En un país en el que hay más armas que personas, y que está emergiendo de tres años de aislamiento, estrés y disputas internas por la pandemia de coronavirus, los estadounidenses están empezando el 2023 con un aluvión de masacres.
Once personas muertas cuando celebraban el Año Nuevo Lunar en una sala de baile popular entre asiático-estadounidenses de edad avanzada. Una madre adolescente y su bebé baleados a quemarropa en un ataque que dejó seis muertos a través de cinco generaciones de su familia. Un niño de 6 años que disparó contra su maestra en un aula. Y la lista sigue.
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“Hemos pasado por mucho en estos últimos años, y seguir viendo caso tras caso de violencia masiva en los medios de comunicación es simplemente abrumador”, comentó Apryl Alexander, profesora adjunta de salud pública de la Universidad de Carolina del Norte campus Charlotte. “¿Cuándo va a parar?"
La carnicería a lo largo de ocho días en California, donde las víctimas del salón de baile del sábado por la noche se sumaron a una lista de más de una veintena de personas que han fallecido en tres ataques recientes, trajeron dolorosos recuerdos a las familias de las víctimas del tiroteo del año pasado en una escuela de Uvalde, Texas. El martes, varias familias y padres de Uvalde viajaron más de tres horas hasta el Capitolio estatal para volver a exigir leyes de armas más estrictas, a pesar de que tienen pocas probabilidades de ganar en una legislatura de mayoría republicana.
En 2022, Estados Unidos registró su primer tiroteo masivo del año el 23 de enero. Para la misma fecha de este año, se han producido seis masacres con arma de fuego que han cobrado la vida de 39 personas, de acuerdo con una base de datos elaborada por The Associated Press, USA Today y la Universidad Northeastern.
“Hay personas que mueren a diario. Esto no debería de estar pasando”, señaló Veronica Mata, cuya hija de 10 años de edad, Tess, estuvo entre los 19 niños y dos maestras que perdieron la vida en la masacre de Uvalde. “Si es necesario que vengamos cada semana, entonces lo haremos hasta que veamos que algo cambia”.
Los estadounidenses han aprendido a convivir con tiroteos masivos en iglesias, supermercados, conciertos, oficinas e incluso dentro de las viviendas de sus amigos o vecinos. La violencia se atribuye al odio hacia otras comunidades, rencores al interior de un grupo, secretos entre familias o roces entre compañeros de trabajo. Pero a menudo termina cuando un hombre resentido toma un arma.
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En ocasiones, ni siquiera está claro que un rencor sea parte de la ecuación.
“No había un conflicto evidente entre las partes. El hombre simplemente entró y comenzó a disparar”, señaló el jefe policial de Yakima, Matt Murray, luego de que tres personas murieron tras ser baleadas en un minisúper Circle K en el estado de Washington el martes temprano, aumentando el dolor en la nación.
Las ventas de armas de fuego en Estados Unidos alcanzaron máximos históricos a medida que la pandemia de coronavirus se afianzaba en la nación, la economía se paralizaba y la gente salía a las calles para protestar contra la brutalidad policial y la desigualdad racial. Cerca de 23 millones de armas de fuego se vendieron en 2020, de acuerdo con analistas de la industria. El aumento en las ventas continuó en gran medida al año siguiente, registrando un alza del 75% en el mismo mes que una multitud irrumpió en el Capitolio federal, para después disminuir a unas 16 millones de armas vendidas este año.
Los expertos creen que hay 393 millones de armas de fuego en poder de particulares en Estados Unidos, que en 2022 contaba con una población de 333 millones de personas.
Algunos estadounidenses dijeron que no se sienten a salvo en ninguna parte. Una tercera parte señaló que evitan ir a ciertos lugares como resultado de ello, de acuerdo con la Asociación Estadounidense de Psicología, cuyo estudio más reciente muestra que la mayoría de los estadounidenses se sienten agobiados.
Sin embargo, parece que hay poco interés en abordar algunas de las posibles soluciones, como enseñar técnicas para resolver conflictos en las escuelas o volver a examinar nuestra visión social de la masculinidad, según Alexander.
“El aprendizaje socioemocional se trata de enseñar a los niños a identificar sus sentimientos, a cómo expresarse, cómo manejar los conflictos, y ¿por qué hay una prohibición sobre eso, sobre todo en este momento en particular?”, preguntó, refiriéndose a los esfuerzos para imponer prohibiciones estatales y locales en los planes de estudio.
“Estos niños van a convertirse en adultos”, señaló Alexander. “Si no saben cómo manejar los conflictos, vamos a ver cómo ocurren eventos desafortunados como estos”.
El derramamiento de sangre en 2023 comenzó el 4 de enero, cuando un hombre de Utah, investigado pero nunca acusado a raíz de una denuncia de abuso infantil en 2020, mató a tiros a su esposa, la madre de ésta y sus cinco hijos para después suicidarse.
Un total de 2.793 personas, según la base de datos, han perdido la vida en matanzas desde 2006. Se considera una masacre cuando mueren cuatro o más personas, sin incluir al asesino. Y la reciente oleada de violencia se produce luego de un repunte similar en 2022, cuando Estados Unidos registró 42 masacres, la segunda cifra más alta en ese lapso.
Incluso los tiroteos que cobran menos vidas, o ninguna, pueden causar conmoción.
Es el caso de lo que sucedió en Virginia este mes, cuando un pequeño de 6 años baleó e hirió a su profesora frente a sus compañeros. El alcalde de Newport News, Phillip Jones, dijo que apenas podía entender lo que había pasado. Y dos estudiantes adolescentes fueron asesinados el lunes en un tiroteo escolar en Iowa.
En el incidente ocurrido el sábado en la noche en Monterey Park, 11 personas murieron y otras nueve resultaron heridas cuando un hombre de 72 años abrió fuego en el estudio de baile Star Ballroom, apenas horas después de que decenas de miles de personas llenaron las calles cercanas para recibir el Año Nuevo Lunar. El agresor se suicidó cuando los policías se aproximaban a su camioneta al día siguiente.
Antes de que los californianos pudieran procesar esa matanza, siete agricultores fueron asesinados a tiros cerca de San Francisco, en la pintoresca comunidad costera de Half Moon Bay. Un empleado de 66 años de edad está detenido.
“A fin de cuentas, hay demasiadas armas en este país. Y tiene que haber un cambio. Esta no es una manera aceptable de que una sociedad moderna viva y maneje sus asuntos”, declaró el presidente de la junta de supervisores del condado San Mateo, Dave Pine, el lunes, poco después de la matanza en la granja de hongos. “Estamos desconsolados”.
Para algunos, la violencia está relacionada con un periodo enajenante en la historia estadounidense que ha aislado a las personas y ha mermado la capacidad de afrontar las dificultades de la vida.
“La pandemia (de coronavirus) ha intensificado y acelerado muchas tendencias peligrosas. Estamos experimentando una recesión social que literalmente está quebrando nuestras almas”, dijo el reverendo Jonathan Lee Walton, presidente del seminario teológico de Princeton. Mencionó la disminución en la participación religiosa y cívica.
“Estamos normalizando enfermedades de desesperación como la soledad, la adicción y la violencia con armas”, dijo Walton. “Las redes sociales, la misa a través de Zoom, el trabajo en casa y la realidad virtual podrían ser ‘convenientes’, pero son sustitutos moralmente débiles de las conexiones humanas".
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Los periodistas de The Associated Press Paul Weber y Acacia Coronado en Austin, y Lindsay Whitehurst en Washington contribuyeron a este despacho.
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Maryclaire Dale está en Twitter como @Maryclairedale