Doña Elba Cintrón Ruiz, la única puertorriqueña veterana de la Segunda Guerra Mundial con vida, rindió su postrer saludo a la patria y a la Nación, a la que sirvió con orgullo en tiempos de adversidad y conflicto mundial.
Así lo comunicó el Procurador del Veterano, licenciado Agustín Montañez Allman, al dar a conocer que doña Elba, quien fuera residente de la Casa del Veterano en Juana Díaz, se despidió serenamente de su tierra a sus 100 años, acompañada por el amor de sus hijas y familiares.
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“Sentimos la pérdida profunda de una mujer de grandes convicciones y temple, que con su afabilidad y sensibilidad, nos animaba a abrazar el servicio al prójimo y a nuestro pueblo, como un testimonio de vida”, expresó consternado el Procurador.
En el 2019, doña Elba fue exaltada al Salón de la Fama del Veterano Puertorriqueño.
Relató Montañez Allman que doña Elba siempre recordaba los momentos en los que como Teniente del Cuerpo de Enfermería del Ejército de Estados Unidos, atendía a los boricuas que venían heridos de la guerra en el antiguo Fuerte Brooke, actual Cuartel Ballajá en el Viejo San Juan.
Natural de Yauco, y viuda de quien fuera alcalde de la ciudad de Ponce, Juan H. Cintrón, doña Elba todavía conservaba algunos de los uniformes militares que comenzó a utilizar en la década de 1940.
La enfermera veterana, madre de tres hijas, abuela de ocho nietos, bisabuela de nueve biznietos y tatarabuela de dos tataranietas, fue una de las 13 enfermeras puertorriqueñas que entraron en servicio en el 1944, en el Hospital Rodríguez de la referida instalación militar.
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En esa época, doña Elba conoció a quien tras la guerra se convertiría su esposo Juan H. Cintrón, quien entonces era sargento de la Policía Militar.
Al igual que otras pioneras previo a ella y junto a ella, su experiencia contribuyó a que en la actualidad, el 16% de la fuerza militar de los Estados Unidos esté compuesto por mujeres, según datos del Departamento de Defensa federal. También las mujeres ocupan posiciones en el 95% de las especialidades militares.
Cumpliendo su último deseo, sus restos fueron cremados.
“Extrañaremos su sabio consejo, su calor maternal, como la franca amistad que nos dispensó a todos. Es inolvidable”, añadió Montañez Allman.
Se estima que en Puerto Rico hay más de 5,300 veteranas.