En las últimas dos décadas, los niños han desarrollado obesidad a una edad más temprana, lo que detonará en el desarrollo de enfermedades hepáticas y del corazón.
“Debido a que la obesidad es un factor de riesgo conocido para problemas de salud graves, su rápido aumento durante la pandemia de COVID-19 hizo sonar las alarmas”, explicó Christine Nguyen, de la Universidad del Sur de California, en Estados Unidos.
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“Soy una gastroenteróloga pediátrica que atiende a niños en el hospital público más grande de California y he sido testigo de una clara tendencia en las últimas dos décadas. Al principio de mi práctica, solo ocasionalmente veía a un niño con una complicación de obesidad, pero ahora veo múltiples referencias cada mes. Algunos de estos niños tienen obesidad severa y varias complicaciones de salud que requieren múltiples especialistas”, añadió Nguyen.
La especialista advierte que, sin la intervención necesaria, “muchos adolescentes obesos seguirán siendo obesos cuando sean adultos”. Incluso antes de la edad adulta, algunos niños tendrán problemas de salud graves a partir de la preadolescencia.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la obesidad como “la acumulación anormal o excesiva de grasa que presenta un riesgo para la salud”.
“Medir la composición de la grasa requiere un equipo especializado que no está disponible en un consultorio médico regular. Por lo tanto, la mayoría de los médicos utilizan medidas corporales para detectar la obesidad”, explicó Nguyen.
“La obesidad severa conlleva un mayor riesgo de enfermedad hepática, enfermedad cardiovascular y problemas metabólicos como la diabetes. A partir de 2016, casi el 8% de los niños de 2 a 19 años tenían obesidad grave. Otros problemas de salud asociados con la obesidad severa incluyen apnea obstructiva del sueño, problemas óseos y articulares que pueden causar artritis temprana, presión arterial alta y enfermedad renal. Muchos de estos problemas ocurren juntos”, comentó la especialista.
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Para el año 2060, el número de personas menores de 20 años con diabetes tipo 2 aumentará en un 700% en Estados Unidos. Los niños negros, latinos, asiáticos, isleños del Pacífico y nativos americanos/nativos de Alaska tendrán más diagnósticos de diabetes tipo 2 que los niños blancos.
La especialista considera que la salud mental es un factor clave en la salud de los menores.
“Los padres pueden preguntarse cómo ayudar a los niños sin introducir vergüenza o culpa. Primero, las conversaciones sobre el peso y la comida deben ser apropiadas para la edad”, sostuvo.
“Cualquier conversación sobre el peso, ya sea crítica o elogios por la pérdida de peso, puede resultar contraproducente, agrega. Elogiar a un niño por su pérdida de peso puede reforzar un ciclo negativo de alimentación desordenada. En su lugar, aliente la mejor salud y las buenas elecciones del niño”, concluyó.
