WASHINGTON (AP) — Mientras los republicanos sigan disputando quién será el próximo presidente de la Cámara de Representantes, en esencia ese recinto carece de miembros; sólo tiene legisladores electos.
Sin un presidente, a ninguno se le puede tomar juramento, y la 118va legislatura no puede sesionar ni someter a votación ninguna norma. El procedimiento parlamentario ha sido cambiado por un caos controlado. Los miembros de ambos partidos no están seguros de si pueden convocar a votaciones o presentar mociones en el recinto porque no hay presidente para que emita una determinación sobre sus solicitudes. Tampoco se pueden formar comisiones ni aprobar proyectos de ley.
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“No sé cuál es mi estatus”, dijo el demócrata Ted Lieu. “No sé si tengo derecho a servicios médicos, ni si mi personal está recibiendo su salario. Estamos examinando todo eso ahora porque no ha ocurrido algo como esto en 100 años”.
El exrepresentante Billy Long, quien acaba de jubilarse, ha estado tuiteando acerca de lo que llama “Bizaroland" ("El país de lo extraño"). En un momento dado, se preguntó abiertamente en su biografía en Twitter si él aún era congresista (ya no lo es).
La Cámara de Representantes sin miembros ni reglas podría pasar a la historia sólo como un momento curioso si los republicanos logran hallar una forma de seguir adelante esta semana y elegir a un nuevo presidente. Aunque eso sigue siendo una posibilidad fuerte, el miércoles aún se avizoraba lejana una posible solución a este estancamiento, luego de que el republicano Kevin McCarthy perdió por segundo día seguido las votaciones en el recinto. Simpatizantes y opositores parecían estar atrincherados en sus posiciones.
La incertidumbre se sumó al ambiente surrealista y más relajado de lo usual que se vivía el miércoles en el piso de la cámara baja, en el que sus integrantes permanecían en sus escaños para una votación tras otra, hora tras hora, negociando, chismeando y preguntándose qué vendrá después. Algunos leían libros o periódicos, o revisaban sus teléfonos. Algunos tomaban fotografías y selfies, una práctica que usualmente está prohibida por las normas.
Otros todavía estaban acompañados por niños en el recinto, un remanente de los procedimientos del martes, en los que las familias suelen acompañar a los miembros para ver su investidura. Sólo que no fueron juramentados en el primer día del nuevo Congreso, la primera vez que eso ocurre en un siglo.
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En 1923, el proceso para elegir a un presidente de la Cámara de Representantes duró tres días. En 1855 se alargó dos meses, con 133 votaciones.
“Es un limbo muy extraño”, dijo la demócrata Madeleine Dean, quien había esperado que sus nietos la vieran ser investida el martes. “Estamos operando por precedente”.
En el piso de la cámara baja, la secretaria Cheryl Johnson es la que está a cargo del mazo, no la mayoría republicana.
“Señora presidenta”, dijo el republicano Chip Roy en un momento dado, dirigiéndose a la tribuna como suelen hacer los miembros. “Señora secretaria”, rectificó.
Fuera del piso, los miembros están operando bajo las normas del Congreso pasado... o eso creen. Nadie parece saberlo realmente, y hay preocupaciones sobre lo que ocurriría si el estancamiento se extendiese hasta mediados de enero, cuando deben llegar los primeros cheques. Algunos miembros del personal se encuentran en el limbo: Sólo están empleados provisionalmente si son nuevas contrataciones o están cambiando de empleo.
El republicano Tom Cole, presidente entrante de la Comisión de Normas de la Cámara de Representantes, dijo que los miembros electos estaban operando bajo las reglas del Congreso previo, que estaba controlado por los demócratas. Pero agregó: “No sé si eso está por escrito”.
Sin presidente, “hay mucho que no podemos hacer”, manifestó Cole. El personal y los miembros recibirán su sueldo, “pero en un momento dado (la cámara) deja de funcionar”.
A medida que transcurrían las horas, los miembros empezaron a sopesar posibles escenarios. Lieu dijo que le preocupa que los legisladores no puedan examinar documentos secretos importantes para la seguridad nacional, y no podrían responder ante una crisis mundial. ¿Los sitios de internet podrían ser actualizados? ¿Los correos electrónicos seguirían funcionando?
“¿Quién puede ayudar legalmente a alguno y a todos nuestros ciudadanos con cuestiones que normalmente manejamos todos los días?”, tuiteó Long. “Pasaportes, Servicio Interno de Impuestos, asuntos de los veteranos de guerra, la Agencia Federal para el Desarrollo de la Pequeña Empresa, el Servicio Postal, cuestiones de inmigración, el Cuerpo de Ingenieros, etc. ¿Quién recibirá su sueldo?”
“Esto conlleva un montón de preguntas legítimas”, escribió Long.