Una puertorriqueña que se encuentran en Turquía donde un fuerte terremoto ha provocado miles de muertes y estructuras afectadas narró lo que está ocurriendo en el país.
Aunque se encuentra en una ciudad lejana al epicentro del sismo, la boricua Sharrifa Carlo dijo en entrevista con NotiUno 630 que tiene una amiga que fue de visita al sureste del país junto a su familia y se derrumbó la casa donde se estaban hospedando.
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Del mismo modo, indicó que hay grupos de médicos y enfermeras que van de camino a la zona donde ocurrió el sismo para ayudar en la emergencia.
Carlo explicó que ya lleva un año viviendo en Turquía tras retirarse y decidir establecer residencia en el país.
Un terremoto de magnitud 7.8 azotó el sureste de Turquía y Siria a primeras horas del lunes, derribó cientos de edificios y mató a más de 2,000 personas. Se creía que aún quedaban cientos de personas bajo los escombros, y la cifra de víctimas podría subir conforme los rescatistas buscaban entre los restos en ciudades y pueblos.
A ambos lados de la frontera, los temblores despertaron a la gente de golpe varias horas antes del amanecer y la hicieron salir a la calle en una noche fría de viento, lluvia y nieve. Docenas de edificios se derrumbaron en ciudades de toda la región fronteriza.
Rescatistas y residentes buscaban ansiosos bajo los escombros, entre las pilas de metal retorcido y bloques de concreto. Un hospital se derrumbó en Turquía y los pacientes, incluidos recién nacidos, fueron evacuados de un puñado de centros en Siria.
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En la ciudad turca de Adana, un testigo dijo que tres edificios cerca de su casa se habían venido abajo. Una persona exclamó “no tengo fuerzas para aguantar” entre los escombros mientras los rescatistas trataban de localizarla, indicó el testigo, el estudiante de periodismo Muhammet Fatih Yavus.
“Como los esfuerzos de retirada de escombros continúan en muchos edificios en la zona del terremoto, no sabemos cuánto subirá el número de muertos y heridos”, dijo el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan. “Esperamos dejar atrás estos días desastrosos con unidad y solidaridad como país y nación”.
El epicentro del sismo se situó al norte de Gaziantep, una capital provincial turca, pero se sintió hasta en El Cairo. Hizo que los vecinos de Damasco huyeran a las calles y propinó un brusco despertar a la gente en Beirut.
El sismo golpeó una región marcada a ambos lados de la frontera por más de una década de guerra civil en Siria. Del lado sirio, esa zona está dividida entre territorio controlado por el gobierno y el último enclave en manos de la oposición, que está rodeado por fuerzas sirias con apoyo Rusia. Turquía, por su parte, acoge a millones de refugiados de ese conflicto.
Unos cuatro millones de sirios de otras zonas del país desplazados por los combates abarrotan las regiones controladas por la oposición. Muchos viven en edificios ya debilitados por bombardeos pasados. Cientos de familias quedaron atrapadas entre los escombros, según un comunicado de la organización opositora de emergencia Cascos Blancos.
Los maltrechos centros médicos y hospitales se llenaron de heridos con rapidez, según rescatistas. Otros, como un hospital de maternidad, tuvieron que ser evacuados, según la organización médica SAMS.
“Se teme que haya cientos de muertos”, dijo Qaddor, refiriéndose a la región noroccidental del país. “Estamos bajo presión extrema”.
Turquía se ubica en una zona de grandes fallas sísmicas y registra terremotos frecuentes. Unas 18.000 personas murieron en 1999 en una serie de terremotos en el noroeste del país.
El Servicio Geológico de Estados Unidos estimó la magnitud del temblor en 7,8. Se registraron al menos 20 réplicas ,la más fuerte tuvo una magnitud de 7,5, según las autoridades turcas.
El sismo destruyó edificios desde las ciudades sirias de Alepo y Hama a la turca Diyarbakir, a más de 330 kilómetros (200 millas) de distancia al nordeste. Casi 900 edificios se desplomaron en las provincias turcas de Gaziantep y Kahramanmaras, indicó el vicepresidente, Fuat Oktay. Un hospital se derrumbó en la ciudad costera mediterránea de Alejandreta, pero en un primer momento se desconocía el número de víctimas, señaló.
Las televisoras turcas mostraban la pantalla dividida en cuatro o cinco para ofrecer cobertura en vivo de las labores de rescate en las provincias más afectadas. En la ciudad de Kahramanmaras, los rescatistas sacaron a dos niños con vida de entre los escombros, mientras otros intentaba llegar a un familiar.
Docenas de países, así como la Unión Europea y la OTAN, ofrecieron ayuda, ya fuera en forma de material médico, equipos de rescate o dinero.
Los daños evidentes en las imágenes de zonas afectadas suelen asociarse a una gran pérdida de vidas, y el frío y las dificultades de trabajar en zonas afectadas por una guerra civil sólo complicaban los esfuerzos de rescate, dijo el doctor Steven Godby, experto en catástrofes naturales en la Universidad de Nottingham Trent.
En Turquía, la gente que intentaba salir de las regiones afectadas provocó atascos de tráfico que complicaban los esfuerzos de los equipos de emergencias por llegar a los lugares golpeados. Las autoridades instaron a los vecinos a no tomar las carreteras. Mezquitas de toda la región abrían como refugio para la gente que no podía regresar a sus casas en temperaturas que rondaban la congelación.
El temblor causó graves daños en el monumento más conocido de Gaziantep, un castillo histórico sobre la colina en el centro de la ciudad. Parte de los muros y las torres vigía de la fortaleza quedaron destruidos y otras partes muy dañadas, según imágenes de la ciudad.
En Diyarbakir, cientos de rescatistas y civiles formaron filas sobre una montaña de escombros y pasaban pedazos de concreto, enseres y otros restos mientras buscaban a sobrevivientes atrapados y las topadoras buscaban entre los escombros más abajo.
En el noroeste de Siria, el temblor agravó la dificultades para el enclave opositor que tiene su centro en la provincia de Idlib, que lleva años bajo asedio y sufre ataques aéreos frecuentes de Rusia y el gobierno sirio. El territorio depende del flujo de ayuda de la cercana Turquía para cualquier cosa, desde comida a suministros médicos.
El grupo opositor Defensa Civil Siria dijo que la situación en la región controlada por los rebeldes era “desastrosa”, pues había edificios enteros desplomados y personas atrapadas entre los escombros.
Osama Abdelhamid, que recibía atención para sus heridas en un hospital de Idlib, dijo que mayoría de sus vecinos había muerto. El edificio de cuatro plantas que compartían se había derrumbado justo cuando él, su esposa y sus tres hijos corrían hacia la salida. Una puerta de madera cayó sobre ellos y sirvió de escudo, relató.
“He renacido, gracias a Dios”, dijo.
En la pequeña localidad rebelde siria de Azmarin, en las montañas junto a la frontera turca, se llevaron al hospital los cuerpos de varios niños envueltos en mantas.
El Servicio Geológico de Estados Unidos indicó que el epicentro del sismo se ubicó a unos 33 kilómetros (20 millas) de Gaziantep, a una profundidad de 18 kilómetros (11 millas).
Más de 900 personas murieron en 10 provincias turcas, con más de 5.400 heridos, según el vicepresidente del país. La cifra de muertos en las zonas de Siria controladas por el gobierno subió a 330, con unos 1.000 heridos, según el Ministerio de Salud. También se reportaron más de 200 muertos en zonas bajo control rebelde del país, según los Cascos Blancos, aunque otra organización médica, SAMS, dio una cifra de 135 muertos. Ambas dijeron que había cientos de heridos.
Huseyin Yayman, legislador de la provincia turca de Hatay, dijo que varios de sus familiares habían quedado atrapados bajo sus casas derruidas.
“Hay muchas otras personas que también están atrapadas”, dijo por teléfono a la televisora HaberTurk. “Hay muchos edificios que están dañados. La gente está en la calle. Llueve, es invierno”.