actual de trigo a nivel mundial, Rusia podría aumentar sus impuestos por exportación, lo que “elevaría los precios de trigo en todo el mundo, al tiempo que le permitiría a Rusia financiar más su campaña militar en Ucrania”, dijo Evenett. Destacó que Moscú ya impuso un ligero incremento este mes.
Pero el acuerdo ha sufrido varios reveses desde que fue negociado por la ONU y Turquía: Rusia se retiró brevemente en noviembre, antes de regresar y extender el acuerdo.
En marzo y mayo, Rusia prorrogó el pacto sólo por 60 días, en lugar los 120 habituales. Las inspecciones conjuntas con el fin de asegurarse de que los navíos lleven únicamente granos y no armas se han desacelerado considerablemente.
La cantidad de grano enviado al mes cayó de un máximo de 4,2 millones de toneladas en octubre a poco más de 2 millones de toneladas en junio.
Mientras tanto, los embarques rusos de trigo batieron récords históricos tras una gran cosecha. El país exportó 45,5 millones de toneladas en el año comercial 2022-2023, y se prevé un récord de 47,5 millones de toneladas para 2023-2024, según estimaciones del Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
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Los periodistas de AP Hanna Arhirova en Kiev, Ucrania, Edith M. Lederer en Naciones Unidas, y Andrew Wilks en Estambul, Turquía, contribuyeron a este despacho.