SUFFIELD, Connecticut, EE.UU. (AP) — Marcus Harvin tiene dos tarjetas de identificación.
Una de ellas muestra que es miembro de la Universidad de Yale, que lo está ayudando a encaminarse a la escuela de derecho.
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La otra muestra que está bajo libertad condicional y que acaba de ser liberado de la Institución Correccional MacDougall-Walker, de máxima seguridad, tras pasar seis años encarcelado por un accidente vial en el que conducía ebrio y en el que sus dos hijos pequeños resultaron heridos, un hecho que recibió una amplia cobertura noticiosa.
Harvin, que está esperanzado en convertirse en abogado algún día, estaba de vuelta en la prisión el viernes para una ceremonia de graduación en la que recibió su grado asociado en estudios generales por la Universidad de New Haven. Él y otros seis hombres forman la primera generación de una sociedad entre el Programa de Educación de Prisiones de esa universidad y la Iniciativa de Yale para la Educación en Prisiones.
“Ese nombre, Yale, significa tanto porque soy de New Haven, y poder estudiar en Yale y empezar a estudiar en la cárcel es algo inaudito”, comentó Harvin. “A veces la gente incluso piensa que estoy mintiendo, por lo que les muestro mi identificación de la cárcel y mi identificación de Yale”.
El programa de Yale fue iniciado en 2016 por la exalumna Zelda Roland. Estaba fundamentado en un programa similar del que ella formó parte mientras trabajaba con la Universidad Wesleyan.
Yale se asoció con la UNH en 2021, dándole a los estudiantes-reos un camino para obtener títulos universitarios de dos y cuatro años. El programa, que ofrece clases en MacDougall-Walker y en la prisión federal para mujeres de Danbury, forma parte ahora de un consorcio que incluye 15 escuelas y sistemas carcelarios en todo el país.
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“Creemos que este es un programa transformador, que tiene el potencial de tener un impacto generacional”, dijo Roland, directora de la sociedad Yale-UNH. “Creemos que estamos transformando no sólo las vidas individuales de los estudiantes, sino también las instituciones en las que trabajamos, tanto las universidades como el sistema correccional”.
El gobernador Ned Lamont fue el orador en la graduación del viernes, haciendo eco de ese tema y expresando su esperanza de que los graduados abran camino para otros.
“Nosotros definimos nuestros propios futuros y hoy es el principio de eso”, manifestó. “Ustedes aprenden del pasado, pero ustedes definen su propio futuro. Y lo que ocurra en su futuro va a ser su legado. Y quiero que ustedes tengan una historia realmente importante que contar”.
Apenas un poco más del 20% de los reos reciben alguna forma de educación superior en la cárcel, dijeron funcionarios de la UNH. Y estudios muestran que los que lo hacen tienen mucho menos probabilidades de presentar problemas de comportamiento en la prisión, y es mucho menos probable que cometan delitos cuando sean liberados.
Harvin dijo que también le da a los reos algo que podría ser menos tangible, pero tal vez igual de importante: esperanza.
“Literalmente es la luz al final del túnel que ilumina el día”, señaló Harvin. “Porque cuando llegas a esas clases, no sientes que estás en prisión. Realmente pasas de estar en una celda a estar como en una especie de campus. Literalmente sientes que ya no estás en el mismo sitio”.