La primera dama Jill Biden, quien representó a Estados Unidos en la coronación del rey Carlos III de Gran Bretaña el sábado, dijo que había “tal belleza en la pompa de la ceremonia” y que era “simplemente increíble de ver”.
“No te puedes imaginar ese momento en el que realmente ves que se coloca la corona sobre la cabeza del rey y luego sobre la cabeza de la reina”, dijo durante una entrevista telefónica con The Associated Press después de la ceremonia en Londres. “Es realmente surrealista ver y experimentar ese momento”.
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La esposa de Carlos, Camila, también fue coronada reina durante la primera coronación de Gran Bretaña en 70 años. La reina Isabel II murió en septiembre después de un reinado de siete décadas.
Un presidente estadounidense nunca ha asistido a una coronación británica y el presidente Joe Biden le pidió a la primera dama que representara a Estados Unidos en su lugar.
Jill Biden acudió acompañada de una de sus nietas, Finnegan Biden, de 23 años.
“Es un honor para mí representar a Estados Unidos y quería estar aquí”, dijo Jill Biden. “Fue muy significativo para mí poder venir con Finnegan, que pudiéramos viajar juntas y experimentar esto juntas y significó mucho para las dos”.
La primera dama habló mientras ella y Finnegan se dirigían al té de la tarde después de la coronación en la Abadía de Westminster.
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“Pensamos que era algo tan británico”, dijo sobre la hora del té. “Era algo que realmente queríamos hacer juntas”.
En la coronación, Jill Biden se sentó junto a Olena Zelenska, la primera dama de Ucrania. Jill Biden dijo que hablaron sobre la invasión de Rusia a Ucrania y que Zelenska le agradeció nuevamente el apoyo de Estados Unidos.
Jill Biden dijo que prestó mucha atención al mensaje del arzobispo de Canterbury, Justin Welby, de que la gente en todas partes busca esperanza y alegría.
La primera dama asistió el viernes a una recepción en el Palacio de Buckingham que fue organizada por el monarca.
Comentó que ella y la princesa Catalina, esposa del príncipe Guillermo, conversaron como madres sobre los extremos a los que llegan para mantener a sus hijos callados en la iglesia, dándoles caramelos y cosas por el estilo.
“Dijo que no sabía si su hijo podía quedarse quieto durante dos horas y nos reímos mucho”, dijo Jill Biden. “Creo que es algo común para muchos de nosotras”.