Exprimida por la inflación y exigiendo justicia económica, la población salió a las calles de ciudades de Asia y Europa el lunes para conmemorar el Día del Trabajo, en una oleada mundial de descontento de trabajadores que no se había visto desde antes de que la pandemia de Covid-19 enviara al mundo a confinamientos.
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La policía francesa arremetió contra manifestantes radicales que rompían ventanas de bancos al tiempo que sindicatos presionaban al presidente Emmanuel Macron para eliminar una reforma de ley que aumenta la edad de jubilación.
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Los surcoreanos abogaron por salarios más altos. Los abogados españoles exigieron el derecho a tomarse días libres. Trabajadoras domésticas migrantes en el Líbano marcharon en un país sumido en una crisis económica.
Si bien el Día del Trabajo se festeja en todo el mundo el 1 de mayo como una celebración de los derechos laborales, las manifestaciones de este año revelaron las frustraciones.
Activistas ecologistas pintaron con aerosol un museo Louis Vuitton en París y manifestantes en Alemania protestaron contra la violencia hacia las mujeres y las personas de la comunidad LGBTQ+.
Las autoridades de Pakistán establecieron que las celebraciones se realizaran en espacios cerrados y las marchas se tiñeron de las tensiones políticas en Turquía, dado que ambos países se preparan para realizar elecciones.
La guerra de Rusia en Ucrania eclipsó los pocos eventos en Moscú, donde las celebraciones por el Día del Trabajo encabezadas por los comunistas alguna vez fueron eventos masivos.
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En toda Asia, los eventos del Día del Trabajo de este año desataron la frustración acumulada después de tres años de restricciones por el Covid-19.
Los eventos de este año tuvieron una mayor participación que en años anteriores en las ciudades asiáticas, ya que los activistas en muchos países argumentaron que los gobiernos deberían hacer más para mejorar la vida de los trabajadores.
Mientras que en Francia, miles de personas marcharon en lo que los sindicatos esperan sean las mayores protestas de Día del Trabajo registradas en el país en años, movilizadas contra la reciente decisión del presidente de aumentar la edad de jubilación de 62 a 64 años.
Los organizadores ven la reforma de la ley de pensiones como una amenaza para los derechos de los trabajadores por los que tanto lucharon, al tiempo que Macron argumenta que se trata de una medida económicamente necesaria conforme la población envejece.